Mundo
Ver día anteriorViernes 4 de septiembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Se me heló la sangre; lo único que podía hacer es que su grito fuera escuchado: fotógrafa

Llevaré los cuerpos a Kobani, Siria, de donde no volveré a salir: padre de niños ahogados
Foto
El niño sirio estaba bien vestido y bien alimentado. Murió porque sus padres fueron codiciosos por la buena vida en Europa, parte de un tuit de Peter Bucklitsch, diputado británico del partido euroescéptico UKIP, que desató una fuerte polémica en redes sociales. El comentario fue borrado y la cuenta de Twitter eliminada. En la imagen, fotos de Aylan y Galip, los niños ahogados en costas de Turquía, y su madre, Rehan, fallecida en el naufragioFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Viernes 4 de septiembre de 2015, p. 26

Ankara.

El padre de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años cuyo cadáver recaló en una playa turca y cuya fotografía dio la vuelta al mundo, describió este jueves cómo naufragó en el Mediterráneo el bote atestado de migrantes en que viajaba rumbo a costas griegas para darse cuenta de que su esposa y sus dos hijos se habían ahogado.

Abdullah Kurdi afirmó que el capitán del bote, que no era más que una pequeña lancha inflable sobrecargada con 12 personas, se alarmó debido al oleaje agitado y se zambulló en el mar, dejándolo a él a cargo de la embarcación junto con su familia y los otros migrantes.

Empecé a conducir. Las olas eran demasiado grandes y el bote zozobró. Tomé a mi esposa e hijos en brazos y me di cuenta de que todos estaban muertos... se me escaparon de las manos, recordó. Todo lo que deseo en estos momentos es estar con mis hijos.

Los cuerpos de su otro hijo, Galip, de cinco años, y de su esposa, Rehan, de 35, también fueron hallados en la playa. En total, 12 migrantes se ahogaron cuando naufragaron los dos botes. La agencia estatal turca Anadolu dijo que ocho eran niños. Agregó que cuatro presuntos traficantes fueron detenidos por haber actuado como intermediarios.

Kurdi y su familia huyeron de la ciudad siria de Kobani, destruida por la guerra civil desatada hace tres años, luego de que Canadá rechazó la solicitud de asilo que hizo Tima, hermana de Abdullah, residente en Vancouver. La mujer explicó que el argumento que se le dio fue que Abdullah y su familia no contaban con un “número de identificación de la Organización de Naciones Unidas expedido por Turquía.

Una solicitud de Mohamed Kurdi y familia fue recibida por el ministerio, pero fue devuelta porque estaba incompleta y no respetaba las exigencias reglamentarias en materia de prueba y reconocimiento del estatuto de refugiado, según Ciudadanía e Inmigración de Canadá. Pero la administración precisó que no tiene registro de una solicitud de Kurdi y su familia.

No voy a culpar a Canadá de lo que pasó. Culpo al mundo entero, aseveró Tima Kurdi desde Vancouver. Abdullah Kurdi, por su parte, indicó: he recibido una oferta del gobierno de Canadá para poder ir allá, pero después de lo ocurrido no quiero. Voy a llevarme los cuerpos a Kobani y pasaré ahí el resto de mi vida.

El ministro canadiense de Inmigración, Chris Alexandere, suspendió su campaña por la relección para viajar a Ottawa y averiguar por qué el gobierno canadiense había rechazado el pedido.

La fotógrafa turca Nilüfer Demir, quien captó la dramática imagen de Aylan y los demás refugiados, contó cómo vivió ese momento en un video difundido por la agencia de noticias DHA.

Cuando vi al niño de tres años, realmente se me heló la sangre. En ese momento ya no se podía hacer nada. Estaba tirado, con sus pantalones cortos azules y su camiseta roja subida casi hasta la mitad del vientre. No podía hacer nada por él. Lo único que podía hacer era tratar de que su grito, el grito de su cuerpo tirado en el suelo, fuera escuchado, relató Demir.

Entonces pensé que sólo podría lograrlo presionando el disparador de la cámara. Y en ese momento tomé la fotografía. Después me acerqué a su hermano Galip, que estaba tendido 100 metros más allá. En ninguno de los cuerpos, tampoco en el de Rehan (la madre) que estaba a otros 150 metros de distancia de Galip, podían verse chalecos salvavidas o algo que les hubiera permitido flotar, agregó la fotógrafa.