Opinión
Ver día anteriorLunes 3 de agosto de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a Morir

Tabúes decimonónicos

U

n lector que sólo firma Indignado escribe: ¿Cómo es posible que en los días previos a las pasadas elecciones solicitara usted candidatos dispuestos a trabajar en la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido y a promover la elaboración de la ley respectiva hasta lograr su promulgación? ¿Se siente holandés o pretende que lo seamos los habitantes de este país?

Los apreciables lectores, incluido el indignado, ¿se molestarían si les digo: Hola, futuros cadáveres? Suena algo fuerte, pero para efectos de un saludo da lo mismo. Podemos ser o parecer lo que pretendamos, pero inevitablemente y sin la más mínima posibilidad de error, tanto los lectores como los analfabetos, aunque luzcamos más o menos saludables somos, todos sin excepción, futuros cadáveres, predecibles fiambres, trátese del individuo más acaudalado del mundo o el que no tenga ni en qué caerse muerto. Reconocida esta sencilla,enfadosa o atemorizante realidad, según se pueda ver, ¿no va siendo hora de higiénica y madura desmitificación de lo hasta hoy no hablado y aparentemente contrario al dinamismo despistado de la época?

¿Para qué? Para encontrar y aplicar, como individuos y como sociedad, nuevos criterios de evolución frente a una demanda que no nace con la posmodernidad, sino con la conciencia del ser humano: el derecho a tener una muerte digna, independientemente de lo que opinen los cancerberos del infierno, los que se sueñan socios de Dios y los graves intérpretes exclusivos de sus designios, por no hablar del siempre remoto estado de derecho.

A principios del vertiginoso y manipulado siglo XXI, ya va siendo hora de que incluso en el devoto México la muerte humana digna, no la provocada por delincuentes, militares, narcos, políticos, banqueros y otros, ocupe el único lugar que le corresponde y que nunca deberá abandonar: el corazón, el cerebro y la libertad de cada quien.

Los países decimonónicos se empeñan en seguir entendiendo la muerte como otra forma de castigo, condena, cancelación de vida, ajuste definitivo de cuentas o combate perdido, no como condición y liberación y característica de una naturaleza humana para cuyo diseño no fuimos consultados. En esta vida lo que tiene comienzo tiene fin, y lo único que no cambia es que todo está cambiando, a pesar de la conciencia inmovilizada de los nuevos ricos del poder. Y recuerda: morir es inevitable, agonizar es optativo.