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Música de Mozart a seis manos
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Nannerl,Volfi, Ana María y Leopold: la familia Mozart
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Mozart en todas partesFoto Elizabeth Hernández Vega
 
Periódico La Jornada
Sábado 14 de febrero de 2015, p. a16

En los anaqueles de novedades discográficas esplenden un tesoro: Mozart. Concertos for 2 and 3 Pianos. Concert Rondos, de la célebre disquera Brilliant Classics, caracterizada por su fórmula equilátera: bajos costos, alta calidad de contenidos.

Tal fórmula está tan bien aplicada que ya hay en las tiendas de discos muebles enteros con las colecciones de Brilliant; cajas con las obras completas de Mozart, Bach, Schubert, et al, a un precio tal que nadie imaginaría llegar a tener en casa las obras completas de su autor favorito, o bien joyas inimaginadas, como las sinfonías completas de Martinu, entre otros hallazgos.

El más reciente reúne a cuatro pianistas de categoría: el mozartianísimo Zoltán Kocsis y sus colegas Dezsö Ránki, András Schiff y Annerose Schmidt, además de la Orquesta Estatal Húngara, con su director János Ferencsik y la Filarmónica de Dresde, con la batuta de Kurt Masur.

Esta pléyade da vida a cuatro partituras emparentadas: los Conciertos para dos pianos y orquesta, Tres pianos y orquesta y el par de Rondós para piano y orquesta que completan la lista de obras orquestales para piano de Volfi.

Uno pensaría de entrada, en cuanto sabe que hay más de un piano en escena, en un término que pareciera obvio: espectacularidad. Se encuentra, en cambio, con un regalo insuperable: belleza.

Los conciertos para más de un piano de Bach, por ejemplo, poseen belleza y espectacularidad. Los de Volfi flotan en lagos mansos de belleza.

La historia de la factura de estos conciertos es harto conocida: la hermana del arzobispo Hieronymus Colloredo, ese hijoeputa que le hizo la vida imposible a Volfi (quien siempre respondió con trabajo impecable, ante la mayor ira del acomplejado arzobispo), le encargó un concierto para ella, la condesa Lodron y sus dos hijas, Aloisa y Josepha. La más pequeña, Josepha, a sus 11 años no había alcanzado un nivel meritorio como pianista, de modo que Volfi escribió su parte de manera muy amable y considerada. De hecho las partes de los tres pianos son bastante sencillas, como buenas obras de arte.

Volfi hizo después un arreglo de ese concierto tripartita para dos pianos, con el propósito de incorporarlo al repertorio con el que la familia Mozart deslumbraba al público de Europa durante sus largas giras. En la portada de este disco, de hecho, aparecen Nannerl y Volfi al piano y arriba de ellos su madre, Ana María y a la derecha, con su violín, papá Mozart, don Leopold.

Uno no se cansa de escuchar este disco: está lleno de sorpresas, hallazgos, misterios develados y como en pocas grabaciones mozartianas, resultan particularmente evidentes las carcajadas, risas y sonrisas que escanció Volfi en toda su música y que no todos los músicos saben hacerlas sonar, como sí lo hacen los intérpretes de este disco imprescindible.

Belleza. Los movimientos lentos de estos dos conciertos poseen una belleza irresistible: cairelitos, sonrisas, mohines, melodías plenas de misterio y pureza, dicho todo esto con dos, o con tres pianos y orquesta, en un balance orquestal e instrumental asombroso porque, insisto, uno pensaría en espectacularidad en cuanto hay cuatro manos en las teclas, pero lo que el escucha recibe es ternura, delicadeza, belleza. Magia.

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