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67 Festival Internacional de Cine de Cannes
Un palmarés no tan desacertado
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Winter Sleep, de Nuri Bilge, conquistó ayer con la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes. Arriba, el realizador turco agradece el reconocimiento. Al fondo, el director Quentin Tarantino y la actriz Uma ThurmanFoto Reuters
C

annes, 24 de mayo.

Por segunda vez consecutiva, el jurado internacional y la crítica coincidieron en nombrar a la mejor película. (El año pasado, se recordará, sucedió con La vida de Adele, de Abdellatif Kechiche). La coproducción turca-franco-germana Winter Sleep (Kiz uykusu), de Nuri Bilgué Ceylán, se llevó la Palma de Oro, convirtiéndose en la segunda película turca en ganar dicho premio (la primera fue la magistral Yol, de Yilmaz Güney y Serif Gören, en 1982). Al recibir el galardón, el realizador se lo dedicó a todos los jóvenes turcos que murieron el año pasado. (Winter Sleep ya fue comprada para su distribución en México, por lo que se exhibirá dentro de poco).

Según se verá, no todos mis prejuicios sobre el jurado fueron infundados. El Grand Prix, considerado el segundo premio más importante, fue para la italiana Le meraviglie, de Alice Rohrwacher, cuyas virtudes me resultan elusivas. En cambio, la otra gran película del festival, la rusa Leviathan, tuvo que conformarse con el premio al mejor guión, debido al propio director Andrei Zvyagintsev y Oleg Negin.

El premio al mejor director fue sorprendente, pero no discutible. Por su sobrio trabajo en Foxcatcher, el estadunidense Bennett Miller sí merecía el reconocimiento.

Quizá los premios más previsibles –y acertados– fueron los de actuación. Sin duda, la presencia dominante en Maps to the Stars, del canadiense David Cronenberg, fue Julianne Moore, quien aportó uno de sus trabajos más temerarios. Por otro lado, no había otra interpretación masculina más memorable en toda la competencia que la del británico Timothy Spall en el papel titular de Mr. Turner, de Mike Leigh.

Los dos premios del jurado tuvieron la particularidad de situarse en los extremos cronológicos, pues fueron para la fran-cesa Adieu au langage, de Jean-Luc Godard, y la canadiense Mommy, de Xavier Dolan. Curiosamente, la vanguardia la representa el cineasta octogenario con una película de lectura oblicua; mientras que la cinta de Dolan caracteriza a un cine chabacano y autocomplaciente que envejecerá muy pronto.

El único premio para el cine iberoamericano fue la Palma de Oro para el corto colombiano Leidi, de Simón Mesa Soto. La Cámara de Oro a mejor ópera prima fue para el disperso docu-melodrama Party Girl, de los franceses Marie Amachoukeli, Claire Burger y Samuel Theis.

La ceremonia de los palmarés no fluyó como se podía esperar porque a algunos de los premiados –sobre todo a Spall– les dio un ataque de verborrea y no había manera de detenerlos. El colmo fue que la retransmisión televisiva en la sala Debussy, donde la prensa siguió la ceremonia, se interrumpió varias veces, entre gritos y silbidos, a tal grado que no supimos quién recibió el premio en lugar de la ausente Julianne Moore.

Poco puede decirse de la película de clausura. Hasta el momento de imprimirse el catálogo no había título y los organizadores finalmente se sacaron de la manga una versión restaurada de Por un puñado de dólares (1964), de Sergio Leone, pionera del espagueti western que, en su momento, fue prohibida en nuestro país por considerarse denigrante a los mexicanos. Por supuesto, la presentación corrió a cargo de Quentin Tarantino, quien no pierde ocasión para hacerla de payaso.

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