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Se estrenó la pieza hecha ex profeso para el DF por Hermann Nitsch

La Sinfonía Für Mexico City llevó al público de la turbación al goce
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El italiano Andrea Cusumano dirigió a los intérpretes de la sinfonía de Nitsch, entre ellos a artistas del Conservatorio Nacional de Música y del ensamble LiminarFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de marzo de 2015, p. 6

El día del estreno de Sinfonía Für Mexico City, del compositor y fundador del accionismo vienés, Hermann Nitsch (Viena, Austria, 1938), llegó. La noche del viernes más de 300 personas se conmovieron con la sonoridad de la obra y los ruidos electrónicos del artista austriaco, cuya visita al país causó gran expectación.

La Capilla del Señor de Santa Teresa, del Museo Ex Teresa Arte Actual, resultó insuficiente para recibir al público que asistió al concierto en el que participaron 40 músicos, algunos del Conservatorio Nacional de Música y otros del ensamble Liminar.

La mayoría de la gente permaneció de pie todo el concierto y algunos incluso se sentaron en el piso, ya que los pocos asientos que fueron colocados en el recinto estaban destinados para los invitados de los artistas y de la embajada de Austria.

Sin la presencia de Nitsch, quien se enfermó al llegar al Distrito Federal, se interpretó la pieza compuesta ex profeso para México, bajo la dirección del italiano Andrea Cusumano. Con la capilla abarrotada y en medio de un sonido agudo, que al principio resultaba molesto en el oído, comenzó la sinfonía y con ella su estallido de sonidos, tonalidades e intensidades.

Se inició el concierto y el público parecía no comprender lo que escuchaba. Algunas personas miraban el techo, otras no dejaban de leer el programa de mano y otras más volteaban a ver al compañero de al lado, pero conforme transcurrió la sinfonía percibieron la armonía de las percusiones, los metales y los violines. Su mente se sumergió en el mundo musical de Nitsch, ese donde se junta la tragedia con la belleza.

Respeto por el sonido

Fue una noche caótica, rara, intensa y maravillosa, porque todo eso transmitía la música de Nitsch. Cada momento sonoro era un vaivén de emociones. Los paisajes musicales inundaron el recinto. El brutal sonido del artista vienés se expandió fuera del Ex Teresa, ya que el concierto se transmitió en una pantalla.

Para Hermann Nitsch, los ruidos, así como todo aquello que nos rodea, puede ser introducido en la creación. El acercamiento del artista hacia la música parte de un profundo entendimiento y respeto por el sonido, ya que lo trata como entidad viva, capaz de producir los más diversos estados de conciencia.

En Sinfonía Für Mexico City se vivieron grandes emociones a través de las emisiones de un silbato y de unas matracas de madera, quizás el toque mexicano que eligió Nitsch para la obra. También generó alegría una marcha, que se repitió varias veces.

Al final del concierto, al que asistieron Rita Nitsch y la embajadora de Austria, Eva Hager, el público rindió una fuerte ovación a los músicos y a Cusumano, cuya dirección fue diferente a lo que tradicionalmente se le conoce. Entre abrazos de felicidad y miradas de complicidad, la gente abandonó el lugar, para adentrarse a otro ruido, el de la ciudad y de los danzantes del Templo Mayor.

Antes del concierto, el tubista Mauri Elltzoalli Hernández Flores, estudiante del Conservatorio Nacional de Música, compartió con La Jornada que interpretar la obra de Nitsch fue una gran experiencia.

“Para mí, lo más importante de la obra es su calidad sonora, algunas modulaciones e ir de crecendos y a decrecendos. Toda la cuestión sonora, la gama de colores impresionantes en las percusiones, metales y violines.”

Hernández aseguró que implicó un reto adaptarse y seguir las partituras del artista austriaco, ya que se encuentran fraccionadas y, aunque parece fácil, requiere de mucha atención a las indicaciones del director, sobre todo cuando les pide disonancias ya escritas. Parecen notas al azar, pero ya están escritas y si uno da una nota mal la idea se pierde.