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Celulares y videojuegos no permiten la parte afectiva, dice la compositora Leticia Armijo

Los cursos infantiles de verano padecen un limbo jurídico, señala experta

Las normas de la SEP omiten regular esas actividades, afirma Lourdes Sáenz Esquivel

 
Periódico La Jornada
Jueves 30 de julio de 2015, p. 4

Los cursos infantiles de verano en México permanecen en un limbo jurídico, pues carecen de reglas.

Así lo señala Lourdes Sáenz Esquivel, especialista en mercadotecnia cultural. Al día de hoy, la normatividad de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para cursos de verano está dirigida a estudios con valor curricular, universitarios o de actualización para profesores, quedando un vacío en lo que respecta a los cursos infantiles.

Tampoco existe un registro oficial de esas actividades. Un hecho fehaciente, sin embargo, es que han experimentado un auge considerable en su número en las dos décadas más recientes, según la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

Ese fenómeno se debe, sobre todo, a que se han han convertido en una alternativa indispensable en estos tiempos en los que los dos padres necesitan trabajar y solucionar qué hacer con sus hijos en las vacaciones de verano.

Se les encuentra por doquier, incluso en número desmesurado, tanto en los puntos más exclusivos de la ciudad como en las zonas más populares; los hay de todo tipo y para todos los bolsillos, lo mismo de alguna actividad artística, científica o deportiva que de economía doméstica, regularización escolar o esparcimiento. Algunos son tan extravagantes como aprender a colocar uñas.

Las interrogantes obligadas son hasta dónde resultan de provecho para los menores o cuáles son los beneficios más allá de representar, en algunos casos, una versión camuflada de guarderías, así como una opción para no permanecer pasivos en casa frente al televisor, los videojuegos o las computadoras. Una más: ¿entrañan riesgo o peligro?

Interactuar y convivir, esencial

Especialistas en pedagogía, como la compositora Leticia Armijo, han hallado varios puntos en favor de los cursos infantiles de verano.

Una de las bondades, en opinión de la también investigadora y promotora cultural, es la oportunidad de interactuar y convivir que ese tipo de actividades permite entre los menores, lo cual es esencial para su desarrollo emocional, sicológico y social.

Que los niños puedan convivir con otros que no conocen es muy importante en una sociedad como la actual, en la que desde muy pequeños tienen puesta su atención en el teléfono celular, se la pasan pegados a él y eso genera mayor aislamiento y el individualismo, explica.

Es esencial que desde temprana edad, las personas se vean a los ojos, que interactúen, jueguen, se toquen, que haya una parte afectiva que celulares, computadoras y videojuegos no permiten.

Sin embargo, por cuestiones de índole económica o por mera falta de iniciativa paterna, el entretenimiento más accesible en vacaciones sigue siendo el que proporcionan esos aparatos electrónicos, destaca Lourdes Sáenz, también promotora cultural.

Eso acarrea diversos problemas, asegura, de origen intelectual y de socialización, pero sobre todo de naturaleza fisiológica, pues permanecer tanto tiempo sentados, sin actividad física, origina sobrepeso.

La organización de la mayoría de esos cursos se debe a instituciones públicas y escuelas privadas. Aunque también los hay de particulares, los cuales acondicionan patios o alguna habitación de su casa o incluso sus negocios para hacer las veces de guarderías encubiertas.

Este último es el caso de una estética de la colonia Álamos, en el DF, donde se imparte un curso, sobre todo a niñas, para enseñar a colocar y decorar uñas artificiales. O en el pueblo de La Candelaria, Coyoacán, donde un particular acondicionó su destartalado garaje para regularizar niños de primaria estas vacaciones.

Al respecto, datos de la Profeco determinan que en el receso escolar del 9 de julio al 21 de agosto los precios de los cursos infantiles de verano en la ciudad de México y el área metropolitana van de mil 500 hasta casi 14 mil pesos y que se atiende a personas de tres a 15 años de edad.

De acuerdo con Leticia Armijo, docente en la Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México, los cursos orientados a actividades o disciplinas artísticas son los de mayor beneficio para el intelecto y el desarrollo humano de los niños.

Eso, explica, porque impulsan, acrecientan y moldean el lado emocional y cognitivo de los pequeños, al desarrollar los dos lóbulos cerebrales mediante nuevas conexiones, como ocurre con la música, la danza y la pintura.

También fomentan el trabajo de la parte colectiva, algo que se está perdiendo; estamos en una sociedad individualizada donde lo más importante es únicamente lo de uno, agrega.

Especialistas en el tema advierten de algunos riesgos de los cursos de verano y uno de los principales es la falta de planeación, de preparación e incluso de seguridad por sus organizadores.

En este periodo vacacional es cuando el índice de accidentes se incrementa, por lo que se requiere de supervisión constante, advierte Lourdes Sáenz.

Es muy importante investigar qué ofrece cada curso y elegir en función del gusto y habilidad del niño o el área que se quiere reforzar; conocer si tienen un programa bien diseñado que ayude a su desarrollo cognitivo y maduracional; su costo; la cantidad de participantes por grupo. Lo idóneo es un número reducido para una mejor atención y cuidado, recomienda.

Si cuentan con instalaciones adecuadas; higiene, personal capacitado y con experiencia; acercarse a la persona responsable; conocer a supervisores o coordinadores del curso; solicitar los números telefónicos de los responsables directos de los niños para tener comunicación en caso de imprevistos; saber si cuentan con seguro o servicio médico; conocer el protocolo de seguridad para la recepción y entrega de los niños, así como en los paseos programados, entre otras.

Leticia Armijo también se refiere al riesgo de esos cursos, en particular los patito, como se denomina a los que son improvisados, muchos de los cuales pueden ser impartidos por músicos, bailarines o pintores, pero sin conocer de métodos pedagógicos.

Es muy peligroso que una persona sin conocimientos para enseñar esté al frente de estas actividades, enfatiza. Lo es porque no sólo puede dar una idea distorsionada o equivocada de la actividad que imparte, sino que incluso puede propiciar una lesión en el niño, como sería en un curso de yoga o danza.