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Monarquía en crisis
ABDICA

Mi hijo Felipe, heredero de la corona española, encarna la estabilidad, asegura el rey Juan Carlos I

Admite: la larga y profunda crisis económica que padecemos ha dejado cicatrices en el tejido social

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En el Palacio de la Zarzuela, el rey Juan Carlos anunció su decisión de dejar el trono. En la imagen aparece en una foto con su sucesor, su hijo el príncipe Felipe, y su nieta la infanta Leonor, quien a sus ocho años es la siguiente en la línea sucesoria a la coronaFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 3 de junio de 2014, p. 2

Madrid, 2 de junio.

El 2 de junio de 2014 será una fecha histórica para España. El rey Juan Carlos de Borbón, en su calidad de jefe de Estado, decidió abdicar del trono y ceder el cargo a su hijo, el príncipe Felipe, con lo que puso fin a 39 años de reinado, en los que ha habido claros y oscuros.

La abdicación abre las puertas a un nuevo monarca, más joven –de 46 años–, pero sobre todo busca garantizar la continuidad de la monarquía española y de la familia Borbón, una vez que la propia Constitución española así lo establece en el derecho de sucesión al primogénito varón.

Diversos partidos de izquierda presentaron una moción en el Congreso de los Diputados, en un intento de que se convoque a un referendo para avalar o rechazar la coronación del futuro rey, que se llamaría Felipe VI.

Después de 39 años y de ser nombrado rey de España gracias al beneplácito y apoyo del dictador fascista Francisco Franco (1939-1975), que lo eligió su sucesor en la jefatura del Estado, el monarca español hizo un anuncio histórico que sacudió la política española. Alrededor de la una de la tarde y con una hora de retraso, finalmente se transmitió en todas las cadenas de televisión y emisoras de radio el anuncio de la abdicación, que ya había adelantado unas horas antes el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, quien indicó que las razones fueron estrictamente personales.

En su breve discurso, grabado previamente y emitido en diferido, el monarca señaló: En mi proclamación como rey, hace ya cerca de cuatro décadas, asumí el firme compromiso de servir a los intereses generales de España, con el afán de que llegaran a ser los ciudadanos los protagonistas de su propio destino y nuestra nación una democracia moderna, plenamente integrada en Europa. Me propuse encabezar entonces la ilusionante tarea nacional que permitió a los ciudadanos elegir a sus legítimos representantes y llevar a cabo esa gran y positiva transformación de España que tanto necesitábamos.

Tras asegurar que siente orgullo y gratitud hacia el pueblo español, el rey Juan Carlos añadió que la larga y profunda crisis económica que padecemos ha dejado serias cicatrices en el tejido social, pero también nos está señalando un camino de futuro cargado de esperanza. Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad. Y, como contrapeso, también han reavivado la conciencia orgullosa de lo que hemos sabido y sabemos hacer y de lo que hemos sido y somos una gran nación.

En su mirada hacia el futuro, el monarca expuso: una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista, el mismo que correspondió en una coyuntura crucial de nuestra historia a la generación a la que yo pertenezco. Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando, y afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana.

Entonces elogió a su hijo y sucesor: “Felipe, heredero de la corona, encarna la estabilidad, que es seña de identidad de la institución monárquica. Cuando el pasado enero cumplí 76 años consideré llegado el momento de preparar en unos meses el relevo para dejar paso a quien se encuentra en inmejorables condiciones de asegurar esa estabilidad.

El príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación.

Recordó que Felipe de Borbón cuenta con el apoyo de la princesa Letizia, la ex periodista divorciada que hace 10 años contrajo nupcias con el heredero al trono a pesar de las reticencias surgidas en el seno de la institución.

La sucesión de la corona –que tiene entre sus competencias la máxima jefatura del Estado– está prevista en la Constitución española de 1978, y su cobertura legal está establecida en los artículos 1, 2 y 58. Por tanto, no es obligatorio convocar a un referendo o una consulta popular para entregar la corona a Felipe de Borbón.

Una vez notificadas las Cortes Generales, el consejo de ministros del gobierno español se reunirá este martes para enviar una ley orgánica de sucesión al Congreso, en la que estipulará el proceso a seguir para llevar a cabo el relevo.

Todo indica, según las declaraciones de los principales líderes políticos, que la futura ley que garantizará el reinado de Felipe VI será apoyada por el Partido Popular (PP), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Unión Progreso y Democracia (UPD), Coalición Canaria (CC), Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Foro Asturias, lo que sumará 303 escaños, mayoría más que suficiente para su aprobación.

Se prevé que voten en contra Izquierda Unida (IU), Compromis-Equo, Bloque Nacionalista Galego (BNG), Amaiur, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Convergencia i Unió (CiU). Este último bloque presentó una moción ante la Cámara para que se celebre un referendo, que tiene todos los visos de que será rechazado por la aplastante mayoría del PP-PSOE.

El objetivo de la futura ley será hacer una sucesión lo más rápida posible. Incluso se sostiene que la coronación de Felipe VI se podría llevar a cabo en las primeras semanas de julio.

El líder del PSOE, el más importante de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, agradeció al rey su entrega, su respeto al poder político y su compromiso con la Constitución.

Pero la abdicación de Juan Carlos reabrió también en España el debate entre el mantenimiento de la monarquía y la proclamación de una república, en el marco de una crisis política, económica e institucional.

Para el líder de IU, Cayo Lara, llegó el momento de un referendo para que el pueblo decida si quiere monarquía o república... Es la hora del pueblo, de que decida y hable.

Pablo Iglesias, líder del izquierdista Podemos, que fue la sorpresa en las elecciones europeas del pasado 25 de mayo, al exigir un referendo afirmó que esta abdicación acelera la descomposición del régimen político de 1978.

Habrá cambio de rey, pero no habrá cambio en el proceso polpítico que vive Cataluña; seguirá adelante, dijo el presidente de la Generalitat, Artur Mas, en alusión al referendo independentista de esa región previsto para noviembre.

El lehendakari Íñigo Urkullu señaló que con la abdicación se abre una posibilidad de resolver la cuestión vasca, que no se ha dado en el marco de la Constitución de 1978.

Versiones de prensa atribuyeron a una fuente de la casa real que las razones de la abdicación eran políticas. La fuente dijo que el monarca tomó la decisión el pasado 5 de enero, cuando cumplió 76 años, pero retrasó el anuncio hasta después de las elecciones del 25 de mayo en la Unión Europea. Otras fuentes del Palacio de la Zarzuela aseguraron que la decisión fue muy meditada, que no tiene nada que ver con la salud del rey ni con la situación política.

Analistas políticos dicen que el gobernante PP quería poner a Felipe de Borbón en el trono para intentar combatir el creciente sentimiento antimonárquico, luego de que pequeños partidos de izquierda y grupos opositores obtuvieron buenos resultados en las elecciones.

El país está apenas saliendo de una larga recesión que deterioró la confianza en los políticos, la familia real y otras instituciones. El PP y los socialistas, que han dominado la política local desde el regreso a la democracia, están comprometidos con la monarquía, pero lograron menos de 50 por ciento entre ambos en los recientes comicios.