Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 26 de abril de 2015 Num: 1051

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Tres poetas

José Kozer:
claroscuros de
emoción e inteligencia

Jair Cortés

La pintura en la
Bolsa o el arte
como valor seguro

Vilma Fuentes

Eduardo Galeano
y los zapatistas: con
los dioses adentro

Luis Hernández Navarro

Eduardo Galeano:
escribir en el
siglo del viento

Gustavo Ogarrio

Galeano y el
oficio de narrar

Adriana Cortés Koloffon
entrevista con Eduardo Galeano

Fragmento de
una biografía

Nikos Karidis

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
La Casa Sosegada
Javier Sicilia
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Alonso Arreola
Twitter: @LabAlonso

¿Tarde?… con Jools Holland

Es de noche. Es tarde. Es tan tarde que se está haciendo temprano. Va llegando el alba. Temporada de caza para el insomnio, nuestro cansancio no resuelve su caída aunque ha perdido la concentración. No se puede leer. No se puede escribir. Queda la televisión, su lento y efectivo knock out. El pulgar patalea incansable sobre el botón del control remoto. El control remoto patalea invisible cruzando el aire. La señal cambia y, de pronto, un rostro conocido; un semblante locuaz cuyo timbre de voz se eleva, lo mismo que la velocidad de su perorata. Si cerramos los ojos parece que un merolico británico intenta vendernos tónico para el dolor. Y en cierta forma es cierto. Ese programa de televisión es una verdadera medicina nocturna, una esperanza sonora que cambia el curso de la vigilia. Su nombre es perfecto:  Later… with Jools Holland.

En Inglaterra, su lugar de origen, se transmite a las 11 o 12 de la noche. Cambia de horario lo mismo que de día de la semana. Así ha sido a lo largo de veintitrés años y cuarenta y seis series o temporadas en la BBC. Es el más célebre programa de música del mundo desde 1992. No hablamos de un espacio de entretenimiento tipo David Letterman o Jay Leno, Jimmy Kimmel o Jimmy Fallon. Esos siguen la herencia americana de Johnny Carson: todo es breve, todo es superficial, las canciones son sólo una parte del espectáculo. Jools Holland, empero, apuesta por la música como centro del esquema, como un muestrario de géneros, tiempos y geografías que dialogan con naturalidad, en vivo, frente a una nutrida y receptiva audiencia.

Su esfuerzo es titánico. Cada emisión implica la producción de un pequeño festival. Hablamos de grupos y solistas del planeta entero que de manera alternada, en tres, cuatro y hasta cinco escenarios diferentes, comparten su obra sin importar qué tan nueva sea, qué tan de moda esté. El único parámetro es la calidad. Incluso podemos asegurar que aparecer allí es tan importante como ganarse un premio Grammy. Digamos que contestarle una pregunta a Jools Holland es algo que se puede presumir de por vida. ¿Paul McCartney, Baaba Maal, Smokey Robinson, Leonard Cohen, PJ Harvey, Herbie Hancock, Robert Plant? Piense en un nombre relevante y allí habrá estado. Hasta La Maldita Vecindad, Los de Abajo y el dúo de Rodrigo y Gabriela han aparecido representando a México. ¿Pero quién es el señor Holland?

A veces lo vemos tocando el piano con solvencia junto a sus invitados, acompañándolos sin jamás intentar el lucimiento propio. Su trayectoria le permite conversar con ellos de manera horizontal, no sólo con conocimiento histórico sino teórico e interpretativo. Tiene cincuenta y siete años de edad y más de cuarenta de una carrera que inició con Squeeze, su banda más conocida y a la que abandonó en 1980 para hacerse solista. Desde entonces no ha dejado de girar y grabar discos con mayor o menor fortuna comercial, lo que nunca ha ido en detrimento de su creciente reputación global. Porque sí, lectora, lector, Jools Holland es sintonizado en decenas de países y ha lanzado numerosos DVD’s con presentaciones memorables.

Así, cuando en estos días de furia se ahogan novecientas personas que intentan un mejor futuro, cuando los extremistas decapitan la diferencia, cuando estallan bombas cargadas por niños, cuando se despide, persigue y asesina a periodistas en México, cuando clamamos por respuestas justas para casos como los de Apatzingán y Ayotzinapa, cuando gran parte del mundo da la espalda a los diferentes, programas como el de Jools Holland adquieren una relevancia fundamental que es necesario promover si queremos darle la vuelta al guante de la atrocidad. ¿Somos ingenuos? Tal vez.

La pierna tiembla incontrolable sobre la cama. ¿Será demasiado tarde, Jools? Te vemos girar de un lado a otro, feliz en ese sueño de burbujas, uniendo lo que para tantos es imposible. Y entonces te acercas a un piano y, para no variar, pronuncias un nombre desconocido, Benjamin Clementine, por ejemplo. Dices que va a cantar  “Cornerstone”. Es un poeta y compositor negro que nos parte en dos, a la manera de Nina Simone: “I am alone in a box of stone, when all is said and done. As the wind blows to the east from the west, into this bed my tears have its solemn rest.” Apenas termina nos decimos que no, que no es tan tarde, que todo puede reconstruirse si el esfuerzo no sólo es acaparado por la urgencia de apagar el fuego, sino por la obligación de erigir nuevas rutas sentimentales. Una de ellas, sí, la de Benjamin Clementine. Gracias, señor Jools Holland, una vez más, por cambiar la página en el último, en el primer minuto del día. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos.