Guanajuato, Gto., 15 de octubre.

Ramón Andrés (Pamplona, 1955), uno de los musicólogos más relevantes en la actualidad, planteó: La música es un instrumento de conocimiento y un aprendizaje continuo que me ha hecho entender muchas cosas, incluso la evolución del pensamiento.

Durante el Coloquio de Críticos que se realizó el martes en el Salón del Consejo de la Universidad de Guanajuato, el autor de libros como Diccionario de instrumentos musicales: desde la Antigüedad a J.S. Bach y Diccionario de música, mitología, magia y religión, expuso que la música se ha convertido en una especie de regalo, porque nunca me ha permitido vivir un día igual al anterior; es como si siempre girara un poco el eje del mundo y me permitiera ver otra dimensión de las cosas y, por supuesto, de uno mismo.

Ramón Andrés, en compañía de Juan Ángel Vela del Campo (Bilbao, 1947) y Enrique Lynch (Buenos Aires, 1948), participó en una mesa de discusión con el tema La crítica musical sobre el mundo, dentro de las actividades de la edición 42 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

Colaborador de los periódicos El País, La Vanguardia y El Mundo, Ramón Andrés recordó que su papel como crítico se dio como una anécdota forzada por la situación, por un deseo de curiosidad, de ganar un poco de dinero, no mucho cuando era muy joven.

Al referirse a su oficio, Ramón Andrés explicó que existen visiones distintas de acotar una opinión, un gusto, y la crítica se está convirtiendo en una especie de intrusismo.

“Publiqué –añadió– un diccionario de música que me permitió ahondar en las raíces y cómo la música se ha expresado en distintas, digamos secciones, ámbitos, lugares de conocimiento, como es el mito, la religión, la magia. Su relación con la medicina, con la curación, con la trascendencia, con los primeros dioses.”

Oficio en retroceso

El también crítico de El País, Juan Ángel Vela del Campo, consideró que la crítica musical es un género, un oficio que se encuentra en un proceso de retroceso muy importante.

A manera de ejemplo dijo que en ese diario, donde él publicaba unos 16 artículos al mes, que reflejaban toda la vida musical, ahora por limitaciones sólo se publican cuatro textos al mes o más si hay de por medio alguna cuestión mediática o de escándalo.

La música de calidad se difunde en los pequeños espacios, debido a que en los grandes periódicos en ocasiones desconocen a las figuras fundamentales, como sucedió con el compositor mexicano Mario Lavista, quien obtuvo el premio Tomás Luis de Victoria, en España, y no se publicó la noticia porque no sabían quién era.

La crítica, dijo, vive una etapa de deterioro, no por culpa de los críticos, sino de los medios de comunicación que han dejado de apoyar a esos expertos.

Vela del Campo señaló que la crítica propicia una comunicación, un diálogo con personas que no conocemos. Es una conversación imaginaria con alguien que no conozco y es como un fantasma.

El filósofo y escritor Enrique Lynch, quien se definió como un crítico muy duro, pero no de música, dijo: El crítico es un intruso que interfiere entre un productor de una obra y un contemplador, un consumidor de cultura.

Ramón Andrés y Vela impartieron un taller de formación de críticos de música para reflexionar sobre el ejercicio de ese oficio y apoyar la formación de columnistas especializados en música contemporánea.