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El músico Juan Morales López fue nombrado Tesoro Humano Vivo por el Conaculta

Para conservar la chilena debe haber más grabaciones y que la enseñen en la escuela

Se buscará que este estilo costeño sea nombrado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco

Enviado
Periódico La Jornada
Martes 17 de junio de 2014, p. a18

Marquelia, Gro., 16 de junio.

“A los 10 años empecé a estudiar música y a los 12 ya tocaba el clarinete; interpreto toda la variedad de los saxofones. Me gusta todo tipo de música, en especial la chilena, de la que he compuesto, más o menos, una docena de temas muy conocidos, como El poquilín”, expresó en entrevista Juan Morales López, oriundo de Ometepec, Guerrero, quien recibió el pasado domingo la distinción de Tesoro Humano Vivo, otorgada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), por conducto de su Dirección General de Culturas Populares, y la Secretaría de Desarrollo Social, en el contexto de su Cruzada Nacional contra el Hambre.

En la plaza central de Marquelia se levantó un gran escenario para la tercera fase del programa Galas Identitarias. Una lona protegió a los asistentes de un calor que superaba los 30 grados centígrados. Los que pueden, se refrescan con cerveza, y los niños con nieve. A las cuatro de la tarde se anunció que harían acto de presencia los viejos artistas que en adelante serán tesoros humanos vivos: Melquiades Domínguez Guzmán, quien no pudo asistir por problemas de salud, y Juan Morales López, quien llegó a pesar de la diabetes que padece desde hace 28 años.

Morales agregó: “Para mí, la música es todo. Vivo de ella, porque da mucha alegría al corazón de todas las personas. Todos los ritmos son bonitos, pero nosotros nos dedicamos más a la cosa regional, a la chilena, los sones, las palomas... todo eso. Esa es la música costeña.

“La chilena ha cambiado porque ya no la bailan, ni la tocan, como debe ser. Ahora la interpretan como merequetengue, que hace que se pierda el sabor de la chilena costeña. Aquí se baila en Acapulco, más o menos bien, pero también como merequetengue. La chilena tiene tres partes: la entrada, que es la vuelta; la segunda, que es cuando las personas se cruzan, y la tercera, el zapateado. Ese estilo se ha ido perdiendo. Ya tampoco se usan los pañuelos durante el baile, como antes, con el que se da la vuelta a la pareja. Ahora se baila como cumbia. Hay mucha banda y cada quien la toca a su manera, como pueden. Tocan El poquilín, mi chilena, a su modo. Puedo decir que hasta se oye bien, pero no es la chilena”.

En los fandangos siempre le piden El poquilín, La Costa Chica, Así es mi tierra y Fiesta en la ciudad, entre otras que ya pasaron la prueba del tiempo. Son muy rítmicas y se bailan de manera automática. He enseñado a mis hijos y los seis tocan conmigo. Han estudiado y tocan bien. La tradición no se va perder, porque ellos interpretan lo mismo que yo. Traemos la música en la sangre. Mi papá también fue músico y chilenero. Uno sigue el estilo.

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Juan Morales contó en entrevista que a los 10 años empecé a estudiar música y a los 12 ya tocaba el clarineteFoto cortesía de Conaculta

¿Apoyos? “Bueno, el de mis hijos, de los nietos, nada más, pero de las autoridades casi no. Un problema es que la mayoría quiere pagar poquito y eso quita las ganas de trabajar. Tengo servicio médico por mis hijos. Soy diabético y recurro mucho al Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado.

Todo lo que hago vale la pena. Si toco una chilena alegre, la gente se contagia y bailan con ganas. Si tocas bonito, se te agradecerá. La chilena requiere para su conservación que haya más grabaciones, que los maestros de danza la enseñen, así como que se instruya en las escuelas. Esto es importante.

Ser Tesoro Humano Vivo lo toma con humildad, sin jactancia. Este premio está bien, porque en la mayoría de los casos sólo quieren pagar con bebida, no con dinero. Con la música hemos ido a varios estados a trabajar. He buscado curarme de la diabetes, con muchos tratamientos. Me inyecto insulina. Procuro trabajar de Acapulco para acá, porque es más caliente y no me da frío.

Como punto final del programa, dentro de Galas Identitarias, subió al escenario Juan Morales y su Fandango Costeño, que hicieron que los habitantes bailaran su música. Señoras bailaban en pareja o en grupo y todas ejecutaron sus mejores pasos.

La galanura se da con los años. Se puso tan buena la cosa que el presidente municipal pidió a los músicos que extendieran su fiesta. ¡Yo pago! Y el zapateado cundió, ante la mirada de los niños, quienes aprendieron de manera natural que la chilena está viva y que se buscará que sea designada patrimonio cultural de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, pos sus sigla en inglés).

“¿Con quién hay que hablar?, preguntó Juan Morales.