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El Congreso de Guerrero congela recursos para Comverdad

Falta de presupuesto deja sin identificar a dos guerrilleros

Habrían caído cuando el Ejército rescató al senador Rubén Figueroa

 
Periódico La Jornada
Domingo 19 de octubre de 2014, p. 11

La campesina María Castañeda salía a escondidas del pueblo El Posquelite, sumergido en la sierra de Coyuca, y subía el cerro de Las Clavelinas. Se internaba en el monte y en un lugar sin señal alguna prendía veladoras para rezarle a algún difunto del que ya casi nadie hablaba. Eso pasó durante los años 70.

Gregorio Vélez, quien entonces era niño, compartía el secreto. La campesina, al parecer, iba a rezarle a Francisco Castro Castañeda, su hijo, un guerrillero muerto por soldados en 1974.

Cuarenta años después, el actual comisario ejidal Cristino Hernández subió a inspeccionar el lugar. Y en efecto, encontró restos de vidrios de viejas veladoras debajo de las raíces de un árbol llamado tepehuaje. Eso permitió, en marzo de este año, que la Comisión de la Verdad para la Investigación de las Violaciones a los Derechos Humanos Durante la Guerra Sucia de los Años Sesenta y Setentas del Estado de Guerrero (Comverdad) determinara realizar una exhumación en junio de este año.

Y por primera vez, luego de diversas búsquedas de víctimas de la guerra contrainsurgente de los 60, fueron encontrados dos cuerpos, que aún no han sido identificados, los cuales son denominados G-1 (guerrillero 1) y G-2 (guerrillero 2) en el informe final de Comverdad.

Encabezados por los comisionados Pilar Noriega, Hilda Navarrete y Nicomedes Fuentes, tres antropólogos forenses de la UNAM y de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal subieron al referido monte, aun ahora inaccesible en vehículo, para realizar una excavación y comprobar si, como se creía, en el lugar había restos de ejecutados durante el periodo 1969-1979, definido como el lapso de conflicto.

El sitio era estratégico. A cuatro kilómetros de El Posquelite, a media hora de distancia por carretera de Coyuca de Benítez, el Ejército mexicano rescató el 8 de septiembre de 1974 al entonces senador Rubén Figueroa (posteriormente gobernador del estado, recordado por su brutalidad y autoritarismo), quien había sido secuestrado por una escuadra del Partido de los Pobres, que lideraba Lucio Cabañas. Ese día soldados y guerrilleros trabaron un fuerte combate. Y en el lugar de las veladoras estaba enterrado el cuerpo de uno de los insurgentes caídos ese día.

Según el reporte de los forenses, en la primera jornada fueron encontrados un pequeño hueso de la mano y un cráneo que presentaba un agujero. Al día siguiente se encontraron algunas monedas, pesos y los llamados tostones (de 50 centavos) que se acuñaban en aquellos años. Al final de las labores se habían recuperado más de 30 evidencias, entre ellas una tibia, un fémur completo, pelvis y huesos de manos.

En la cuarta y última jornada se excavó en otro sitio y ahí fueron hallados costillas, una columna vertebral y una clavícula. Además se localizaron dos camisas con tonos verdes y estampados.

Al final, con el testimonio de otro anciano del pueblo, Jerónimo Chavelas, se empezó a perfilar la posible identidad de los enterrados. Contó el testigo que la tarde del 8 de septiembre de 1974 dos guerrilleros cayeron en combate con el Ejército. Los soldados no permitieron a los campesinos llevarse los cuerpos, así que los pobladores cavaron ahí mismo fosas de poca profundidad.

“Todo este esfuerzo de meterse al fondo de un hoyo a sacar piedras, raíces y finalmente no encontrar nada más o muy poco –señala Nicomedes Fuentes– se pudiera evitar si el Estado simplemente dijera la verdad, nos dijera dónde los dejó. La Secretaría de la Defensa Nacional lo sabe, no cabe duda”.

La identidad de los guerrilleros desconocidos se habría podido dar a conocer el miércoles 15 de octubre, cuando se presentó el informe final de Comverdad, si ésta hubiera tenido recursos para continuar su labor. Pero no fue así. El Congreso estatal congeló un presupuesto ampliado al que el organismo público tenía derecho. Para completar la misión faltó un ingrediente: la voluntad política.

Aun así, los comisionados manifestaron su determinación de continuar con los pasos pendientes para lograr la identificación de los restos encontrados: estudios antropológicos, toxicológicos, rayos X, odontológicos y cruce de muestras genéticas.