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Cumple un rol importante en la opinión pública internacional

La REDH, un movimiento para la resistencia, no para la catarsis

México es modelo de lo que se debe evitar: coordinador del capítulo cubano

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El escritor Omar González, coordinador del capítulo cubano de la Red de Redes en Defensa de la Humanidad, asegura que ésta es uno de los pocos espacios de unidad que prevalece en el mundoFoto Ladyrene Pérez /Cubadebate
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Sábado 13 de diciembre de 2014, p. 18

La Red de Redes en Defensa de la Humanidad (REDH) no existe para la catarsis, sino para la resistencia y el cambio, afirma el escritor Omar González, coordinador del capítulo cubano de este movimiento que agrupa a miles de intelectuales en todo el mundo. Por estos días la organización celebra la década de su encuentro en Caracas con el presidente Hugo Chávez y, en particular, reflexiona críticamente sobre lo que ha hecho en sus casi 12 años de vida.

En diálogo con La Jornada, González asegura que en la capital venezolana se trazan nuevos objetivos y se reafirmarán otros, cuya vigencia es incuestionable, sobre todo en las circunstancias que vive el mundo en la actualidad.

La red fue concebida en México en 2003, como respuesta a la ofensiva de Washington contra las libertades individuales, los derechos humanos y la soberanía de varios estados independientes, especialmente de Cuba y Venezuela. Estados Unidos intervino ese año en Afganistán e Irak y tenía en marcha planes de desestabilización en más de 60 países.

Tras la denuncia de tan peligrosa escalada y de un primer llamado de solidaridad de los intelectuales cubanos a amigos que están lejos –publicado en La Jornada–, en México un numeroso grupo de escritores, artistas, sociólogos, historiadores y periodistas respondieron con un Llamamiento a la conciencia del mundo, leído por Pablo González Casanova en un multitudinario acto el 1º de mayo de 2003, en la Plaza de la Revolución en La Habana.

La REDH ha cumplido un rol importantísimo en la movilización de la opinión pública internacional en favor de las causas más justas, asegura González, quien presidió el Instituto Cubano de Artes e Industrias Cinematográficas (ICAIC) en la isla. Pero advierte que no debería perder su carácter universal, propositivo y aglutinador.

La red descuidó su importancia nacional, su visibilidad como proyecto también teórico y su función analítica... Ciertamente, se desentendió de un principio determinante en cualquier movimiento de esta naturaleza: en la medida en que se es fuerte en la argumentación y socialización de las ideas en el país o la región donde se originan, mayores serán las reservas y potencialidades para influir en el resto del mundo, reconoce.

En Caracas habrá que pronunciarse por la jerarquización de una agenda del pensamiento crítico para trascender esa imagen de factoría de comunicados que nos legaron ciertas malas costumbres.

No es un partido político

La REDH es uno de los pocos espacios de unidad que prevalecen en el mundo y que, al mismo tiempo, se sustenta en la diversidad, expone González. La red no es un partido político ni una organización gremial; es una plataforma de ideas que hace, precisamente de la diversidad y la resistencia, el sentido de su trabajo, su razón de ser.

Admite que tiene fe en las evidencias de radicalización de la protesta que se da en el mundo: Quizás pudiéramos estar abocados a una redición del apogeo social de otras décadas, y ojalá que se encauce por buenos rumbos. Pero en la red no debemos sobrestimar estas señales y olvidarnos del imprescindible componente intelectual de los procesos verdaderamente revolucionarios.

Este tipo de organización, que integra redes verticales y horizontales, es esencial en un contexto marcado por la crisis de la praxis política. Hay movimientos que no tienen cabeza visible, ni siquiera estructura, programa o estatutos políticos. Son apenas un grito en la oscuridad, una pregunta al borde del abismo, añade.

Asegura que lo que acontece en México se explica en su pasado y que es claro que la sangre ya llegó al río; el sistema ha perdido su credibilidad y la única esperanza radica en las alternativas verdaderas, probablemente aún en gestación. México se ha convertido en el modelo de lo que la red debe contribuir a evitar que se propague en el mundo.