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A la mitad del foro

Fuera de juego

¡P

aren las máquinas! No creo que se escuche ese grito en ningún diario en este milenio de la instantaneidad y las redes por las que se multiplican notas, informaciones y deformaciones sin más fuente ni sustento que la sacrosanta libertad de expresión y difusión. Ojalá se oyera ese grito en el sancta sanctorum de las finanzas públicas, atadas y bien atadas al dogma neoliberal y a los miedos de la oligarquía, del capital acumulado, patrimonial y hereditario.

Nada, una sucesión de anticipadas justificaciones y anuncios de que las previsiones de crecimiento se han reducido y se siguen reduciendo. Llegamos a punto menos que nada, a la impronunciada recesión. Pero en Hacienda nos asegura Luis Videgaray que México va por el camino correcto, que el gobierno ha avanzado para resolver los problemas de los pasados 20 años. Tal vez quiso decir 30 años y no limitar el pasmo al lapso que no es nada conforme a la letra del afamado tango. Uno de los que hicieron de Gustavo Petriccioli coleccionista afamado de la obra de Gardel. O para no olvidar a los comunicadores, expertos del gran género porteño del que tanto sabe Jacobo Zabludovski, premiado en estos días en Buenos Aires. Veinte o 30 años: la economía es dolorosa imagen, “flaca, fané y descangayada”. No crece, no genera empleos, se estaaanca en el Valenti, dice El País del viernes pasado.

Y ayer sábado, el diario español nos ofrece la visión gozosa del capital acumulado y el rentismo hereditario: Los empresarios mexicanos se lanzan a invertir en España, dice en primera plana. Y nos alegra la visión presente del futuro que a duras penas asoma tras la rotunda figura de Agustín Carstens y el peregrinar por la tierras flacas de Rosario, la de la Cruzada Contra el Hambre: las grandes fortunas de los mexicanos multiplican sus operaciones en el sector financiero, inmobiliario, de transporte y... el de alimentación: Según un informe de Credit Suisse, el número de millonarios en el país norteamericano (México) crecerá de 186 mil en 2013 a 273 mil en 2018, 47 por ciento más.

A ver quién entiende el vuelo de capitales que están muy lejos de ser golondrinos, paralelo a las quejas de los dueños del dinero que en México lamentan el leve raspón de la reforma fiscal y escuchan con azoro el aplauso de Francisco Gil Díaz, el del déficit cero y disciplina fiscal o muerte. Las noticias locales hablan en voz baja de aumentos casi insensibles en la inversión extranjera. Luis Videgaray enfoca nuevos horizontes y anuncia que al final del camino, las reformas nos van a dar crecimiento en los próximos 15, 20 o 30 años.

¿Quién tiene prisa? En el Congreso de la Unión, auténtica máquina de movimiento perpetuo, dan un paso adelante y dos atrás. Enrique Peña Nieto apostó la quinta y los mangos al quehacer político, a concertar acuerdos con las fuerzas opositoras, de modo que cada uno cediera o concediera en aras del acuerdo en lo esencial, de la concertación que no es, desde luego, coalición. Y caminó la maquinita. Al PRI que volvió de los infiernos el valió una especie de leve, pero auténtico reconocimiento internacional por la capacidad de lograr acuerdos con la oposición; por hacer política, lisa y llanamente. No pudieron o no supieron eludir los viejos hábitos del iluso consenso, ni superar el miedo a los estilos paralizantes de la oposición: las marchas sin fin y sin freno; la toma de tribuna en las Cámaras; los amagos de cambio de piel propios de la pluralidad de partidos, serpiente que muerde su propia cola.

Un paso apenas y detuvieron la marcha de la difusión pública, de la comunicación social, por el temor de ser acusados de violar el silencio que impone la norma electoral. Pasó el susto. Pasó un año. Y ya aprobadas las reformas constitucionales, retrasaron las iniciativas de leyes reglamentarias a las comisiones respectivas del Senado y de la Cámara de Diputados. Llegaron por fin. Y la maquinita permaneció inmóvil como los anchos trenes de la línea 12 del Metro a los que les quedó angosta la vía. Es que el PAN haría sus pinitos en la elección abierta a todos sus militantes. ¡Paren las máquinas!

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Gustavo Madero levanta la mano tras conocer su triunfo como candidato a la presidencia del PAN, el pasado 18 de mayoFoto Jesús Villaseca

Ganó Madero. Y Cordero volvió al redil. Felipe Calderón ya sabe que es imaginario el poder de los ex presidentes. Insoportable levedad, aunque se trate de la fascinación con el poder atribuido a Carlos Salinas de Gortari, el Chupacabras, el que andaba ausente y temblaba la Tierra cada vez que volvía a México. Del poder del dinero, después hablamos. Pero el Ejecutivo se deposita en un solo individuo. Y con las vueltas del tiempo, las piezas que mueven las palancas del poder se van adaptando, aplicando, sometidas a la realidad imperante, al renacimiento de la división de poderes y de gobernadores con mando en los estados de la república federal. Y laica, aunque los obispos a los que visitó Enrique Peña Nieto rindieran informe al Papa, jefe de Estado del Vaticano, sobre lo que oyeron decir el jefe de Estado mexicano. Y mal, por cierto.

Pero eso es ajeno a la política de arranque y freno impuesta por el miedo a los fantasmas de la democracia sin adjetivos y los predicadores de un cambio de régimen, así sea incorporado en algún punto menor de la reforma política que nos ha obsequiado el retorno de la reelección y el dilema de las candidaturas ciudadanas, de individuos no militantes en partido alguno, sin resolver el cómo, cuánto y de quién han de recibir recursos para sus campañas. Entre otras cosas. Pero esos son otros López. Lo de hoy es si arranca o vuelve a parar la máquina que corría por el ancha vía de las reformas estructurales, esas imponderables medidas sin las cuales no habrá desarrollo, repiten en el campo de la acumulación de capital, multiplicación de pobres y salarios contenidos.

París bien vale una misa, dijo Enrique IV. Moctezuma vio los astros y son multitud quienes han decidido esperar que pase un eclipse. O ir a bailar a Chalma. En turno las leyes secundarias de la reforma energética que ya ha motivado acciones jurídicas ante la Suprema Corte y es fractura capaz de provocar la implosión del caos anarquizante que desquicia al país y desgarra el tejido social; de llevarnos a convocar elecciones para un Congreso Constituyente. O simplemente, ratificar la regla de oro de la decisión mayoritaria y la participación de todas las fuerzas sociales y políticas. Pendientes también, las de telecomunicaciones, de monopolios y el poder de la información capaz de adulterar el conocimiento.

Pero está en puerta el Campeonato Mundial de Futbol. Fiesta global, el negocio de negocios en la era de las comunicaciones electrónicas. Y de la pasión nacionalista, la naturaleza gregaria del hombre, lo tribal, el sentimiento de pertenencia. Lirismos aparte, estamos ante un espectáculo que va a atraer la atención de cientos de millones. La izquierda de la democracia sin adjetivos vio la tempestad y se hincó. El coordinador de los senadores del PRD propuso posponer los debates y votaciones de la reforma energética y esperar que concluya el campeonato mundial. O al menos, que la selección mexicana juegue y sea eliminada. ¿Y si llegamos a la final?

Cuentan que ante una grave crisis económica, Adolfo Ruiz Cortines reunió a su gabinete y hubo quien, ante el auge de Alemania y Japón, propuso declarar la guerra a Estados Unidos. El general Agustín Olachea manifestó su inmediata oposición. Comprendo su malestar patriótico, le habría dicho Ruiz Cortines. No es eso, señor: ¿qué hacemos si les ganamos?

¡Paren las máquinas!