Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 6 de julio de 2014 Num: 1009

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La balada de
Gary Cooper

Guillermo García Oropeza

El cuento español actual
Antonio Rodríguez Jiménez

Vista de la Plaza
Río de Janeiro

Leandro Arellano

Querido Prometeo
Fabrizio Andreella

El Canal de Panamá:
una historia literaria

Luis Pulido Ritter

Borges y Pacheco
Marco Antonio Campos

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

El indispensable Tario

R. G. Wolffer


La semana escarlata y otros relatos,
Fracisco Tario,
Lectorum,
México, 2014.

Tario ha tenido la discutible suerte de no haber sido raptado por la oficialidad, así como el discutible privilegio de ser acogido, pero como a escondidas, por cultos y culteranos. Como sus coetáneos Arreola y Rulfo ha pasado a mejor vida: ésa donde sólo se le juzga por su obra literaria, ya no por sus posibles excentricidades o por su contraposición a las camarillas editoriales, como se deduce de la falta de becas, reconocimientos o premios durante su vida terrena.

Luego de que la editorial Lectorum hiciera hace casi una década la única recopilación reciente de todos los cuentos de Tario, ahora publica este delicioso libro con una buena selección (¿cuál no lo sería, vista la calidad de Tario?) para ofertar de nuevo a este autor que no debería dejar las librerías.

Tario escribía de las partes oscuras de todo hombre, a partir de la individualidad que torna a universalidad. Podría concluirse, si se le equipara con sus personajes, que era un hombre solitario, ajeno a su entorno, despreocupado de hacerse notar como mexicano. Apenas situados en una localidad específica, reconstruye a sus protagonistas. ¿Cómo podría agradar esto a la oficialidad literaria, si por esas fechas era básico que la producción cultural fuera identificada como mexicana, lo suficiente para poderla exportar? Tario gusta de hablar y de mofarse de los delirios humanos: los saca de la zona oscura de la mente, los exagera, y nos muestra que cualquier lector podría estar en las mismas condiciones que el histérico cruel, o que el creyente de fantasmas que termina de marido cornudo, o que el sociópata empedernido que piensa en cómo hacer repugnante el mundo para todos.

Tario cuenta sobre lo deshumanizado y lo deshumanizante, para evidenciar que una parte inexpugnable de todo humano estará siempre sola y aislada, no sólo geográficamente, sino en su percepción de lo inmediato y de su propia “realidad”, en el implacable dominio de lo onírico. Esa forma de ver la vida trasmina incluso al amor, tema ineludible. Desde los desconcertantes amores de “La puerta en el muro”, a los angustiantes amores de “Yo de amores qué sabía”, Tario muestra que, junto con la felicidad que uno supondría en el amor filial o el conyugal, también hay una sombra amenazante que camina al lado del objeto de nuestro amor.

El rasgo más desconcertador de Tario es el juego de la muerte: la encuentra en lo más cotidiano y la asimila a la imaginería nacional en un suspiro que recorre las casas o que se vuelve un rumor, casi un insecto, que presagia la partida de la propia alma: “La noche de los 50 libros” apenas es un esbozo de lo mórbido con lo grotesco y la necesidad creativa: “escribiré libros que estrangulen conciencias, que aniquilen la salud, que sepulten los principios y trituren las virtudes. Exaltaré la lujuria, el satanismo, la herejía, el vandalismo, la gula, el sacrilegio: todos los excesos y las obsesiones más sombrías, los vicios más abyectos, las aberraciones más tortuosas”. La peculiaridad principal de leer a Tario es que cada texto puede ser un nueva aventura sin ninguna relación con la anterior. El personaje de “La noche”... es un deforme y repudiado amante de los libros, en cuya lectura y creación se refugia luego de ser golpeado o insultado por familiares, maestros y compañeros; pero disfruta su condición y saborea la tortura que aplica a animales y niños: es un pequeño monstruo que asume su condición. Habrá quien quiera asimilar al autor a esta peculiar creación (o a las demás que se regodean en lo extraño), pero una parte de todo lector habrá de reconocer esa zona física o mental de sí mismo que le resulta inadmisible, pero sobre la que tiene un placer culposo (y que le da permiso para destrozar cuanto se le acerca). Igual sucede con “Un inefable rumor”, donde el próspero comerciante que pernocta para la reunión del ramo es perturbado por un extraño rumor del que no logra encontrar la procedencia, hasta que la ira se apodera de él y lo lleva a morir con el sonido de su alma dándole tumbos por todos lados. En su frenesí, “hallábase actualmente en el centro de un universo mágico, plena y definitivamente identificado con él y apartado por completo de las mezquinas contingencias profesionales…”

Estos relatos son una invitación magnífica a leer toda la obra del autor. Tario es una presencia ineludible en las letras mexicanas. Su lectura resulta obligatoria para cualquiera que se precie de conocerlas.


El humanista vigente

Ricardo Guzmán


Un humanista del siglo XX, Marcel Bataillon,
Jacques Lafaye,
Fondo de Cultura Económica,
México, 2014.

Sobre la obra de Bataillon (Dijon, 1895-París, 1977) hay mucho escrito. Bastaría considerar el tamaño de su producción: más de quinientos escritos, libros, colaboraciones en ciento diez revistas. Acompañó a plumas que en México son más que respetadas: Reyes, Edmundo O’Gorman, entre muchos otros.

La obra de Bataillon nos sorprende, no sólo por el tamaño y profundidad de sus escritos, sino por la afición a la lengua española y por las lecturas novedosas de clásicos, muchos españoles, que nos resultan cercanos. Al hacer su ensayo sobre La Celestina, de Rojas, pretende explicar qué quiso decir el propio autor en su libro. Resulta destacable que Batallion, entre la enorme producción literaria española, hiciera un alto considerable en la novela picaresca y sus alcances. Reduce la importancia de El Lazarillo de Tormes comoprecursora del género: importa más la eficacia del texto en su momento de publicación y cómo fue acogida por el público con posterioridad, que la clasificación que gusta tanto a los doctrinarios de la literatura. Destaca la vigencia del género autobiográfico para mostrar uno de los legados del Lazarillo. Hispanista profundo, Batallion fue de los primeros en establecer la importancia de Erasmo en España (nombra así uno de sus libros señeros) y mostrar sólo algunos rasgos de su quehacer literario y de análisis de la sociedad que le toco vivir.

Llevado en parte por la tradición literaria española que se nutrió de la historia mexicana, pero, sobre todo, por su relación con Alfonso Reyes, Bataillon también se ocupó de América: refutó a O’Gorman y situó ese “descubrimiento” fundamental en nuestra historia como un “descubrimiento de hombres”: buscó la interiorización en las sociedades criollas, rectificó la imagen del indio y dimensionó “la transición del finalismo trascendental del ‘gobierno divino’ al finalismo inmanentista del progreso humano”. Como en sus trabajos europeos, buscó en las fuentes: autores como Las Casas y otros son revalorados. Incluso toca a Colón, por los trabajos de Las Casas. Establece la importancia de los trabajos de Erasmo: cuando en Europa es una lectura inconfesable, en México se lee como una parte de la evangelización; menciona a varios evangelizadores indirectos (los que influyeron en quienes hicieron el trabajo directo). La forma en que el Nuevo Mundo fue recibido en Europa y en las comunidades locales, especialmente las criollas, también formó parte de sus investigaciones. Quetzalcóatl y la Virgen de Guadalupe eran inevitables en su estudio integral.

El texto presenta, como un buen agregado, parte de las cartas intercambiadas por Bataillon con Reyes y otros destacados autores. Entre líneas revelan cápsulas de las conclusiones del autor y algunas preferencias (o repudios, como a las entrevistas: “esa moderna caricatura del diálogo”).

Un libro interesante para rememorar a un historiador cuyos alcances siguen vigentes, incluso sin saberlo sus usuarios.



Mala farma,
Ben Goldcare,
Paidós,
España, 2013.

Sospecha, mito urbano, rumor o secreto a voces, pero casi nunca certidumbre: la nula ética de los grandes laboratorios farmacéuticos, trasnacionales todos, que a la supuesta misión principal para la que han sido creados anteponen la mucho más pedestre de obtener ganancias económicas, así como la de prevalecer por encima de sus competidores. Neoliberalismo puro, en pocas palabras, a partir del cual es posible especular acerca de enfermedades inexistentes y enfermedades curables deliberadamente mantenidas como lo contrario, para vender mejor. De estos y otros males, no clínicos por cierto, habla Goldcare en este libro incómodo para esa que ojalá no fuese posible llamar industria médica, puesto que el sustantivo prima sobre el adjetivo. Un tanto extraño para la usual seriedad de Paidós, visualmente la edición tiene rasgos de banalidad, pero no desconfíe el lector: incluso a pesar del mal gusto de avisar, en portada, que Goldcare es “autor del bestseller Mala ciencia”, esta suerte de continuación del citado libro no carece de seriedad. Baste mencionar algo del currículo autoral: este inglés de nacimiento trabaja en el servicio nacional de sanidad británico, es autor de una columna sobre ciencia en el diario The Guardian y suele asestar atinados golpes a toda suerte de pseudociencias, alarmismos médico-sanitarios (un Goldcare nos habría venido muy bien hace poco, cuando la supuesta epidemia de influenza), mitos paracientíficos y, materia de este volumen, intereses farmacéuticos, en realidad bastante menos preocupados de lo que deberían por eso que uno imagina es lo único que justifica su existencia: la salud.



Comandante. La Venezuela de Hugo Chávez,
Rory Carroll,
Sexto Piso,
España, 2013.

Más que un pajarito que le dice cosas al oído a Maduro, el actual presidente venezolano, Hugo Chávez representa con toda claridad un antes y un después en la historia contemporánea de ese país hermano al que nadie deja en paz principalmente por ser, como bien se sabe, depositario de un porcentaje altísimo de las reservas mundiales de gas y petróleo. El contexto y la historia concreta de Chávez, el estado de las cosas en una Venezuela al mismo tiempo esperanzada, convulsionada, confrontada hacia fuera y hacia adentro, los aciertos y las contradicciones, las posturas tanto conciliables como irreconciliables de propios y extraños: esto y más es analizado, con aceptable objetividad, por el periodista Carroll, que trabajó como corresponsal en Caracas para The Guardian durante seis años.



Filosofía para desencantados,
Leonardo da Jandra,
Atalanta,
España, 2014.

“…provocación en pos de la sabiduría, confrontación que busca complicidad, no enemistades, estímulo para la disensión y para el conocimiento del extraño o del otro”: así define Guillermo Fadanelli la naturaleza del discurso del narrador, ensayista y filósofo Da Jandra, y aunque el prologuista se refiere concretamente al contenido de este volumen, la definición bien vale para toda la obra dajandriana; quien lo ha leído sabe que esa aparente hostilidad en el tono y la intención de este chiapaneco alguna vez avecindado en España y más tarde en la costa oaxaqueña, no es sino la parte más visible de una búsqueda profunda: precisamente la de asideros para no caer en alguna o algunas de las simas contemporáneas del espíritu, tales como el desencanto, el escepticismo y, en general, eso que ciertos pensadores denominan neonihilismo. Conciso, breve, metódico y también vehemente, Da Jandra levanta su espada teórica en contra de diversos propugnadores de una desesperanza contemporánea habitualmente traducida en egoísmo, aislamiento social y una relativización ética que conduce no sólo al desencanto sino a la desolación y, por esa misma vía, al extravío de cualquier sentido que pueda orientar la vida. Como bien avisa Fadanelli, podrá el lector discrepar de una o más de las afirmaciones tajantes, casi dictums, que inundan el discurso del autor de esta Filosofía para desencantados, pero en lo que no podrá estar en desacuerdo es en lo conveniente que sería lograr aquello que Da Jandra busca: instaurar, primero a nivel individual y de inmediato colectivo, a la vitalidad y a la responsabilidad como las rutas preferentes para transitar el mundo.

Aclaración de la Fundación Juan Rulfo

El domingo 29 de junio apareció en La Jornada Semanal núm. 1008 (pág. 11) una breve nota sobre otra traducción de Pedro Páramo al húngaro. Ahí se afirma que se trata de “la única lengua europea en la que no había aparecido el Pedro Páramo de Juan Rulfo”. No es así: en 1966 apareció la primera traducción de la novela de Rulfo al húngaro, en la editorial Európa Könyvkiadó. El traductor fue Giörgy Hargitai. En 1978 el mismo editor publicó de nuevo dicha traducción, acompañada por la de El Llano en llamas, en un solo volumen, con Ana Belia y Pál Kürti como traductores de los cuentos.

Por otra parte, y para evitar esta clase de equívocos, la Fundación Juan Rulfo ha solicitado hace un par de meses a la Agencia Carmen Balcells que no acepte propuestas para traducir la obra de Rulfo que involucren financiamiento del gobierno mexicano, como fue este caso, pues está claro para nosotros que, por sus propios méritos, no necesita de ese apoyo. En la actualidad la obra de Rulfo está vertida a más de medio centenar de idiomas y se encuentra en librerías de unos ochenta o noventa países, todo ello a cargo exclusivamente de sus editores extranjeros.

Víctor Jiménez
Director de la Fundación Juan Rulfo
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