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El chelista Pieter Wispelwey, hoy en el Cervantino
 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de octubre de 2015, p. 6

Guanajuato, Gto.

Las seis suites de Johann Sebastian Bach aún hipnotizan al público, expresa el violonchelista holandés Pieter Wispelwey (1962), quien las ha interpretado miles de veces en los pasados 40 años, y lo hará nuevamente hoy, en el último día del 43 Festival Internacional Cervantino (FIC).

Para el solista, las obras adquieren una dimensión mágica, aún hoy día, cuando algunos espectáculos se tornan enormes, por lo avanzado de su tecnología. Incluso, en un concierto de una orquesta sinfónica tocan un centenar de personas, luego, hay un coro.

No obstante, la esencia del mensaje musical es casi tangible cuando uno lo interpreta en un solo instrumento y parece tan universal. Así que las presentaciones de Wispelwey carecen de trucos y tecnología, a cambio de la concentración pura en la esencia; claro, la esencia barroca que también tiene que ver con la danza del cerebro. Tiene que ver con todos los gestos, todo el contar de historias. Las manos guían a uno por todos los ritmos, así es como el relato se desarrolla.

Reunido con la prensa, Wispelwey recordó su primera visita a Guanajuato, a finales de los años 90, como parte de la compañía de danza teatro de los Países Bajos, con el afamado coreógrafo Jiri Kylian. Para sus conciertos emplea un chelo fabricado por Giovanni Battista Guadagnini en 1760. También tiene un Rombouts de 1710. Aunque se requiere de dos de estos instrumentos para tocar las suites de Bach, viajar con ellos resulta extremadamente impráctico.

El chelo Guadagnini tampoco trae las cuerdas originales de tripa, sino que son de acero. Sin embargo, Wispelwey trata de aplicar “toda la experiencia adquirida desde hace décadas de tocar con cuerdas de tripa para traducirla a la técnica que empleo con las cuerdas de acero. De acuerdo con el músico, en espacios grandes no se nota la diferencia.

Recordó que Guadagnini era el más joven de los cinco grandes fabricantes de laudes. Stradivarius era el modelo a seguir, sino embargo Guadagnini era un poco rebelde, ya que desarrolló su propio modelo que era más compacto: Cuando toco con orquesta es un instrumento muy cómodo de emplear.

Wispelwey ha grabado las suites de Bach en tres ocasiones. La primera fue cuando tenía 29 años, la segunda a los 36 –probablemente la edad de Bach cuando las compuso– y la última en 2012, a los 50. Juzgó la primera grabación como seria, incluso, cuadrada, mientras la segunda tiene mayor flexibilidad.

La tercera se volvió más personal, más expresiva y libre, sin pensar en reglas, convenciones o tradiciones. Se trata de lo que siento en ese particular momento. Agregó que en el pasado la espontaneidad era parte de los conciertos, a la vez que ninguna obra se toca siempre igual.