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Sonata de otoño trata de reflejar el proceso de emancipación

Para ser libre, hay que acabar con la madre, metafóricamente

Lo que quisimos hacer es una tragicomedia, dice Ignacio Ortiz

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El director Ignacio Ortiz regresa a los escenarios después de cinco años con Sonata de otoño y cuenta con la participación de Patricia Marrero (Charlotte), Aída López (Eva) y José Carlos Rodríguez (Viktor)Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de mayo de 2014, p. 5

El guión de la celebre película Sonata de otoño (1978), escrito por Ingmar Berman, ha siso adaptado y puesto en escena por Ignacio Ortiz Cruz con la idea de reflejar el proceso de liberación de una hija, respecto de una madre, para asumir su propia identidad con todos sus dolores, pasiones, riesgos, tristezas y alegrías.

La historia se centra en la relación de Charlotte y su hija mayor Eva, quien no ha visto a su madre en siete años. Eva ha perdido a su único hijo, ahogado en un pozo de manera accidental y está casada con Viktor, un pastor religioso de una pequeña parroquia de pueblo. Charlotte, es una famosa pianista internacional, que debido a las exigencias de su carrera, ha abandonado a sus dos hijas: Eva y Helena, ésta última una joven en silla de ruedas e incapacitada para hablar.

Charlotte se encuentra muy afectada por la muerte de su amigo Leonardo, también músico, quien falleció tras una larga enfermedad. Eva, quien no ha visto a su madre en casi siete años, le escribe cuando se entera de esa muerte y le pide que vaya a su casa a visitarla.

El encuentro desencadena una serie de recriminaciones, enojos, tristezas, corajes, decepciones, culpas, temores y odios reprimidos por la hija hacia su madre, a causa de su abandono. La confrontación, los mutuos reproches, explicaciones y justificaciones, se desarrolla en una conversación nocturna, cara a cara, en la intimidad familiar, donde afloran viejos resentimientos y humillaciones, así como la obvia necesidad de amor.

Con las actuaciones de Patricia Marrero (Charlotte), Aída López (Eva), José Carlos Rodríguez (Viktor) y Edna Figueroa y Diana Ávalos, alternando el papel de Helena, la puesta en escena de Sonata de otoño trata de reflejar el proceso de libertad de una hija, respecto de su madre, explicó Ortiz Cruz. En este caso, para ser libre, metafóricamente hablando, hay que acabar con la madre.

Para Ortiz Cruz, Charlotte no es mala, es una mujer que no sabe ni puede estar en su casa o con la familia, y ejerce su derecho de no querer estar. Por ello anda de gira tocando el piano, de manera obsesiva con su trabajo. La madre, dice el creador escénico, es un ejemplo moderno del personaje de Nora, de la obra Casa de muñecas, de Ibsen”.

La actitud de la madre es un pretexto para poder objetivizar el otro lado de la moneda de amor-odio, en esa confrontación. Lo que aquí se aprecia es el odio de Eva hacia su madre. Sin embargo, los personajes plantean igual que nunca es demasiado tarde para que se encuentren.

Lo que quisimos hacer, concluyó, es una tragicomedia, donde los protagonistas se mueven en un pequeño espacio y a distancia.

Con Sonata de otoño, el dramaturgo, guionista y director de cine y teatro Ignacio Ortiz regresa a los escenarios teatrales después de cinco años de ausencia. Originario de Oaxaca, es considerado uno de los creadores que mejor conoce la carrera y la obra completa de Bergman.

Sonata de otoño se presenta en el teatro El Granero. Las funciones son: jueves y viernes, a las 20 horas; sábados, a las 19, y domingos, a las 18 horas. Centro Cultural del Bosque, Reforma y Campo Marte, Metro Auditorio.