Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 2 de agosto de 2015 Num: 1065

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Gabo y la sana malevolencia
Ricardo Bada

Leonardo Sciascia y
las novelas de la mafia

Marco Antonio Campos

Redes virtuales,
blogs y literatura

Fabrizio Lorusso

La Biblia en la
cultura occidental

Leopoldo Cervantes-Ortiz

Música latinoamericana
en las venas de Madrid

Alessandra Galimberti

Leer

ARTE y PENSAMIENTO:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Jaime Muñoz Vargas
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

Brian May y Plutón. El rock y el espacio

Hace unas semanas el mundo de la astronomía vivió uno de sus más emotivos momentos: recibió las primeras imágenes que la sonda New Horizons de la nasa grabó durante su arribo a Plutón, tras casi diez años viajando por el espacio. El evento fue atestiguado de primera mano por un músico notable que, además, tiene un doctorado en astrofísica: Brian May, rockstar en toda la extensión de la palabra, guitarrista del grupo británico Queen y ahora colaborador del equipo de científicos bajo el mando de Alan Stern.

Dicho esto, no fue fácil encontrar otros músicos reconocidos que hayan estudiado diferentes ciencias (la música lo es). Pero hay. Verbigracia: Greg Graffin, cantante de la banda de punk Bad Religion, quien cursó dos carreras (Geología y Antropología) y consiguió un doctorado en Zoología. Otro punketo científico es Milo Aukerman, miembro de The Descendents, quien tiene un doctorado en bioquímica. Brian Cox, extecladista de D:Ream, se suma a la lista. Él es físico de partículas. Dan Snaith, conocido como Caribou en el mundo de la electrónica, tiene un doctorado en matemáticas por la Academia Imperial de Londres. Tom Scholz, guitarrista del grupo Boston, se graduó en ingeniería mecánica. El gran Tom Morello, guitarrista de Rage Against The Machine y Audioslave, se graduó en Estudios Sociales por Harvard. Y hay otros más. Sin embargo, lo que realmente impulsó en nosotros el doctor May al anunciar su colaboración con la nasa, fue una búsqueda de canciones que el rock ha relacionado con el espacio. Desde luego la lista es enorme y no cabe aquí. Por ello es también caprichosa y desordenada. Perdón.

Primero, lo insoslayable: “Eclipse”, de Pink Floyd, bellísima oda a la Luna en Dark Side of the Moon, y “Eye In The Sky”, de Alan Parsons (ligada con la idea de un dios omnipresente). Igualmente, la espaciosa “Walking On The Moon”, de The Police, alegoría efectiva del amor dispar; así como la congruente “Across The Universe”, de los Beatles, en cuya elástica melodía sentimos la falta de gravedad, el misticismo de un viaje interno. Qué decir sobre “Space Oddity”, de David Bowie. Escrita alrededor del Capitán Tom, es una reacción al filme 2001: Odisea del Espacio, de Kubrick y su imponente soundtrack inicial (“Así habló Zaratustra”, de R. Strauss).

Una de las canciones mejor abocadas a los vagabundeos siderales es “Space Truckin”, de Deep Purple. “Tenemos música de nuestro Sol”, dicen luego de enlistar planetas y estrellas. Otra es “Spaceman”, de los Byrds, en la que se describen las visitas de seres extraterrestres, además de solicitar una abducción. “Supersonic Rocket Ship”, de los Kinks, por su lado, nos lleva a pasear a la velocidad de la luz, adonde sea que lo deseemos, sin importar nuestro dinero o clase social. En tiempos recientes, Muse se acercó al espacio para hablarnos de un amor posesivo. El resultado fue “Supermassive Black Hole”. Nuestros preferidos en la materia, empero, son los de Modest Mouse. Ellos han hecho un par de discos inspirados en la estratósfera: This Is A Long Drive For Someone With Nothing To Think About (increíble desde su título) y The Moon & Antartica. En ellos se hallan piezas magníficas. Mucho más ligero y comercial es Bruno Mars cantando “Moonshine”, apelativo de mujer que lo lleva al orgasmo extraterrestre.

Otros favoritos son los temas que el trío canadiense Rush escribió inspirado en Cygnus X-1, fuente de rayos X situada en la Galaxia del Cisne y gracias a la cual se comprobó la existencia de los abismos negros. Dividida en dos partes pertenecientes a los discos A Farewell To Kings y Hemispheres, se integran con casi treinta minutos de música virtuosa que pasa de lo instrumental a lo cantado gracias a la ficción lírica de Neil Peart, baterista y letrista. Siguiendo con el progresivo (género amante de las fronteras con lo fantástico), no podemos dejar de mencionar a Camel. Su “Lunar Sea” es un monumento guitarrístico de Andy Latimer. Escúchelo. Las listas de los mejores ejecutantes no le han hecho justicia.

Esta compilación podría seguir con Belle&Sebastian (“Space Boy Dream”), Tokio Police Club (“Citizens of Tomorrow”), más lo que recuerde nuestra lectora, nuestro lector, y hasta con géneros como… el chachachá. ¿Se acuerda de que los marcianos llegaron ya? Así las cosas, lo cierto es que no podíamos aterrizar sin mencionar lo hecho por el propio doctor Brian May con Queen, alrededor del planeta Mongo. Se trata de la grandilocuente y poderosa música de la icónica cinta Flash Gordon de 1980, recomendable para un día como hoy. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.