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Fernando de la Mora rindió homenaje a los compositores nacionales en el Auditorio

México saldrá adelante cuando todos nos tomemos de la mano

Acompañado de la OSM y el Mariachi Gama 1000, el tenor empezó el concierto con Qué bonita es mi tierra

Temas de María Grever, José Alfredo Jiménez y Cuco Sánchez, entre otros, estuvieron presentes

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Fernando de la Mora cerró su actuación con México lindo y queridoFoto cortesía Auditorio Nacional/ José Jorge Carreón
 
Periódico La Jornada
Jueves 17 de septiembre de 2015, p. 9

En el Auditorio Nacional, la mexicanidad del tenor Fernando de la Mora contuvo la mayoría de las reacciones colectivas en contra de la ceremonia del Grito de Independencia en el Zócalo capitalino, la noche del pasado martes, durante su concierto EnCanto por México, homenaje a grandes compositores nacionales, en el que sólo hubo algunas expresiones de reclamo.

Su concierto comenzó a las nueve de la noche. En el vestíbulo del Auditorio todo estaba listo para la verbena popular, con mesas y sillas de madera, como de feria, papel picado en el que se leía Viva México, y la venta de bocadillos propios para la ocasión: sopes, tostadas, tacos, tinga, cervezas, tequila y pambazos.

De la Mora repartió sonrisas. Atrás de él se colocaron la Orquesta Sinfónica Mexicana y el Mariachi Gama 1000, para abrir el concierto por el 205 aniversario del inicio de la guerra de Independencia nacional.

El tenor soltó el aire y comentó al público que a pesar de la campaña de algunos que propalaron que sería peligroso acudir a festejos esa noche, él estaba ahí, para dar el Grito.

Se refería a la advertencia difundida en redes sociales sobre el supuesto peligro de ir al Zócalo a dar el Grito con el presidente Enrique Peña Nieto.

Amarró voluntades patrióticas

Un fuerte aplauso siguió a las palabras de De la Mora, quien se engalló y comenzó a cantar Qué bonita es mi tierra, de Rubén Fuentes. Amarró voluntades patrióticas con Ella, Si nos dejan y El rey, de José Alfredo Jiménez, armador de una poética que expresa el alma amatoria del mexicano. Grítenme, piedras del campo; La cama de piedra y Fallaste, corazón, de Cuco Sánchez, que pegaron entre alma, pecho y madre. Cucurrucucú paloma y Paloma negra, de Tomás Méndez, que enardecieron el chouvinismo, la raíz. Todo era geografía, entorno, paisaje de José María Velasco. Era el orgullo por los magueyes y sus gusanos, el pulque, agua de las verdes matas... tú me tumbas, tú me matas; tú me haces andar a gatas. Cielo rojo, de la poética de los Záizar...

Los compositores son los verdaderos embajadores culturales del país, dijo alguna vez Roberto Cantoral y lo refuerza cada vez Martín Urieta. Son sabios en lides de amor, maestros de las tormentas internas, de los tormentos de Otelo. Continuó De la Mora con temas de Vicente Garrido, Agustín Lara, Luis Demletrio, Pedro Galindo, Armando Manzanero... Tan sólo en la Sociedad de Autores y Compositores de México están inscritos más de 30 mil. Y sigue la mata dando.

Entró el Trío Los Panchos para acentuar el momento bohemio. La voz de De la Mora deambula por los intersticios del dolor sin cura, del infierno en vida. Para la serenata independentista: Contigo, Sin un amor, Sin ti, La barca, Usted...

Aparece el Quinteto Romeu y se escucharon Vereda tropical,  Apóyate en mi alma, Sabor a mí.

Con Tlen Huicani lo jarocho derramó alegría. El arpa recordó a la lira clásica con la que se rendía honores a Apolo. Otras geografías, otros compositores. Los seres de la noche se estremecieron con la versión de Júrame, de María Grever; No, de Armando Manzanero, y El triste, de Roberto Cantoral, en la que De la Mora brilló.

El tenor apeló entonces a la prudencia de los asistentes, para mantener la calma, pues se proyectaría la ceremonia del Grito en las pantallas. ¡Aquí estamos personas que amamos a nuestro país! Aquí lo que importa, y la verdad importa mucho, son ustedes, y ustedes son México, señores. ¡Viva México! Miles respondieron. Peña Nieto apareció con su esposa Angélica Rivera. En el Auditorio, apenas se escucharon algunos chiflidos y una que otra grosería. Se mantuvo, en general, la ecuanimidad. Se oyó al Presidente, pero no al pueblo reunido en el Zócalo. Aun así, en el Auditorio Nacional se escucharon ¡vivas! De pie se entonó el Himno Nacional. 

Prosiguió el concierto con María Chuchena y un largo popurrrí de los estados. Cerró la noche con México lindo y querido, de Chucho Monge, y ¡Viva México!, de Pedro Galindo.

De la Mora sabe que no se puede tapar el Sol con un dedo y dijo: “¡Sigo creyendo que México va a salir de todos sus problemas cuando todos nos agarremos de las manos! ¡Aquí hemos gritado muchos vivas, señores, pero hay que gritar un muera, un muera la corrupción, señores! ¡Sí, señor!

“Ya es hora, señores, de que nos pongamos las pilas, porque se nos está pasando el tiempo y esta generación no espera. Les voy a decir una cosa: en lo personal, siento que he fallado, pues el México que estamos viviendo no es mejor que el de cuando nací, hace 57 años. Es un país que requiere que nos pongamos todos de acuerdo, por el amor a nuestro México lindo y querido. Solamente vamos a salir si damos la espalda a la corrupción, a la deshonestidad, si nos damos la mano todos.

Para sacar a México adelante hay que acabar con la pobreza. Sintámonos un poco culpables todas las noches cuando vayamos a dormir con la panza llena, porque hay muchos que no cenaron y no saben qué comeran por la mañana. ¡Hay que partirnos el alma por ellos!