Deportes
Ver día anteriorLunes 19 de enero de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Toros

Menos de media entrada en la decimotercera corrida en la Plaza México

Predecibles mansos del hierro de Teófilo Gómez dan al traste con el festejo

Orejas a Ponce por exquisita toreografía

Prometedores los Juan Pablos, Sánchez y Llaguno

Foto
El torero español Enrique Ponce regresó a la México para llevarse dos orejasFoto Archivo
 
Periódico La Jornada
Lunes 19 de enero de 2015, p. a39

Una lástima que la empresa del coso de Insurgentes todavía no aprenda a rematar carteles de toros y toreros. Si son tres mujeres o diestros sin rodaje, reses con edad y trapío; si es una figura importada con 41 tardes toreadas el año pasado, toritos de entra y sal, débiles y con un ojal de castigo. Síganle.

Desde luego cayó por tierra la falacia empresarial que se empeña en contratar a diestros extranjeros porque llevan gente a las plazas y los nacionales no. La realidad es que sólo Hermoso y El Julilogran convocan la mitad del aforo en la plaza de más cupo en el mundo (42 mil localidades). Por lo pronto, que los nacionales que ya deberían ser diestros taquilleros hagan cola.

Mientras Espectáculos Taurinos de México, SA (Etmsa), la competencia del Cecetla (Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje), antes Plaza México, se lanza a la conquista taurina de España, en esa endémica debilidad que apuesta por lo de fuera a costa de lo propio, el valenciano Enrique Ponce, con 25 años de alternativa en marzo, regresó a su plaza de atraco y error luego de dos temporadas ausente tras su último escándalo con una anovillada resde Xajay.

Y lo hizo en olor de apoteosis –nivel Plaza México, claro- al torear de salón a un manso repetidor de la ganadería de Teófilo Gómez al que el divo de Chiva acompañó en delicadas tandas con la diestra, acompañando más que templando la pastueña acometida, vendiendo muy bien cada tanda y haciendo derroche de oficio, sitio y dominio escénico en esa tauromaquia sin bravura pero suficiente para extasiar a los mitoteros y amnésicos poncemaníacos, quienes suponen que así adquiere jerarquía su afición. Le otorgaron dos orejas. Su segundo, tan destartalado de hechuras que incluso fue pitado de salida, no tuvo un pase. Pero de toreo de hondura frente a la casta sin adjetivos, nada.

Juan Pablo Sánchez –22 años, cuatro de alternativa y 24 tardes el año pasado– puede llegar a ser una figura, pero por ahora no puede salir en plan de figura. Aún no se ha hecho del público y no logra hacerse de los toros. La tarde de ayer tuvo dos astados, su segundo y el de regalo, a los que pudo haber cuajado de manera más convincente. No tuvieron fondo pero llegaron a la muleta con recorrido y repetitividad y Sánchez, atenido a su privilegiado temple, sólo pudo ligar tandas de tres muletazos y el remate, sin estructurar y sin arrebatarse, vaya, sin una entrega convincente como si ya se hubiese encumbrado y lo que debió ser una oreja se quedó en salida al tercio.

Repitió color con el de regalo, que rodó por la arena en varias ocasiones pero acudía voluntarioso a la muleta. Cuando por fin se decidió a aumentar la dosis a cuatro derechazos, la gente se le entregó. Afortunadamente dejó una estocada entera y recibió merecida oreja, pero con otra actitud bien pudo haber salido en hombros.

Juan Pablo Llaguno –18 años, dos meses de matador– confirmó su alternativa y dejó muy claro que en él hay otro torero con enorme potencial siempre y cuando las empresas lo pongan a torear. Posee un concepto claro de la lidia, valor sereno, sobriedad y elegancia con capote y muleta. Piensa, estructura y transmite pero pechó con dos mesas con cuernos y poco pudo lucir sus cualidades.

Abrió plaza el carismático rejoneador capitalino Emiliano Gamero –17 tardes en 2014– frente a un toro de Rancho Seco que manseó de salida, impidiendo el lucimiento del caballero con la garrocha a manera de engaño. Estuvo certero con los rejones de castigo y realizó tres quiebros de gran mérito llegando con sus cabalgaduras hasta la cara del astado. Falló con la hoja de peral y agradeció en el tercio una sonora ovación.