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Lo que delincuentes dejan de los cadáveres es nada; parecen crímenes perfectos

Espeluznantes, los métodos usados en México para desaparecer personas: forense peruano

En la identificación de cuerpos, la PGR hace el trabajo rápido y mal, asegura Franco Mora

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La Procuraduría General de la República no cuenta con el personal suficiente ni especializado en identificación forense, asegura el experto Franco MoraFoto Sanjuana Martínez
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 22 de marzo de 2015, p. 10

El trabajo de Franco Mora consiste en devolver la identidad a personas muertas. Trabaja entre cadáveres, concretamente con huesos y tejidos. Y reivindica sus derechos: “Hablamos mucho de los derechos de los vivos, pero nos olvidamos de los derechos de los muertos, como la restitución de la identidad.

Todos tienen derecho a terminar sus días de manera digna, no en una fosa común o enterrados en mitad de la nada, señala.

Mora es coordinador del área de investigación forense e identificación del Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), organización no gubernamental que trabaja en la búsqueda de desaparecidos en Perú y ahora en México, a cargo de varios casos, entre los que se encuentra la identificación de Rosendo Radilla, desaparecido en 1974 y visto por última vez en un retén militar en la Costa Grande de Guerrero, de acuerdo con la sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Después de trabajar en México, Mora dice sentirse muy sorprendido. Primero, por el gran número de desaparecidos que existe en México y luego por los métodos criminales usados, los cuales no había visto jamás: “En México se utilizan métodos nunca antes vistos; ni en Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Brasil o El Salvador, donde la Mara desaparece gente. Nunca habíamos visto ese método de las cocinas, del pozolero; son cosas raras, realmente espeluznantes.

Lo que queda de los cadáveres es nada, nada. Hay desapariciones en este país que son los crímenes perfectos, dice en entrevista con La Jornada.

Hace unos días, representantes de organizaciones civiles denunciaron ante las audiencias temáticas realizadas en la CIDH que las desapariciones forzadas continúan ocurriendo en México en un contexto de impunidad generalizada, y han convertido al país en un enorme cementerio de fosas clandestinas.

Ante este panorama, Mora dice que el problema es que la Procuraduría General de la República (PGR) no tiene la cantidad ni el personal especializado requerido: “Y sigue sin tenerlo, en un problema que es infinitamente enorme. Son pocas personas destinadas a la cuestión forense, y eso hace que tampoco se pueda avanzar. Además hacen cosas rápidas y sin hacerlas bien, por la presión. Se entiende la presión de los familiares, porque hay un derecho a saber.

Lastimosamente, los tiempos de los familiares son diferentes a los tiempos de la justicia. La justicia es muy lenta. Ellos requieren respuestas inmediatas.

Por eso, algunas organizaciones no gubernamentales han empezado a solicitar sus servicios. Los familiares de las víctimas en México se han organizado para buscarlas, para crear un registro nacional ciudadano de personas desaparecidas, como lo está haciendo Ciencia Forense Ciudadana y Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León (Fundenl), donde el número de casos supera 3 mil.

Mora acaba de entregar los resultados de un análisis de ADN realizado al presunto cuerpo de Brenda Damaris González Solís, desaparecida el 31 de julio de 2011 en el municipio de Santa Catarina, Nuevo León. El gran número de irregularidades en la investigación realizada por la Procuraduría de Justicia del estado y en la entrega de restos provocó que sus familiares y Fundenl solicitaran un peritaje independiente que diera certeza de su identidad.

El peritaje comenzó el 10 de septiembre de 2014 con la exhumación de los restos, a cargo de Mora y un perito del Equipo Mexicano de Antropología Forense, que hicieron la custodia y el traslado, así como la toma de muestras, que se enviaron al laboratorio Bode Technology en Washington, proceso que fue supervisado por la organización Gobernanza Forense Ciudadana.

Al entregar los resultados, la madre de la víctima, Juana Solís, lloraba; la tristeza del resto de los familiares de desaparecidos era evidente. El resultado fue positivo: “Cuando me llegaron los resultados de Brenda pensé mucho cómo iba a decirle a su familia.

El resultado era bueno y malo: bueno, porque le va a dar tranquilidad a todos, y malo, porque llegó el momento de aceptar que su hija está muerta. Es lo más terrible. Una historia de esperanza, pero con un final no feliz. Ella en el fondo seguía abrigando la esperanza de que los restos no fueran. Los familiares se sienten contentos porque la larga espera terminó, pero tristes al mismo tiempo.

La familia de Brenda Damaris ha tenido que esperar cuatro años para tener la certeza sobre los restos que les entregaron. Los graves errores cometidos por las autoridades, como el mal manejo de la escena del crimen, la recuperación de los restos humanos en el lugar del hallazgo que fue realizada sin seguir los protocolos de preservación, porque fueron mezclados con los de una segunda persona y se entregaron de forma incompleta, o por ejemplo la notificación no oficial de la localización de los restos hecha por conducto de la monja Consuelo Morales, directora de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, y no de una autoridad judicial.

Mora dice que la entrega de los restos se hizo de manera indigna: Les entregaron huesos empacados en bolsas de plástico, cosa que no se hace, porque puede provocar algún hongo en los restos. El cuerpo estaba incompleto. Faltaban varios huesos. La familia tenía una duda razonable para no aceptarlo. Ahora ya puede estar tranquila; sí es su hija. No podemos devolverle la vida, pero lo que sí podemos darle es su identidad, su dignidad y la posibilidad de ser enterrados con su nombre.

Etapa de negación

El trabajo del antropólogo y arqueólogo forense peruano se desarrolla entre cadáveres: el forense trabaja con la muerte y a veces pasamos tanto tiempo entre muertos, que ya ni siquiera sabemos de qué lado andas, dice con una sonrisa.

Comenta que en el caso Radilla las dificultades han sido enormes: “Hay un desconocimiento de los agentes del Ministerio Público mexicanos de cómo se lleva a cabo una investigación forense. Cuando les pedí la ficha de datos de Rosendo Radilla fue una sorpresa saber que no la habían tomado. Es trágico. Les dije: ‘Con todo respeto, ¿cómo carajos querían identificar a Rosendo si ni siquiera sabían cómo era al momento de su desaparición?’”

Después de conocer la gran cantidad de desapariciones que existen en México, Mora señala que sorprende la poca o nula acción de las autoridades en la búsqueda forense. El gobierno mexicano está pasando por una etapa de negación. Y lo hace porque no tiene una estrategia clara de cómo abordar el problema. Parecería que la administración de Enrique Peña Nieto está en el limbo.

Añade: “En la medida de que la violencia es cotidiana en México, el gobierno prefiere no admitir que tiene un problema que ya se le salió de las manos, como las desapariciones forzadas.

Las desapariciones en México son un tema muy complejo y un desafío para la ciencia forense, indica.

Explica que la investigación forense lo que pretende es esclarecer la comisión de un delito común o uno de lesa humanidad, y todas las etapas, como el análisis preliminar, la recuperación de evidencias y la identificación, tienen una razón de ser: devolver la identidad, esclarecer cómo murió y las circunstancias.

Por tanto, señala que es muy grave no tener personal especializado en el hallazgo de una fosa clandestina: “Cuando excavas, la fosa común y todo lo que está alrededor se convierten en elementos de análisis para interpretar lo que pudo haber pasado con la persona, si fue ejecutada allí, si la fosa fue hecha con pala o máquina, si es profunda, si está a flor de tierra, si le tiraron cal encima…”

Mora investiga la búsqueda de desaparecidos en Perú, producto de la violencia y la dictadura de Alberto Fujimori. Oficialmente hay 15 mil 731 desaparecidos, de los cuales se han encontrado menos de uno por ciento.

Señala que en Perú, donde existe el equipo forense desde 2005 y se han exhumado como 3 mil cuerpos y han identificado a unos 2 mil, “si van a ese ritmo, la Defensoría del Pueblo dice que les tomaría 70 años en exhumar todos los cuerpos de los desaparecidos. Nosotros hicimos un ejercicio de cuánto nos tomaría identificarlos, y serían unos 200 años.

En México ni siquiera hay una cifra real de desaparecidos; dicen oficialmente 27 mil o 30 mil personas. Y hay un problema muy claro, estos casos siguen ocurriendo, pero no hay un conteo real.