Opinión
Ver día anteriorJueves 21 de mayo de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Fuentes del crecimiento
A

nte la inminente presentación del informe sobre el desempeño de la economía en el primer trimestre han empezado a anunciarse disminuciones en las previsiones de crecimiento para 2015. El Banco de México ha reducido por tercera vez su previsión para este año llegando a una cifra de entre 2 y 3 tres por ciento, un punto porcentual menos que lo inicialmente estimado. Las razones han sido apuntadas también ya varias veces: las exportaciones han perdido dinamismo porque la economía de Estados Unidos ha presentado una actividad menor a la que se esperaba; los ingresos petroleros han caído y lo harán más en el futuro inmediato debido a la fuerte reducción del precio del crudo, así como a la menor producción. Estos dos factores centrales para explicar el desempeño de nuestra economía son externos.

Frente a este panorama externo adverso los diseñadores de la política económica no se plantean ninguna acción. La Secretaría de Hacienda aguarda para, como lo ha hecho los dos años anteriores, reducir su previsión. Pero para el país no se trata de un ejercicio de planeación, sino del compromiso de un gobierno con un requerimiento de crecimiento. Consecuentemente debe responder ante las dificultades que se presenten, contrarrestándolas con las medidas necesarias. En otras experiencias ante la pérdida de dinamismo del sector externo se ha acudido al estímulo de las fuentes internas del crecimiento.

Los factores internos que pudieran dinamizar el comportamiento económico son el consumo y la inversión. Ambos pueden descomponerse en una parte gubernamental y en otra privada. El consumo privado registra el de los hogares. En este rubro, la información reciente da cuenta de factores positivos de corto plazo que –según el Banco de México– son interesantes pero requieren consolidarse. La inversión, en cambio, perdió dinamismo en sus diferentes componentes: en la compra de maquinaria y equipo, tanto nacional como importado, en la construcción residencial y no residencial, lo que muy probablemente tiene que ver con la caída de los indicadores de confianza de los empresarios.

El análisis del consumo de los hogares presentado por el Banco de México indica una evolución favorable que pudiera ser favorable. Este comportamiento no parece consistente con el desempeño general, por lo que se ha intentado explicar con diversas hipótesis. La mejora en el consumo se sostiene en el incremento en las ventas de la Asociación de Tiendas de Autoservicio y Departamentales y en un ligerísimo repunte del crédito bancario al consumo. Hay información, además, sobre la venta de autos nuevos que ha mostrado incrementos sensibles respecto de 2014, lo mismo que los ingresos de empresas comerciales.

La primera se asocia a factores claramente temporales. El de mayor peso es el gasto electoral que, como podemos ver en las calles y en los medios, implica una derrama significativa de dinero con efectos positivos hacia adelante y hacia atrás. Otro factor explicativo es la baja en la tasa de interés y las promociones de compras a meses sin intereses. Se habla también de factores como la depreciación del peso frente al dólar, que llevaría a adelantar consumos. Como se aprecia se trata de cuestiones claramente temporales.

Otra fuente de explicación es lo que el Banco de México llama moderada mejoría en el mercado laboral. Lo que se aprecia es el aumento sostenido del número de trabajadores afiliados al IMSS, la reducción de la tasa de desempleo y un ligero repunte del sueldo promedio de los asalariados que, sin embargo, se mantiene lejano de los niveles de variación alcanzados en el tercer trimestre de 2006. Se trata de factores que resultan del funcionamiento general de la economía y que pudieran no ser duraderos. Un dato interesante es que, de acuerdo con la Encuesta nacional de Empleo y Ocupación, lo que ha crecido son los empleos de menor remuneración.

Esto indica que sigue siendo indispensable que el gobierno federal instrumente acciones que estimulen significativamente la demanda interna, lo que se consigue mejorando realmente las remuneraciones de los asalariados y la calidad de los empleos. La política económica tiene que proponerse acciones que permitan afrontar las dificultades. No se hace política económica aceptando simplemente cambiar previsiones.