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A un año del centenario del artista, el recinto le dedica la muestra El retorno de la serpiente

Magna retrospectiva de Mathias Goeritz ocupa las salas del Museo Reina Sofía

La exposición reúne más de 200 obras, entre dibujos, bocetos, maquetas, fotografías y esculturas

Una arquitectura emocional y de El Eco trazan su intensa y prolífica trayectoria

Foto
La escultura titulada Sin resolver o construcción sin terminar II, del artista Mathias Goeritz (1915-1990), aparece en primer plano durante la presentación a los representantes de los medios de la muestra El retorno de la serpiente, en el Museo Reina Sofía en la capital española. Luego de su estancia en Madrid, la exposición se montará en las ciudades de México y PueblaFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de noviembre de 2014, p. 5

Madrid, 11 de noviembre.

Las sintonías y acronías en las obras de Mathias Goeritz (1915-1990) son una conmoción de corrientes estéticas y vanguardias que convirtieron a este singular artista en una figura crucial del arte del siglo XX, no sólo en México, donde desarrolló la mayor parte de su obra, sino también en Europa.

A un año de su centenario, el Museo Reina Sofía le dedica su primera gran retrospectiva titulada El retorno de la serpiente: Mathias Goeritz y la invención de la arquitectura emocional, que reúne más de 200 obras, entre dibujos, bocetos, maquetas fotografías, esculturas y cuadros sobre tabla.

El curador de la exposición es el crítico mexicano Francisco Reyes Palma, quizá uno de los máximos expertos en la obra del artista nacido en Danzig, Alemania, el 4 de abril de 1915, pero quien se estableció en México después de la Segunda Guerra Mundial, donde murió en 1990.

Reyes Palma recibió el encargo del museo español de trazar la trayectoria de Goeritz, pero a partir de su arquitectura emocional y del proyecto del Museo del Eco, con el que irrumpió con fuerza por el carácter rupturista del concepto y por su abierta disonancia con los preceptos conceptuales del arte de realismo social, que entonces imperaban en México.

Viaje al corazón del siglo XX

A partir de El Eco, la muestra es un recorrido casi total por la intensa y prolífica vida artística de Mathias Goeritz, para lo que se valió de 200 obras procedentes de colecciones privadas y públicas, que son a su vez las piezas más representativas y cruciales.

Como afirmó el curador durante la presentación de la muestra, el conjunto de su obra y actividad surge de la asunción del arte como proyecto meta-artístico, extendiéndose al ámbito de lo social, lo político y lo público.

Uno de los principales impulsores de la exposición fue el director del Museo Reino Sofía, Manuel Borjo Villel, quien explicó que las obras de Goeritz permiten viajar al corazón del siglo XX desde los lugares que, paradójicamente, no estuvieron en su centro. Goeritz es un ejemplo de artista que supo ampliar y personalizar su discurso a partir de lo aprendido de cada uno de los contextos en que vivió; dialogó así tanto con el neoprimitivismo que se desarrollaba en España y que tomaba las cuevas de Altamira como símbolo de un nuevo inicio, como con el muralismo mexicano o con la arquitectura del Movimiento Moderno.

Sin embargo, una de las facetas más desarrolladas en la exposición es la vocación arquitectónica del creador y su enorme influjo en la vida urbana de la ciudad de México.

Mathias Goeritz es el artífice de la llamada arquitectura emocional, que se convirtió en una creación interdisciplinaria gracias a la cual entabló proyectos conjuntos con ingenieros, arquitectos y urbanistas. Como ocurrió en una de las piezas más conocidas en México, las Torres de Satélite.

La exposición se articula desde la arquitectura emocional, un principio planteado por el artista en 1954, que fundamenta toda la teoría y la estética de su trabajo, tanto en el diseño de edificios, como en pintura, escultura, grafismo o en la poesía visual. En la exhaustiva exposición también se da cuenta de la influencia y relación intelectual con otros artistas, como los impulsores de la Bauhaus, así como Klee, Joan Miró, Henry Moore y el arquitecto Luis Barragán.

La muestra inicia con una de sus obras más emblemáticas, La serpiente de El Eco (1953), creada para el Museo Experimental El Eco. Conocida con el sobrenombre de Ataque, representa la guerra fría cultural a la que se enfrenta Goeritz por su geometría y estructuras primarias, que 10 años después se convertiría en el minimalismo, aunque él no busque eso.

La intención de Goeritz era, sin embargo, continuar con la tendencia imperante en esos momentos: la monumentalidad empleada por los muralistas que usó para otro concepto de obras, como esculturas, poesía visual, explicó el curador.

Uno de los puntos más controvertidos de la biografía se refiere a sus orígenes judíos, en los que muchos han visto el motivo por el que decidió abandonar Alemania. Algo que algunos documentos de la exposición desmienten, como el certificado expedido por el consulado alemán en Madrid, con motivo del matrimonio de Mathias Goeritz, en 1943, con Marianne Gast, que aparece rubricado por la cruz esvástica.

Mathias Goeritz trabajó para el gobierno alemán (en un centro cultural de Tetuán) entrada la guerra, en la que además perdió un hermano. Su pasado vinculado al gobierno alemán durante el nazismo no se ignoró en la muestra, así como su posterior vinculación a través de sus obras religiosas al catolicismo y al judaísmo.

La exposición se montará en México, donde se expondrá a partir del 27 de mayo en el Palacio de Cultura Banamex, y en el Museo Amparo de Puebla, a partir del 24 de octubre.