Sociedad y Justicia
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Salen a la calle libremente y los cuida una mamá o tía

En las Aldeas Infantiles se busca hacer sentir a los menores como en su casa
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de agosto de 2014, p. 38

Como en casa, con sus hermanos, Jorge va a la escuela, hace tarea, se divierte jugando, ve televisión por unas horas y recibe sus domingos, pero no tiene a sus papás. Como él, otros 609 niños y adolescentes viven en las Aldeas Infantiles SOS, ubicadas en seis ciudades de la República. Se trata de espacios de cuidado privado que en el mundo de las casas de asistencia en México son de los pocos que garantizan la protección de los derechos de los niños y su sano desarrollo.

Lo mejor para los infantes no es estar en un albergue y, en todo caso, debería ser una medida transitoria mientras sus padres se pueden hacer cargo de ellos o logran ir a vivir con su familia extendida (tíos o abuelos). La realidad es que por falta de un mecanismo nacional de protección, la mayoría de los niños y adolescentes en situación de abandono se quedan de manera indefinida en albergues y casas hogar.

Aun con esta carencia, dice María Isabel Martínez, subdirectora de programas de Aldeas Infantiles SOS, el Estado debería asegurar que los niños y adolescentes tengan una vida lo más feliz, segura y tranquila posible, como la que idealmente tendrían con su familia de origen.

No todo es ni tiene que ser como lo encontrado hace unas semanas en el albergue de la Gran Familia, en Michoacán, donde más de 500 niños y adultos sufrían las peores vejaciones a manos de los que se decían sus cuidadores.

Aldeas Infantiles SOS trabaja en México desde 1971. En un principio, la mayoría de los pequeños que recibían eran huérfanos. Ahora lo más frecuente es que sean enviados por disposición judicial a casas de asistencia por haber sido víctimas de violencia, abuso sexual o porque sus padres están en prisión acusados de homicidio o tráfico de drogas.

A las aldeas llegan grupos de hermanos biológicos y permanecen hasta que alcanzan la edad y las condiciones para tener una vida independiente. Ahí no se trabaja el concepto de mayoría de edad a los 18 años, porque los jóvenes son apoyados para que, por lo menos, concluyan estudios de licenciatura.

La diferencia con otros espacios de cuidado es que niños y adolescentes salen a la calle para ir a la escuela, a la tienda o de paseo y regresan porque esta es mi casa. Ahí está su mamá o tía, una cuidadora que los ve como si fueran sus hijos y los acompaña durante el día como lo hacen las madres de familia.