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Al grito de ¡güero, güero!, Beck cantó clásicas de su repretorio y varios cóvers

La banda Kings of Lion clausuró el Corona Capital con un sonido deficiente

En la etapa final del festival, los 85 mil presentes hicieron a un lado las molestias de la lluvia

 
Periódico La Jornada
Martes 14 de octubre de 2014, p. a11

El último segmento de la quinta edición del Festival Corona Capital concluyó, como debió ser, de forma jovial. Con la resolución de los 85 mil jóvenes abalanzados al divertimento, al disfrute, a la salpicada decisión de saberse parte de algo.

No importó lo resbaladizo del suelo enlodado, ni tener que eludir charco tras charco ni patearse las enormes distancias para llegar al escenario favorito; quienes participaron estuvieron ciertos de que el padecimiento era pasajero y transformaron la incomodidad y el sufrimiento en irreverencia festiva inaudita. En un cabrón descaro juvenil inolvidable.

Cuando Belle y Sebastian salieron al escenario, soltaron: Perdón por traerles la lluvia. Nos vamos a divertir. Seguro se referían a la gran cantidad de bandas inglesas que actuaron el domingo en el cierre del festival. Y así resultó: la gente se olvidó del lodo, de la incomodidad de las botas mojadas, de sus capas de lluvia que daban de sí, y se arrojó al ritmo que Belle y Sebastian les tocó.

Otro inglés que llegó al deleite sónico del Corona fue el virtuoso y multinstrumentista Damon Albarn, quien tocó una lista de canciones que fueron del disfrute a la fruición y de lo delicado a lo rabioso, con una muestra de su biografía musical/personal en Blur y Gorillaz.

Por su parte, Foster the People resultó un continuo gozo, en la hora que duró su show, embutió al público en el escenario Doritos.

La alfombra de cabezas saltarinas nunca dejó de moverse con el pasmoso concierto de Mark Foster, Mark Pontius y Jacob Fink, quienes cantaron lo más granado de sus dos álbumes Torches y Supermodel, donde sobresalieron Coming of age, Houdini y, por supuesto Pumped up kicks, penúltima rolita que fue bailada y cantada por unas 40 mil personas, según un cálculo desde la grada del escenario Doritos.

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Seye, uno de los músicos que acompañaron a Damon Albarn en el escenario del festivalFoto Víctor Camacho

El californiano elegantemente vestido

En ese mismo escenario se presentó el californiano Beck, quien también con una parte importante de los 85 mil reunidos salió elegantemente vestido con un sombrero, pantalones y chaleco de color negro, y camisa roja: Qué pasó.

Esto está chido, fue su frase de bienvenida. El público lo recibió con el grito de ¡Güero, güero, güero!, y él contestó: ¡Güero, güero, güero!

También llegaron rolones como Devil’s haircut, Loser (con preámbulo de Beck diciendo: Soy un ganador) Black tambourine y Soul of a man, entre otras.

Se rifó con el cóver de Billy Jean, de Michael Jackson, además de darse el lujo de concluir su actuación con una especie de popurrí con retazos de varias canciones propias, pero reversionadas, y clásicos del rock contemporáneo también con su estilo. Una verdadera fiesta.

Por cierto, en los espacios de silencio entre canción y canción, a lo lejos se escuchaba a la banda Kooks.

La actuación de Beck se empalmó con la aparición de los cabeza de cartel del Corona Lodazal: Kings of Lion, quienes atrajeron a la mayoría del público, pero lastimosamente nunca lograron escucharse bien: se oyeron huecos y mal ecualizados. Así que su presentación adquirió forma a nivel mental en cada uno de los presentes.