Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Cultural de La Jornada
Domingo 5 de abril de 2015 Num: 1048

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Philippe Jaccottet:
la hora de un poeta

José María Espinasa

Transiciones: del
papel a la red

Juan Carlos Miranda

Knausgard: escribir
para matar al padre

Carlos Miguélez Monroy

Tortuga
Luis Girarte Martínez

La espiral oceánica
Norma Ávila Jiménez

Arte para la gente
Blanca Villeda entrevista
con Elizabeth Catlett

La miseria de
Stephen King

Edgar Aguilar

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Columnas:
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Norma Ávila Jiménez

Proyecto de el Jardín Azul

Una esfera de 500 metros de diámetro, 75 pisos, capaz de
albergar a 5 mil personas, animales y plantas, sería la zona
residencial de la espiral submarina

Hace cinco años, con ayuda de un helicóptero, el artista holandés Ap Verheggen colocó, sobre un iceberg en el Ártico, dos esculturas ondulantes de cinco metros de largo cada una, representando trineos jalados por huskys siberianos. La obra de arte, Iceberg ride, fue su catarsis y llamada de atención al mundo ante la noticia de que los entusiastas ladridos de los perros al avanzar en busca de comida no se escucharían ese invierno en Uummannaq, una isla ubicada al noroeste de Groenlandia. El mar no se congeló lo suficiente, no formó la gruesa capa de hielo necesaria para que los cazadores inuits se desplazaran en sus trineos. El calentamiento de nuestro planeta se hizo evidente, situación que parece ser irreversible.

Dicha alteración global podría dar lugar a la elevación del nivel del mar hasta seis metros dentro de cien años, subraya el doctor Carlos Gay García, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático de la unam. “El calentamiento de los océanos y el derretimiento de los glaciares de Groenlandia y la Antártida dejarían a la Península de Yucatán, la costa del Golfo de México, Nueva York, Bangladesh y a muchas islas bajo el agua, sería desastroso.” Aclara que el hielo flotante sobre las aguas polares, al deshacerse no incrementa el nivel del  mar, “son como cubos de hielo en un coktail. El aumento lo ocasionan los hielos continentales al caer al agua y derretirse”.

“Este proceso a largo plazo puede combinarse con aumentos de temperatura y desatar eventos que no caen dentro de los modelos climáticos conocidos, son sistemas complejos. Por ejemplo, en 1998, hubo récord en temperaturas altas en el planeta y a eso se le sumó el fenómeno meteorológico El niño, lo que dio lugar a huracanes y sequías intensas. Los escenarios podrían ser devastadores.” En este punto no puedo dejar de comparar lo apuntado por el doctor Gay con pasar por un bochorno menopáusico y, en ese momento, sumar una temperatura ambiente de 39 grados. Realmente se siente devastador.

Las noticias son preocupantes: las cortezas de los polos se están derritiendo a una velocidad de 500 kilómetros cúbicos por año, aseguró Angélika Humbert, especialista en glaciología del Instituto Alfred Wegener, en un estudio publicado el año pasado. Según los datos obtenidos por el satélite de la Agencia Espacial Europea, el CryoSat 2, desde hace cinco años se ha duplicado la velocidad del derretimiento de los polos; durante los últimos veinte años, 295 mil millones de toneladas de hielo se han fundido debido a la acción humana –por la quema de combustibles fósiles y al metano emitido por el excremento del ganado bovino (¡puuuf!)–, y 130 mil millones por causas naturales, asegura Ben Marzeion, investigador de la Universidad de Innsbruck, en la revista Science publicada en agosto de 2014.

Una de las especies favoritas de la mayoría de la gente –por estar esponjaditos o recordarles su niñez–, los osos polares, también sufren las consecuencias de un calentamiento global que poco a poco está dejando a estos mamíferos sin la oportunidad de caminar sobre el hielo duro en busca de sus presas. En el portal del grupo de conservación Polar Bear International, se informa que en nuestro planeta existen entre 20 mil y 25 mil osos blancos distribuidos en diecinueve poblaciones: de éstas, cuatro van en disminución.

Ante este panorama, que próximamente podría dejar a los seres vivos con el agua arriba del cuello, la empresa japonesa Shimizu ha planteado la posibilidad de construir una Espiral Oceánica. El Jardín Azul, una esfera de 500 metros de diámetro, 75 pisos y capacidad para albergar a 5 mil personas, animales y plantas, ubicada en la parte superior de esta ciudad submarina, será la zona residencial. Grandes ventanales ubicados en el hotel, departamentos, laboratorios y espacios recreativos, permitirán intercambiar miradas con ballenas, peces y delfines.

El diseño de esta estructura acuática, explicado a esta periodista por Hajime Inose, director de Operaciones en México de Shimizu América del Norte, muestra la espiral ubicada debajo del Jardín Azul, que desciende hasta los 40 mil metros de profundidad. En esta zona, denominada Infra Espiral, es donde “se generará energía limpia a partir de una tecnología que aprovecha la diferencia de temperatura oceánica: 20 grados en la parte superior, templada por los rayos del Sol, y dos grados a mil 500 metros de profundidad. Aquí también se obtendrá comida y agua dulce a partir de un proceso de desalinización”.

En la parte más baja de la Espiral Oceánica, la Fábrica de la Tierra, será posible almacenar y reciclar las emisiones de bióxido de carbono para evitar la contaminación y se fortalecerá la acuacultura, entre otras técnicas para aprovechar los recursos marítimos, subraya Hajime Inose. “Como alcanzará hasta los 40 mil metros de profundidad, no conviene ubicar a esta ciudad y planta de energía sobre placas tectónicas: los mares del Oriente Medio o de África serían las zonas ideales” para este viaje al fondo del mar. De hacerse realidad, la construcción de este espacio que actualmente remite a la ciencia ficción, tal vez algunos de sus futuros residentes en alguna de sus travesías oníricas desearán encontrarse con el calamar gigante que retó al capitán Nemo, o con la rémora que detuvo los navíos de Marco Antonio y Calígula.

“En Shimizu hemos plasmado un sueño en estos primeros dibujos de la Espiral Oceánica. Probablemente con el tiempo cambie el concepto, debido a su propia evolución y a las finanzas. Tal vez esta empresa primero reduzca a cero la emisión de contaminantes en sus edificios terrestres y luego desarrolle lo mismo en su estructura acuática.”

Mientras se construye esta alternativa para aprovechar los recursos marinos y refugiarse de la elevación del mar, hay que aprender a nadar.