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Las lecciones de Syntex
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caba de aparecer una nueva revista del Foro Consultivo Científico y Tecnológico con información sobre ciencia, tecnología e innovación, la cual está orientada principalmente a tratar los temas de la vinculación entre la investigación científica y las empresas. Una de las secciones de la publicación electrónica que comenzó a circular el pasado viernes 15 de mayo está dedicada a documentar los casos de éxito de esta relación, incluyendo en su primer número una combinación entre experiencias exitosas actuales, y otras del pasado, a las que se podría considerar íconos de la asociación fructífera entre la industria y las instituciones de educación superior en México, como la que dio lugar en 1951 al surgimiento del principio activo de los anticonceptivos orales en la farmacéutica Syntex.

El texto titulado México en los orígenes de la píldora anticonceptiva, firmado por Luz Olivia Badillo, que aparece en el primer número la revista Forum. Noticias del foro consultivo, tiene una particularidad, pues además de describir algunas condiciones que hicieron posible que el científico mexicano Luis E. Miramontes lograra la síntesis de la noretindrona, se detiene también en los hechos que determinaron el final de la relación positiva entre el Instituto de Química (IQ) de la UNAM y la farmacéutica, de lo cual, en mi opinión, se desprenden importantes lecciones para hoy y el futuro.

El liderazgo que adquirió Syntex a escala mundial en la investigación sobre la química de esteroides en los años 50 del siglo pasado, fue en gran medida el resultado de la asociación entre un grupo de científicos extranjeros llegados a nuestro país (entre ellos Carl Djrassi y George Rosenkranz), con químicos mexicanos que trabajaban en la Escuela Nacional de Ciencias Químicas (ENCQ) y el IQ, como Jesús Romo, Octavio Mancera, Luis E. Miramontes y José Iriarte, entre muchos otros.

Basada en los trabajos de Felipe León Olivares, especialista en historia de la química en México, la autora extrae los elementos que podrían explicar el final de la relación virtuosa entre la UNAM y Syntex. Por un lado, la separación entre la investigación y la docencia, pues al inaugurarse la Ciudad Universitaria (CU) en 1954 quedaron separados el IQ de la ENCQ en la que se imparten los cursos de licenciatura. También la imposibilidad institucional para que los investigadores pudieran compartir su tiempo entre las labores académicas y las que impone la industria, y finalmente una especie de fobia por parte de algunos sectores hacia lo extranjero.

Era la época en que la investigación científica comenzaba su proceso de institucionalización y se conformaba una comunidad científica en esta área del conocimiento. De acuerdo con León Olivares, el IQ, localizado previamente en Tacuba, ocupaba ahora tres pisos en la Torre de Ciencias de la naciente CU y contaba con equipo. Surgían además los nombramientos de investigador de tiempo completo. Los sueldos que pagaba la farmacéutica Syntex eran muy dispares entre los científicos mexicanos y los extrajeros, e incluso en alguna ocasión Luis E. Miramontes, creador de la noretindrona (la cual llegó a convertirse la primera especialidad farmacéutica de Syntex), manifestó su inconformidad porque le otorgaron una regalía de apenas 10 dólares por su decubrimiento. Entonces –agrego yo– habría que considerar también entre las causas de la ruptura, los bajos sueldos pagados por esa industria.

Los miembros del IQ a quienes ofrecieron nombramientos de tiempo completo, en virtud de una política institucional que impedía compartir su tiempo en otras actividades (a mi juicio incorrecta, pues buena parte de la enseñanza la realizaban en Syntex mediante la dirección de tesis), tuvieron que decidir entre esta opción o continuar trabajando con la industria. Algunos como Jesús Romo se decidieron por la UNAM y otros como Octavio Mancera y José Iriarte se quedaron en Syntex.

El Instituto de Química recibía apoyos económicos y materiales de Syntex, y esta empresa fue absorbida en 1956 por la estadunidense Ogden Corporation. De acuerdo con Olivares: “(…) un día apareció una nota en un periódico informando que el IQ recibía apoyo económico de una trasnacional y subrayaba la circunstancia de trabajar por un ingreso extra. El tema se discutió en la Academia de la Investigación Científica que estaba en la Torre de Ciencias; la sesión fue polémica, por lo que Alberto Sandoval (director del instituto) decidió disminuir las relaciones académicas del IQ con Syntex. Algunos estudiantes resintieron esta situación y expresaron ‘entre envidias y traiciones es la historia de este país’”

En lo anterior hay lecciones importantes que hay que tomar en cuenta para la nueva etapa de la relación entre la academia y las empresas que está por venir.

A la memoria de Ana Elena Graf Barreiro