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La guerra por el DF
Archicofradía de la Cruz
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oy se celebra a la Santa Cruz, considerado el día de los albañiles, ya que en todas las construcciones se lleva a cabo un festejo auspiciado por el dueño, el arquitecto, los ingenieros o la constructora. Días antes los trabajadores, uno de los gremios más modestos y con la labor más ardua, levantan una cruz con materiales de la propia obra. Ya decorada, es la protagonista de la fiesta, en la que no faltan las carnitas, el chicharrón, la barbacoa, muchas tortillas, cervezas y en algunos casos un buen pulque.

No se conoce con certeza cuándo comenzó a celebrarse de esta manera; se sabe que recuerda la cruz en la que fue crucificado Jesucristo. En México se conmemora desde el siglo XVI. En 1519 Hernán Cortés fundó la Archicofradía de la Santa Cruz, en agradecimiento por haber desembarcado con bien en lo que ahora es el puerto de Veracruz. De inmediato se afiliaron los miembros de la incipiente aristocracia novohispana, por lo que también se le conoció como cofradía de los caballeros. Levantaron una ermita en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, a un costado de la Calzada de Tlacopan, una de las cuatro que unía la antigua Tenochtitlan con tierra firme.

A mediados del siglo XVI la población española crecía aceleradamente, por lo que el Sagrario de la Catedral ya no tuvo la capacidad para registrar todos los nacimientos, matrimonios, defunciones y demás. Con fondos insuficientes para crear nuevas parroquias y en vista de que los templos disponibles pertenecían a órdenes religiosas, se acudió a la cofradía de Santa Catarina y a la Archicofradía de la Santa Cruz. Ambas habían fundado una ermita cada una y vieron con agrado la idea de convertirse en parroquias, lo que les daría prestigio y dinero.

De esa manera, en 1568 se crea la parroquia de la Santa Veracruz. A mediados del siglo XVIII el templo requirió reconstruirse para lo que se contrató al afamado arquitecto Ildefonso de Iniesta Bejarano, quien diseñó un elegante edificio barroco en tezontle y cantera chiluca. Tardó en construirse de 1759 a 1776, año en que se terminaron las torres y la portada lateral. La fachada de la casa parroquial la realizó el extraordinario arquitecto Lorenzo Rodríguez, autor también del Sagrario Metropolitano.

Originalmente, el interior lucía retablos barrocos primorosamente tallados en maderas preciosas, recubiertos de hoja de oro. Empero en las primeras décadas del siglo XX fueron destruidos; de aquella riqueza sólo se conservan unas cenefas doradas con querubines, que decoran las bóvedas.

En el ábside se aprecia El Cristo de los siete velos, que Carlos V regaló a la archicofradía. Otra imagen destacada es la Virgen de los Remedios también conocida como La Gachupina. Con el término gachupín los hablantes de la lengua náhuatl solían referirse a los españoles. Se le llamaba así porque era considerada la protectora de los españoles en México. Se dice que es la imagen original que se encontraba en el santuario que todavía existe en los Remedios, pero durante una fuerte sequía fue traída aquí para pedir lluvia, y no la regresaron.

Durante la Independencia se hablaba de la guerra de las vírgenes, ya que los insurgentes enarbolaban la imagen de la Guadalupana y los realistas la de los Remedios. En más de una ocasión se encontraron frente a frente en el fragor de una batalla.

En esta parroquia está enterrado el famoso arquitecto y escultor Manuel Tolsá. Vivía a unos pasos, en la que entonces se llamaba Avenida de los Hombres Ilustres. Solía asistir aquí con su familia a los servicios religiosos.

Para acompañar en su día a los admirados y queridos albañiles, que han construido tantas maravillas en esta ciudad a lo largo de los siglos, vamos a comer carnitas. Cruzando la Alameda, en la avenida Balderas 12, se encuentra El Kioskito. También hay sabrosos antojitos, de mis favoritos: las memelas, las quesadillitas de sesos, el chicharrón crujiente y los tacos de buche; por supuesto, con una cervecita bien fría.

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