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letraese

Número 223
Jueves 5 de Febrero del 2015



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate


 

Lo nefando de la
homosexualidad

Revisión crítica de la transgresión sexual prehispánica


Leonardo Bastida Aguilar

"Y acontecía meterse en este baño (temazcal) muchos hombres y mujeres, y allá dentro, con la calor, hombres con mujeres y mujeres con hombres y hombres con hombres, usados ilícitamente. En México había hombres vestidos en hábitos de mujer y éstos eran sométicos y hacían los oficios de mujeres, como tejer e hilar, y algunos señores tenían uno y dos para sus vicios”, narra el Códice Tudela, serie de pictografías mexicas elaboradas entre 1533 y 1554, pocos años después del contacto entre españoles y culturas prehispánicas.

Otro códice del mismo conjunto al que pertenece el Tudela, el Nutall, alude a que al interior de los temazcales “usaban en estos baños otras vellaquerías nefandas, hacían bañarse indios o indias desnudos en cueros y cometían dentro gran fealdad y pecado en este baño”, sin hacer referencia explícita a actos sexuales entre personas del mismo sexo pero dejando abierta la posibilidad de que ocurrieran.

Las crónicas y documentos elaborados por los frailes evangelizadores también advierten la existencia de personas que cometen actos carnales con personas de su mismo sexo. El monje franciscano Fray Bernardino de Sahagún en el Códice Florentino, un documento recopilador del conocimiento de la cultura nahua a partir de los testimonios de hijos de nobles indígenas elaborado medio siglo después del contacto cultural, da fe de prácticas homosexuales “entre los naturales de las Indias”.

De igual manera, soldados como Hernán Cortés o Bernal Díaz del Castillo aluden a la constante ocurrencia del “pecado nefando contra natura” en los diferentes poblados por los que pasaban y en todos los sectores de las sociedades por las que transitaban.


Los dioses ambiguos
A diferencia de la visión cristiana, el panteón mexica presentaba dioses y diosas que tenían aspectos masculinos y femeninos. Centéotl (dios del maíz) o Metetotl y Mayahuel (deidades del maguey) son ejemplo de ello, pues al dios del maíz, para la fiesta Uey Tozoztli, se le representaba con rasgos de mujer y un tocado de hombre.

A la deidad que más se ha relacionado con la homosexualidad es a Tezcatlipoca o “el espejo que humea”, llamado así porque era representado con un espejo en lugar de un pie. Era muy importante en la cosmogonía mexica, pues era todopoderoso y omnipresente. Era el que regalaba bienes, aunque tenía su cara negativa porque los bienes que regalaba también los quitaba y traía dificultades, problemas y enfermedades, además de ser nocturno.

Tal vez por esa razón, sus actitudes caprichosas para sembrar discordias y sus connotaciones negativas, en algunos pasajes del Códice Florentino lo tachan de cuiloni, aunque es la única fuente que lo hace, y por tanto, no hay certeza de que haya sido concebido como tal. Como señala Doris Heyden, al ser concebido como el dios supremo, rector del destino de los hombres, y por ende ser la deidad más importante, motivó a otros frailes a pensar que en el mundo mesoamericano sí era posible el monoteísmo.

Los términos
Algunos autores han identificado una serie de palabras como xochihua, cuiloni o patlachuia como términos que describen a las personas de sabidas conductas homosexuales.

El vocablo xochihua ha sido traducido como “el que es homosexual” o “pervertido”. Literalmente significa “el que porta la flor”. De acuerdo con Sahagún, “el xochihua se vestía como mujer, hablaba como mujer, corrompía, confundía y engañaba a las personas y poseía la flor”. Algunos autores como Peter Siga han interpretado esta última frase como “el que tiene el deseo sexual”.

La palabra cuiloni, según Sahagún, significaba “puto, excremento, corrupción, pervertido, perro de mierda, mierducha, infame, corrupto, vicioso, repugnante, asqueroso, afeminado, el que se hacía pasar por mujer”, e incluso, según otros autores, el “puto que padece”, es decir, el que lleva el papel pasivo en el coito.

Sobre el término patlachuia o patlache, la definición dada por el fraile franciscano es la de “mujer inmunda, mujer con pene, poseedor de un pene erecto, la que está con una mujer, procura mujeres jóvenes, la que se ve como hombre, la que lo hace con otra mujer”. Fray Alonso de Molina, autor del diccionario Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana, dice que significa “la mujer que lo hace con otra mujer”. Este término tiene una connotación curiosa debido a que por su representación en el Código Florentino fue traducido como “hermafrodita”.

Otro vocablo encontrado en el diccionario es el de yollococoxqui (enfermo del corazón), traducido por Molina como “loco desatinado”, aunque la palabra cocoxqui, además de enfermo, también significaba homosexual o afeminado o “el que lo hace a otro”, en clara referencia al ser activo en una relación carnal.

En el mismo vocabulario, Fray Alonso refiere la existencia de la palabra cuilonyotl, que significaba “pecado nefando de hombre con hombre”, y cuilontia, cuya traducción era “comete pecado nefando”.

La existencia de dichos términos es muestra de que el tema de la homosexualidad no era ajeno a las culturas prehispánicas, sin embargo, las traducciones realizadas por religiosos y soldados podrían no reflejar el significado real de dichas palabras e impedían comprender en su totalidad cómo se concebía a la disidencia sexual en las sociedades prehispánicas.


El pecado nefando
La descripción sobre la homosexualidad en el mundo mexica prehispánico tiene diferentes aristas. De acuerdo con el historiador Guilhem Olivier, por un lado, los testimonios recopilados por los frailes muestran reacciones de asco y rechazo hacia las prácticas homoeróticas, así como cierta condena al hecho. Esto es visible en la última parte de la descripción del cuiloni elaborada por Sahagún, en la cual menciona: “Se hace pasar por mujer. Merece ser quemado, merece ser puesto en el fuego”. Al sugerirse una sanción a la conducta, los frailes, asegura Olivier, elogian de alguna manera la moral prehispánica al asegurar en sus relatos que cada vez que se descubre un acto de sodomía, es castigado.

La visión de los soldados es que en los pueblos mesoamericanos hay una permisividad social de la homosexualidad y dichos actos van muy de la mano de las ceremonias rituales donde había antropofagia, como se lo describe Hernán Cortés al rey Carlos I de España en sus cartas: “…aun allende de lo que hemos hecho relación a Vuestras Majestades de los niños y hombres y mujeres que matan y ofrecen en sus sacrificios , hemos sabido y sido informados de cierto que todos son sodomitas y usan aquel abominable pecado”.

En ambos casos, tanto conquistadores como frailes traducen los términos indígenas para nombrar a las personas homosexuales como sodomitas, en franca alusión al pasaje bíblico de Sodoma y Gomorra, cuyo contenido rememora el castigo de Dios hacia los habitantes de la ciudad de Sodoma por haber “conocido” (término con el que se sobreentiende “hacer suyo”) a un par de ángeles varones.

Las palabras “pecado nefando” hacían alusión a la gravedad de la falta desde la perspectiva católica, debido a que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo atentaban contra la naturaleza de las relaciones si se tomaba en cuenta que la pareja humana primigenia había sido la de Adán y Eva.

Redefinición
Si tomamos en cuenta que los frailes y soldados provenientes de los diferentes reinos de lo que hoy en día es España estaban formados en este ambiente de persecución hacia todo aquello ajeno a la moral y costumbres católicas, la visión que se ha construido en torno a la homosexualidad en el mundo mexica prehispánico está basada en esa visión de pecado y condena de las relaciones entre hombres o entre mujeres.

Podría suceder que a partir de nuevas lecturas críticas e interpretaciones de los códices, crónicas y documentos elaborados durante las primeras décadas del siglo XVI, que no tomen en cuenta los prejuicios asentados y, por el contrario, se fundamenten en mayores conocimientos de las sociedades prehispánicas, surgiera una mejor visión sobre el tema, para a partir de allí volver a comenzar la construcción de la historia de las diversidades sexuales en México.







 

 


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