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Su historia con la selección comenzó en el Maracaná y concluyó en Wembley

Las cinco Copas de La Tota, uno de los escasos logros mundialistas de México

De niño, Antonio Carbajal llegó a la portería por una casualidad que marcó su vida

 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de junio de 2014, p. 3

Su historia está llena de nombres legendarios en el futbol mundial, como Pelé, Garrincha, Puskas, Vavá, Gento, Zagallo y los estadios Maracaná y Wembley… y hasta de otro que poco tuvo que ver con el balón: José Alfredo Jiménez.

Antonio La Tota Carbajal tuvo el privilegio de ser durante 32 años el único futbolista en haber participado en cinco Mundiales (1950, 54, 58, 62 y 66), lo que le valió el apodo del Cinco Copas, algo que el alemán Lothar Matthaeus igualó en Francia 1998, después de haber estado en 1982, 86, 90, 94.

Esa hazaña, que le valió a Carbajal su ingreso al Libro de Récords Guinness y el nombramiento como portero del siglo de la Concacaf, es uno de los escasos logros que tiene el balompié nacional en la historia mundialista.

La Tota cumplió 85 años el 7 de junio. Recuerda esas conquistas que nadie tiene en México y que empezaron en aquellas calles de la colonia Santa María La Ribera, en las que de pura casualidad el destino lo mandó a la portería.

Carbajal creció en una vecindad de miedo, en esos tiempos en que los niños jugaban en la calle y lo hacían con pelotas hechas de periódico amarrado con mecates o, de plano, robadas del club de golf Chapultepec.

En la alameda de la Santa María conoció a José Alfredo, quien era portero del equipo rival y se las ingeniaba para detener balones y después ir corriendo a la banca a escribir una canción.

Carbajal se convirtió en cancerbero no por gusto, sino por necesidad. Primero, porque el niño rico del barrio, el que sí tenía para comprar una pelota, le advirtió que si quería jugar sería de arquero, y después porque su hermano fue atropellado por un auto, así que su padre le prohibió participar en las cascaritas y se tuvo que refugiar frente al portón de su casa para sentarse de inmediato en caso de que don Antonio regresara.

El barrio, además de marcar su destino futbolero, le definió la profesión: empezó a trabajar en una vidriería, oficio que La Tota mantuvo durante más de medio siglo y tiene ahora en León, la ciudad donde se quedó a vivir.

Carbajal empezó en las fuerzas básicas del Oviedo y después pasó al Club España por un precio que ahora suena inverosímil: 12 balones. Así se acostumbraba entonces, dice como explicación. Su sueldo era de siete pesos, sólo para los pasajes.

El monopolio de la portería

Antes del Mundial de Brasil 1950, el titular del Tri era Raúl Córdoba, quien tuvo malas actuaciones en los partidos de preparación y desde entonces La Tota monopolizó la portería nacional.

A sus 21 años, vivió un debut de ensueño en los Mundiales: en el mítico Maracaná, que entonces tenía cupo para 200 mil fanáticos, y frente a la poderosa selección de Brasil.

Luego de una pausa forzosa por la Segunda Guerra Mundial, el balón rodó el 24 de junio de 1950 con la inauguración del estadio. Y, como se esperaba, el anfitrión goleó al Tri: 4-0.

Fue maravilloso haber inaugurado el Maracaná, un estadio enorme. No entré con temor, sino pensé que iba a demostrar lo que era capaz. Me anotaron cuatro goles; Ademir me metió el primero, pero me sentí orgulloso y feliz porque al Mundial íbamos a aprender, no teníamos infraestructura y nuestros entrenamientos no eran buenos, éramos semiprofesionales, recuerda.

Luego, las derrotas serían ante Yugoslavia (4-1) y Suiza (2-1), con lo que Carbajal sumó sus primeros 270 minutos mundialistas.

Cuatro años después, en Suiza 1954, el Tri sólo participó en dos partidos y Carbajal en uno. Fue en la caída 3-2 contra Francia, en el que recibió un autogol de Raúl Cárdenas y un penal polémico.

La Tota sufrió una lesión en el dedo meñique de la mano derecha y la portería ante Brasil fue ocupada por Salvador Mota, quien se llevó el 5-0 ante Brasil.

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Antonio Carbajal colaboró para que México consiguiera su primer punto en los Mundiales, al igualar 1-1 con País de Gales en Suecia 1958, y en el primer triunfo, en Chile 1962, sobre ChecoslovaquiaFoto Jam Media

En Suecia 1958, el Mundial donde Pelé se dio a conocer, Carbajal sí estuvo en los tres duelos. Primero en la derrota 3-0 ante el equipo local y luego, el 11 de junio, en el primer punto que consiguió México en la historia: 1-1 con País de Gales. El otro encuentro fue una goleada, 4-0 frente a Hungría.

Ese empate ante Gales rompió racha de nueve derrotas consecutivas del Tri en Mundiales, que sigue siendo un récord negativo en la historia del certamen.

Chile 1962 le marcó la vida, aunque empezó con una derrota de 2-0 ante Brasil. El primer tanto fue anotado por Zagallo, pero lo que más recuerda La Tota fue el segundo. Siempre me enojaba cuando me metían goles, pero me reconforta saber que fue Pelé, el más grande el que me anotó, y no Juan Pérez, dice con orgullo.

“Pelé estaba en su apogeo, se llevó a Raúl Cárdenas, Guillermo Sepúlveda y Jamaicón Villegas y a mí me fusiló”, describe. De paso, recuerda a otro genio brasileño: Garrincha. Sabías lo que te iba a hacer, hacia dónde iba a ir, siempre fintaba a la izquierda y se iba a la derecha, porque tenía las piernas encontradas, pero de todas formas te dejaba viendo visiones, dice.

En esa Copa, Carbajal vivió una de las derrotas más frustrantes. Fue ante España, cuando de forma sorpresiva el equipo nacional estaba rescatando el empate sin goles ante los europeos, quienes consiguieron la anotación del triunfo en el último minuto.

El equipo, entonces comandado por Ignacio Trelles, tenía la pelota en un tiro de esquina, pero Gento recuperó el balón y lo llevó en veloz descolgada, ningún mexicano (Alfredo del Águila, Salvador Reyes, Raúl Cárdenas, Jesús del Muro) se atrevió a cometer falta y todo terminó en gol de Joaquín Peiró. La Tota salió llorando de la cancha.

Se describe como un portero sobrio, tranquilo, pero siempre entraba con todo, sin importarme las consecuencias y por eso en mi carrera me tiraron unos dientes y perdí dos muelas.

Tiene un recuerdo privilegiado: haber participado en el primer triunfo de México en un Mundial, en Chile 1962.

Los entonces llamados ratones verdes recibieron un gol ante Checoslovaquia apenas a los 15 segundos de iniciado el partido. Ese es, hasta ahora, el segundo tanto más rápido en todas las Copas.

Sin embargo, los mexicanos le dieron la vuelta al marcador con goles de Isidoro Díaz, Alfredo del Águila y Héctor Hernández, triunfo que después alcanzó otra dimensión cuando los checos quedaron subcampeones.

La última batalla

Para Inglaterra 1966 el titular ya era Ignacio Cuate Calderón, pero como un homenaje a su trayectoria y para que sumara su quinta Copa, La Tota, de 37, años recibió la oportunidad de participar en el último encuentro, ante Uruguay, que se realizó en otro estadio mítico: el antiguo Wembley.

De sus 11 partidos mundialistas, fue en el único donde no recibió anotación. Entró para sumar cinco torneos, pero respondió con acertados lances y mantuvo en cero su arco.

Y se retiró bajo un aguacero, dando la vuelta olímpica y con sentidos aplausos de aficionados ingleses que reconocieron el logro del mexicano, ese 19 de julio de 1966.

“Retirarme sin que me anotaran habla de una buena participación, pero soy de decisiones drásticas y como ya había anunciado mi retiro, dije ‘se acabó’. Y hasta ahí quedó. No me dolió, simplemente dije ‘no más’. El puesto de portero es el más longevo en la cancha”.

A manera de resumen, completa: Cada Mundial tiene su historia, su momento amargo y su momento de felicidad, pero de todos guardo muy gratos recuerdos.