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Celebran 50 años del recinto que alberga la colección de arte prehispánico del pintor

El Museo Anahuacalli muestra la historia del mural encargado a Rivera para el Centro Rockefeller
 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de septiembre de 2014, p. 3

La historia del mural con sentencia de muerte por el enfurecido mecenas que comisionó a Diego Rivera para realizarlo en el recién edificado Centro Rockefeller, en Nueva York, encabeza las celebraciones por el medio siglo del edificio de roca volcánica que imita la casa de los dioses mexicas, ubicado en la delegación Coyoacán, y que fue diseñado por el propio pintor mexicano para albergar su colección de piezas de arte precolombino.

El Museo Diego Rivera- Anahuacalli es celebrado con la exposición El hombre en la encrucijada: el mural de Diego Rivera en el Centro Rockefeller, que se suma a una serie de actividades, como la presentación este sábado de Los Santaneros de Pepe Bustos y un ciclo de conferencias moderadas por el periodista Javier Aranda Luna –colaborador de La Jornada– sobre la arquitectura, la colección y el espacio ecológico del recinto inaugurado el 18 de septiembre de 1964.

El recinto, ubicado en la calle Museo 150, San Pedro Tepetlapa, delegación Coyoacán, y proyectado en 1943 con asesoría de Juan O’Gorman, fue construido con piedra volcánica, proveniente de la erupción del Xitle.

Su arquitectura hace referencia al teocalli, o casa de energía. Rivera lo pensó como un museo ciudad del arte, con pintura, danza, teatro, artesanía, arquitectura y ecología integradas en el espacio. Hoy alberga más de 59 mil piezas de arte prehispánico que el muralista coleccionó.

Es un gozo tener y conservar estas riquezas culturales de la humanidad y nuestro país, expresó Carlos Phillips Olmedo, director del recinto, durante la conferencia de prensa para anunciar las actividades de la celebración.

El hombre en la encrucijada...

La muestra que ocupa el edificio de rememora la historia de creación y destrucción del mural El hombre en la encrucijada que mira con esperanza y alta visión a la elección de un futuro nuevo y mejor, que Rivera pintó en 1933 en el vestíbulo del complejo neoyorquino ubicado en la Quinta Avenida, por encargo del magnate Nelson Rockefeller, pues su madre era admiradora del artista mexicano.

Sin embargo, en la obra final, entre las pinceladas aparecía el rostro del revolucionario ruso Vladimir Ilich Lenin y, ante la negativa de Rivera para cambiarlo, el mural fue destruido en 1934.

Ochenta años después, el Museo Anahuacalli presenta los hechos a la luz de nuevos documentos, como la reproducción de material inédito: cartas, telegramas, contratos y dibujos que narran la historia desde que Rivera recibió la solicitud de pintar el mural en Nueva York, el conflicto entre el millonario heredero y el pintor, hasta la destrucción de la obra.

Una reproducción de ese mural se encuentra en el Palacio de Bellas Artes. El original podrá ser admirado desde los bocetos y dibujos preparatorios que fueron restaurados por el Museo Diego Rivera-Anahuacalli.

Se trata de dos bocetos monumentales elaborados al carbón y dos estudios en color, que estaban a punto de destruirse y fueron sometidos a un proceso de conservación. Además, se rescataron dos versiones más elaboradas del mural, de poco más de tres metros de ancho, a tinta, carbón y gouache sobre papel. En esta versión aún no figuraba el polémico rostro de Lenin.

La exposición, que hoy se inaugura, fue creada con una curaduría dividida en nueve núcleos que permitirán una lectura de esta historia, con sus actores, el conflicto y sus repercusiones. La muestra se realizó con apoyo del Bank of America Merrill Lynch y el Fideicomiso de los Museos Diego Rivera y Frida Kahlo.