Opinión
Ver día anteriorDomingo 25 de mayo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

Bravura e intensa torería en la encerrona de Jerónimo

La crítica mexhincada y la chauvinista: contrastes

Tragedias en el sureste

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res cuartos de entrada en la inigualable plaza Jorge El Ranchero Aguilar, de la ciudad de Tlaxcala, para ver la encerrona del fino diestro Jerónimo con seis toros en concurso de otras tantas ganaderías tlaxcaltecas. Abrió plaza el de Darío González, que recargó en dos varas. El diestro quitó por orticinas cadenciosas y en los medios cuajó una bella faena con la zurda a un astado claro y con recorrido. Dejó casi entera apenas desprendida y se llevó una oreja.

De Piedras Negras fue el segundo, yendo de largo en dos puyazos y llegando a la muleta con transmisión y nobleza, lo que Jerónimo aprovechó para un enterado trasteo por ambos lados y media estocada tras brindar a la licenciada Adriana Moreno, Secretaria de Turismo del estado. Fue ovacionado en el tercio y se dio arrastre lento al burel. Con el de Jaime Rodríguez, complicado, escuchó palmas.

Al cárdeno de De Haro lo recibió con verónicas de la casa, es decir, con un temple del que carecen los importados. Empujó el toro en dos ocasiones y el torero ligó templadas tandas por ambos lados, dejando una estocada trasera y tendida que no impidió que diera la vuelta con fuerza. El de Felipe González tomó tres varas, pero se apagó en el último tercio.

De Vicencio fue el que cerró plaza, un hermoso castaño de encaste Parladé al que toreó por desmayadas verónicas. El toro acudió dos veces al caballo desde los medios y Jerónimo quitó por lances, tafalleras y un recorte a una mano de ensueño. Vino luego un concierto por naturales y derechazos de íntimo trazo en los que el matador se abandonó ante la noble embestida, dejó tres cuartos en lo alto, la gente loca exigió las dos orejas y se premió con vuelta al ruedo a los despojos del magnífico toro. Ganaderos y torero recorrieron el anillo para recibir unánime ovación y Jerónimo fue sacado a hombros.

También su cuadrilla desbordó torería en esa tarde de intensidades, destacando a caballo El Güero de la Capilla, Rodolfo Carmona y Luis Miguel González, y en banderillas, celosos y precisos, Gerardo Angelino, Christian Sánchez y Fernando García hijo. El matador Rogelio Sánchez, sobresaliente, destacó en ceñidas mariposas y ajustadas chicuelinas. Se banderilleó a cada toro con los colores de la divisa correspondiente y un público respetuoso fue a ver torear y a emocionarse. Con los seis ejemplares Jerónimo se vio artista, solvente e inspirado. ¿Qué más puede hacer un torero con estas cualidades para torear en su propio país?

Mientras acá la crítica mexhincada se hace lenguas para elogiar faenas ventajistas de las figuras importadas, como reconocimiento en automático a su trayectoria, así vengan a tentar de luces y a seguir cambiando espejitos por oro en estas tierras de permanente conquista, en España la crítica patriotera y siempre alarmada con los méritos de diestros extranjeros, no pierde oportunidad de embestirles.

Incapaz de ver la pundonorosa actitud de Joselito Adame en su segunda comparecencia en la Feria de San Isidro, un tal José Ramón Márquez escribió en un blog taurino español: El tercero en discordia era Adame. Hay que tener muchísimo valor, muchos redaños para plantarse en una plaza de toros con el vestido que se puso el hidrocálido esta tarde. Adame no levanta el vuelo. Perdió varias veces la muleta en sus dos trasteos, se vio sorprendido por el toro en el inicio de su faena al primero, toro galopando suelto y sin torear hacia los medios donde le esperaba el torero y cuando se centró en la faena demostró que su emblema es la vulgaridad. Es torero para vérselas con toros de más intenciones, para que la emoción de que él carece la ponga el toro. En Madrid hoy, como otras veces, nos dejó su destoreo, sus pases ajulianados en los que se pone como una alcayata, su falta de concepto, su embuste en suma. Ah, si aquí los publicronistas tuvieran ese tono, los importados hasta se esforzaban.

Aparte del rigorismo pretensioso del crítico, alguien tendría que sugerirle a Joselito Adame, con respeto, pero con urgencia, que venda u obsequie algunos de sus ternos y de plano cambie de sastre. De otra manera se hará acreedor al sobrenombre de Joselito Chantilly Adame, por lo excesivo de la morilla blanca en hombreras y remates de varios de sus desafortunados trajes. Está bien diferenciarse y vestirse como le plazca, puesto que es él quien se pone delante de los toros, pero no a costa de un elemental buen gusto. Su actitud y celo ejemplares exigen mesura en su indumentaria torera. Ganará en presencia y a la vez evitará críticas de seudoexigentes.

El domingo 18 fallecieron por cornada dos jóvenes toreros mexicanos en sendos cosos del sureste, con añeja afición y paupérrima organización. Pero si en México la autoridá no regula las plazas de primera, ¿qué esperar de cosos pueblerinos y empresarios errantes?