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La comunidad musical homenajeó al arreglista Eduardo Magallanes en el Teatro de la Ciudad

Es obligación de los músicos dar al pueblo obras de calidad

Se debe atender la ingente necesidad de hacer buenas creaciones, sobre todo entre la niñez, destacó en entrevista el también productor y compositor

Desconoce en cuántas canciones ha colaborado; destacan las que ha musicalizado para José José, Juan Gabriel y Angélica María

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Eduardo Magallanes (al centro) agradeció a la vida y a su familia, que siempre lo ha apoyadoFoto Antonio Nava
 
Periódico La Jornada
Sábado 6 de junio de 2015, p. 8

Los músicos de cualquier país, no sólo los mexicanos, tienen que hacer un esfuerzo para dar al pueblo obras de calidad; esta es una obligación de todos los que concursan en la industria del ramo, y aunque la música no sea algo industrial, sino un arte en sí mismo que puede ser negociado por una industria, como un producto, tenemos que ofrecer buen nivel, el mejor. Claro, para eso falta instrucción del arte sonoro desde la niñez, expresó en entrevista Eduardo Magallanes, arreglista, compositor y productor que recibió un homenaje la noche del pasado jueves, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

El emotivo tributo fue organizado por Música el Bicentenario AC. Se reconoció la labor de un mexicano que ha hecho sentir la música a millones y a varias generaciones. Falta atender más esa ingente necesidad de crear buena música, sobre todo para los niños, añadió.

En los camerinos esperaban su momento para pisar el escenario Manoella Torres, Angélica María, Fernando de la Mora, Olivia Gorra, Jas Devael, Natalia Sosa, David Andrés Hernández y otros, quienes han recibido la gracia y el talento de Magallanes en alguna de las miles de canciones que ha arreglado, entre ellas éxitos de Juan Gabriel y José José.

Según el sapo...

Magallanes es el sastre musical de infinidad de compositores e intérpretes. No sabe de cuántos. Me voy a poner a investigar eso, lo prometo. ¿Cómo cobro? Según el sapo es la pedrada. Y hay mucho batracio choncho.

Feliz, se tomó, sin exagerar, unas 100 fotos con sus familiares, amigos y admiradores que llenaron el foro de Donceles. Honor a quien honor merece. Por unanimidad, Lalo, como lo llaman las damas, se ha ganado el aplauso. Mientras mejor música haya, más niños querrán ser músicos. Ellos desearán ser como sus maestros, como sus referentes.

–¿La mala música deforma?

–No hay mala música, sino música que no merece ser tratada más que como producto chatarra. Por eso hay que tener los referentes de la buena música, del género y del estilo que sea, así como de cualquier época.

–¿A quién corresponde velar por que haya buena música?

–¡A todos! ¿El Estado? El Estado somos todos. Sí, es cierto que el gobierno tiene gran responsabilidad, así como la iniciativa privada, pero no se les debe dejar todo. Es conveniente que esto lo cuide toda la ciudadanía.

–¿Un arreglista es un sastre a la medida de un compositor?

–Esa es una analogía válida. No me gusta, pero la hemos utilizado, porque la gente así puede entender más y mejor nuestro trabajo. Un arreglista es, simplemente, un coautor. La obra primigenia es del compositor, pero el arreglista tiene que ver mucho con la creación. La figura del sastre no es buena, porque la música no es un asunto de diseño de modas, sino de arte. La orquestación es en sí misma un arte. El arreglismo es un oficio estético.

¿Cuántos arreglos he hecho? No sé. Ahí sí me agarra en curva. No tengo numeralia, y debería tenerla. Desde ahora me propongo tenerla. ¿Cómo cobro? Las cosas tienen el precio de la necesidad. ¿El dinero? Según el sapo es la pedrada.

Las melodías

Previamente, la música fue la materia, la esencia, el trabajo. El homenaje tuvo el título de ¿A dónde va nuestro amor?, nombre de una de las baladas más famosas arregladas por Magallanes, que hizo famosa Angélica María. Una big band, dirigida por Chucho López Herández, tocó una obertura que sintetizó algunas de las composiciones en las que ha brillado el trabajo de Magallanes. Los aplausos se sucedieron y cada quien se hundió en sus recuerdos con Mexicano, Frenesí, Alma mía, Resulta que te quiero, Acaríciame y Vivo sin ti.

Manoella Torres, la mujer que nació para cantar, como la nombró Armando Manzanero, interpretó Acaríciame, profunda reflexión sobre la libertad sexual. El comienzo de la rola es arrobador, con el sonido del piano. Manoella se lució con sus maduros graves. Es un honor, un privilegio, estar aquí esta noche, comentó la hermosa chatita.

Claudia Sierra entró al quite. De último momento no pudo asistir Estela Nuñez, por un problema de salud. Cantó la dolorosa Vivir sin ti. Tocó el turno a Angélica María, la verdadera Novia de México, quien lanzó a los cuatro vientos ¿A dónde va nuestro amor?, balada para nada baladí. Por el contrario. Miles en el Teatro de la Ciudad corearon la romántica y dubitativa creación. Angélica aún maneja aires y suspiros. Magallanes se puso de pie y Angélica le mandó besos al por mayor. ¡Te adoro y te agradezco con el alma!

Llegó una retahíla de diplomas y testomonios para Lalo, quien subió al escenario para recibirlos. Se unieron al tributo diversas asociaciones, como las nacionales de Intérpretes y de Actores; gremios, como el Sindicato Único de Trabajadores de la Música, así como la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, la Cámara de Diputados, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, entre otros organismo. Se anunció que en fecha próxima se rendirá un homenaje a Magallanes en la Sociedad de Autores y Compositores de México.

El homenajeado dijo que agradecía a la vida lo que le ha dado y a su familia que siempre lo ha apoyado. Se escucharon los gritos de sus numerosos nietos.

Acabado el protocolo, el programa continuó con la soprano Olivia Gorra, quien hizo de la noche un deleite con Contigo a la distancia. Fernando de la Mora forzó sus pulmones con Granada, de Lara. Jaz Devael fue para muchos un descubrimiento: pone su toque de flamenco a las piezas de Juanga. Natalia Sosa revivió El fandango aquí, de Marcial Alejandro. David Andrés recordó los buenos días de José José y resucitó El triste, con el arreglo de Magallanes.

La noche se alargó y Eduardo Magallanes navegó por el mar de los arreglos musicales. Olas van, olas vienen.