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El desarrollo, derecho de derechos
L

a discusión sobre el libro de Thomas Piketty (El capital en el siglo XXI) tiene dos planos. Uno, el análisis de contenido que ha generado un número fenomenal de reseñas (ver mi blog al respecto). De lo que he leído recientemente en español recomiendo dos: de Esteban Iliades en Nexos y de Diego Castañeda en Paradigmas, ambos citados en el artículo de Carlos Bravo en El Universal www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2014/06/70596.php.

El otro plano es por qué un libro de economía de casi 700 páginas suscita tal interés al grado de convertirse en un best-seller. La respuesta es que armado de un potente arsenal estadístico y de excelentes instrumentos metodólogicos y conceptuales ha tomado por asalto dos preciados valores de los más dilectos pregoneros del capitalismo contemporáneo: la idea que el problema no es ser rico –incluso muy rico– siempre y cuando haya movilidad social; y la no menos peregrina aseveración de que los ricos son ricos porque se lo merecen. Ambos argumentos los hace añicos desde una perspectiva que combina historia económica, economía clásica y neoclásica.

El tema de la desigualdad ha sido el gran tema de las izquierdas socialdemócratas y de muchos organismos internacionales en la última década y media ( la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (Cepal), el Banco Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para mencionar algunos).

Pero en México habiendo tantos autores que desde distintas perspectivas han analizado el tema de la desigualdad, uno resalta por su persistencia en este tema y la lucidez de sus argumentos. Me refiero a mi colega y amigo Rolando Cordera. Recientemente desde la cátedra Raúl Prebisch invitado por Cepal como antes lo han sido distinguidísmos economistas de varias regiones del mundo, Cordera dictó una conferencia magisterial intitulada El desarrollo ayer y hoy: idea y utopia. (www.ietd.org.mx/rolando-cordera-dicta-la-catedra-raul-prebisch-2014/).

Resalto dos ideas fuerza de ese ensayo muy relevantes para el debate actual. Dado que el malestar en la democracia se convierte cada vez más en el malestar con la democracia (PNUD, 2004) los dilemas que afronta la democracia en relación con la igualdad deben llevar a que la economía evolucione a una economía política del desarrollo inspirada en el equivalente actual, moderno y global, de los sentimientos morales de Adam Smith. Por eso, el desarrollo debe ser entendido como creación y expansión de derechos. Así, postula Cordera que “la evolución de la ciudadanía en y con la globalización podría deslizarse del reclamo elemental de los derechos y las libertades democráticas y cívicas, a la participación social en la construcción de economías políticas organizadas para la equidad y la igualdad… el derecho al desarrollo devendría un efectivo desarrollo de los derechos”.

La segunda idea fuerza gira alrededor de la reforma del Estado que, para ser un efectivo catalizador como reforma de reformas, debe centrarse en la reconstrucción de los tejidos y procesos que supone una redistribución del poder, un reacomodo radical de las relaciones y pesos entre las esferas de la economía y su comando en la asignación de los recursos y la distribución de los ingresos y la riqueza.

Este texto coloca la discusión contemporánea, no sólo en la vertiente de la política económica, sino en el ámbito de la economía política. Por ello dos interrogantes emergen de estas reflexiones para nuestro país. Una, si el camino seguido –en términos de política económica– era la única vía dada una determinada configuración cultural e institucional y una específica correlación de fuerzas. Segundo, qué tipo de coalición de fuerzas se requiere para impulsar un desarrollo que atienda articuladamente al fortalecimiento de la democracia, la atenuación de la desigualdad y el crecimiento económico.

gustavogordillo.blogspot.com/

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