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Señor de Sainte-Colombe
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Jordi Savall y Wieland KuijkenFoto : Álvaro Yáñez
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Periódico La Jornada
Sábado 14 de junio de 2014, p. a12

Una música-bálsamo, una música-tiempo, una música donde no pasa nada y todo sucede.

Así es la música de un señor que no tiene nombre ni fecha de muerte ni de nacimiento, retraído, ensimismado, torpe de palabras, inmerso en el dolor por la muerte temprana de su esposa, aislado en una cabaña arriba de un árbol para practicar el arte de la viola para no molestar a sus pequeñas hijas y gozar de intimidad.

Monsieur de Sainte Colombe.

Le dicen Monsieur, Señor, como cualquier señor, cualquier hijo de vecino porque no tiene nombre ni fecha de nacimiento y de muerte, tampoco amigos ni vida social. Su elevada concentración le permite recibir visitas desde otro plano dimensional: su esposa, a quien dedica una de sus obras maestras: Le Tombeau des Regrets.

La Tumba de los Lamentos es un diálogo entre dos seres, aunque lo que se escuche en primera instancia sea un solo instrumento. Al terminar de interpretar esta obra, mediante la cual el Señor de Santa Paloma platicaba largamente con su esposa muerta, su rostro se tornaba apacible y dulce.

Uno escucha la música de Monsieur de Sainte Colombe y experimenta una sensación de bienestar. Si la comparamos con la ‘‘música para relajación” que hoy día cunde en el mercado, encontraremos en la obra de este autor francés del siglo XVII y XVIII (se calcula que vivió entre 1660 y 1720) un estado del alma en calma.

De manera semejante a como opera la sonoterapia, que se realiza con cuencos tibetanos, la música de Sainte Colombe pone en su sitio todas las células, los tejidos, armoniza el fluido de la energía entre los órganos. Es por eso que uno se siente tan bien mientras escucha esta música y la sensación dura horas después de la escucha. Es el efecto de lo bello, lo bueno, lo bienamado.

La buena noticia es que llegó a México el nuevo disco de Jordi Savall. Se titula Sieur de Sainte-Colombe. Concerts á deux violes esgales.

Estos Conciertos para dos violas iguales son ejecuta-dos con maestría ejemplar por Jordi Savall y su colega belga Wieland Kuijken.

Es un álbum doble que no tiene principio ni tiene fin porque la naturaleza de esta música insondable la perpetúa, la tiende sobre una línea de tiempo pertinaz que avanza, curvea, nunca retrocede y desliza en su sonar nuestros pensamientos, nuestro organismo entero, que cobra un estado de paz interior. Música-Nirvana.

Cinco conciertos para dos violistas fuera de serie. Así fue escrita por Sainte Colombe, quien fue uno de los grandes violistas da gamba de la era en que ese instrumento gozó de tal efervescencia, gozo y plenitud, semejante a la guitarra Stratoscaster que siglos después enarbolarían Hendrix, Clapton, Richards, Gilmour, Page...

Es la figura central de toda la literatura para viola da gamba, que modificó al aumentar una séptima cuerda en aras de los grandes contrastes de altura, timbre y amplitud de sonido que caracterizan su música.

Sieur de Sainte-Colombe es la figura central del bello filme Tous les matins du monde, de Alan Corneau con un guión magistral que escribió Pascal Quignard (uno de esos merecedores del Premio Nobel de Literatura que nunca lo recibirá, dadas las condiciones geopolíticas del galardón).

Pascal Quignard dio cuerpo, vida y personalidad a Monsieur de Sainte Colombe, hasta entonces (el filme se estrenó a finales de 1991) yaciente en ‘‘la oscuridad de los tiempos”, como dirían Los Clásicos. El éxito de esa película abrió la sensibilidad de un público no experto en un instrumento que está en desuso de no ser por la labor humanística de Jordi Savall, quien por cierto interpreta la banda sonora del filme, con música de Sainte-Colombe.

La acción benéfica de Jordi Savall ya forma una montaña de libros-disco, como es su estilo, en torno a la viola da gamba. El título de uno de esos álbumes abre más el conocimiento: Les Voix Humaines, pues luego de que en el Renacimiento el arte giró en torno a la voz humana en el canto, los músicos de las siguientes generaciones siguieron ese encantamiento y el arte sublime de la viola da gamba consiste precisamente en imitar, más bien reproducir la voz humana en todas sus inflexiones, gestos, guturaciones, sonidos, desde el suspiro de una hermosa muchacha, hasta el grito fiero de un almirante en batalla, pasando por la respiración suave de un bebé mientras duerme.

Suena en la viola da gamba el ulular de un silbido por igual que el vaho que sale cuando hace frío. El breve chasquido de un beso por igual que el alarido de una valquiria, pasando por la lágrima que llegó hasta el labio, salpicada por la emoción de un aria cantada sotto voce. Suenan el murmullo y el arrullo, la lamentación y la caricia, el habla correcta y bella.

Así es la música de Monsieur de Sainte-Colombe.

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