Inda Sáenz se pone bajo la piel
de varias creadoras de obras de máximo nivel
poco conocidas en el país
Monta una exposición en la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde difunde el trabajo de una pléyade de colegas
En medio de la enorme diversidad y la falta de referencias del arte contemporáneo, recurrir a la historia y al oficio es una manera de resistir, explica a La Jornada
Martes 7 de julio de 2015, p. 4
Difundir el trabajo de pintoras como Sofonisba Anguissola (ca. 1532-1625) y Artemisia Gentileschi (1593-1652/3) posibilita una relectura
de la historia del arte al caer en la cuenta de que no es tan cierto lo que pensábamos: que no había mujeres que pintaran con alto nivel
.
Así se expresa la pintora Inda Sáenz (DF, 1957), quien hace 13 años asumió la tarea de dar a conocer una pléyade de colegas que trabajaron del Renacimiento al siglo XX.
Durante sus días estudiantiles en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, jamás se les mencionó
, dice Sáenz a La Jornada.
Esta situación, por fortuna, ha cambiado en algunos lugares, pues son mujeres más jóvenes las que empiezan a dar clases, que están informadas porque viajan. Fue después de que Sáenz las empezó a encontrar en la literatura de crítica feminista.
Crearse un linaje
Para su actual exposición en el Foro R-38, de la Universidad del Claustro de Sor Juana, Inda Sáenz eligió el título Pintura: genealogías en femenino, en la medida que un pintor crea o se inventa su propio linaje
.
Es decir, con quién te identificas, de dónde tomas elementos para trabajar o como punto de partida para lo que haces. Qué pintores consideras relevantes. Haces una genealogía que te da identidad y puntos de vista de dónde partir
.
Sáenz escribió alguna vez: “Comencé a copiar los autorretratos (de las pintoras) por la fascinación que me causaron; como un juego en el que quería entender a cada artista poniéndome bajo su piel. Copiar recreando una pintura es también una manera de aprender reafirmando una tradición que se basa en el oficio: en el hacer con las manos.
Finalmente, creo que en medio de la enorme diversidad y falta de referencias del arte contemporáneo, recurrir a la historia y al oficio es una manera de resistir.
La exposición, primero con el título Maestras, discípulas y alegorías, se ha montado en varios lugares del país con la finalidad de cumplir su función: acercar el público a la obra de estas pintoras poco conocidas en el país, excepto María Izquierdo, la única mexicana en la serie
.
Para la exhibición del Foro R-38 Sáenz incluyó cuatro cuadros de la serie Vanitas y naturalezas muertas, en la que hay autorretratos suyos.
Sofonisba y Artemisia, bien pagadas
Sofonisba, Artemisia y María Izquierdo son acompañadas por Nora Heysen, Angélica Kauffman, Elisabeth Vigée Lebrun, Marie Baskirtseff, Judith Lyster, Gabriele Münter, Natalia Goncharova, Käthe Kolwitz, Clara Peeters y Suzanne Valadon.
También le llamó la atención que Sofonisba y Artemisia, por ejemplo, fueron muy famosas en su tiempo. Tenían encargos y su quehacer era bien pagado. Trabajaban con ayudantes en talleres como los de los pintores de su época. Artemisia, por ejemplo, tenía como ayudantes a sus hermanos.
Sáenz reconoce, por otro lado, que fue a finales del siglo XIX cuando las academias de arte se empezaron a abrir a las mujeres. Sin embargo, fue en la centuria pasada cuando ellas, sin provenir de una familia de artistas, entran a la academia, se forman y desarrollan una profesión independiente.
La exposición Pintura: genealogías en femenino reúne 21 obras y concluirá el 18 de julio en el Foro R-38 de la Universidad del Claustro de Sor Juana (San Jerónimo 24, Centro Histórico).