Opinión
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Carta a José Narro y a la comunidad universitaria
M

uy distinguido señor rector: recientemente y en ocasión de celebrar el 60 aniversario de la entrada en operación de la Ciudad Universitaria, que desde entonces constituye el recinto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), usted hizo una emotiva alusión al enorme significado que ha tenido para el país entero la construcción y puesta en marcha de las instalaciones que en su momento fueron consideradas únicas a escala mundial, dándole a nuestra universidad las posibilidades para llegar a ser la institución académica más prestigiada de América Latina y una de las más reconocidas en el orbe. Para el país entero, sin lugar a dudas, la Ciudad Universitaria y con ella la universidad han sido símbolo y referente nacional de los anhelos de miles de jóvenes y de la visión de los hombres y mujeres que en su tiempo hicieron posible la cristalización de los ideales de la Revolución Mexicana.

En estos 60 años, nuevas generaciones de profesionistas han egresado de sus aulas, conformando parte importante de los millones de trabajadores que en sus diversos campos de acción han trabajado y trabajan de manera constante en el crecimiento de nuestro país, aun en las condiciones difíciles en las que venimos viviendo, pero sin olvidar todo lo que le debemos a los años que pasamos en sus aulas, estudiando y aprendiendo, para luego llegar a nuestra etapa de vida productiva con el deseo de contribuir al engrandecimiento de nuestro país.

De esta manera, la Universidad Nacional ha jugado un papel único en la historia de México, como formadora de profesionistas y maestros, que luego han tenido papeles decisivos en la fundación de muchas otras universidades y centros de enseñanza a lo largo del territorio nacional. Por ello, para quienes vivimos la experiencia de estudiar en sus aulas, de investigar en sus bibliotecas y laboratorios, de hacer deportes en sus maravillosas instalaciones, de conocer compañeros y compañeras que al paso del tiempo han sido relaciones de amistad de toda la vida, la universidad es hasta hoy un claro motivo de orgullo y cariño para nosotros y fuente de conocimientos para la nación toda.

Como usted sabe, un hecho, sin embargo, oscureció la grandeza del proyecto: la decisión del presidente Miguel Alemán Valdés de mandarse erigir una estatua, en la explanada de la Rectoría, de manera que con ello su memoria quedase integrada a la de la universidad, sabiendo que ese sitio no le correspondía y que su acción era una suplantación amparada en el poder. Fue por ello que, poco tiempo después, la comunidad universitaria manifestó su enojo ante esa arrogancia que constituía un agravio a la institución misma; sabiamente las autoridades universitarias en su momento decidieron retirar el monumento, dando fin así a la molestia existente.

De ello han pasado muchos años y hoy, con serenidad, podemos hacer memoria de aquellos acontecimientos y honrar a quien nuestro honor merece, y ese gran mexicano no es otro que el general Lázaro Cárdenas del Río, quien con su decisión de nacionalizar el petróleo y la industria petrolera rescató el patrimonio nacional y nuestra soberanía, haciendo posible la construcción de esa magna obra, entre muchas otras acciones que engrandecieron a nuestro país en aquellos años, siendo su visión que ese patrimonio se utilizara, en primer lugar, para construir el gran recinto universitario al que las nuevas generaciones de mexicanos tenían derecho. Como estadista y constructor del México moderno, el general Cárdenas sabía de la importancia de la enseñanza y dio los pasos necesarios para dotar al país de la mejor educación posible, fundando el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y estableciendo el fondo que en pocos años hizo posible la creación de la Ciudad Universitaria para albergar a la UNAM.

Por ello, señor rector, considerando la delicada situación en la que el actual gobierno de la República ha puesto al país, al modificar la Constitución para permitir que empresas extranjeras vuelvan a participar legalmente en el usufructo de nuestro patrimonio nacional, dejando a un lado lo que éste ha significado para los mexicanos, seguramente pensando en la quimera de que esas empresas vendrán para ayudarnos, solicito a usted en forma respetuosa que se sirva convocar a un referendo en el que la comunidad universitaria decida si es apropiado o no hacer un homenaje al presidente Lázaro Cárdenas, construyendo un monumento que honre su memoria, en la misma explanada de la Rectoría, para convertirla de facto en el Centro de la Memoria Nacional del siglo XX, solicitándole, asimismo, la participación libre y voluntaria en ese referendo, no sólo a los actuales estudiantes, trabajadores, profesores e investigadores de la universidad, sino también a quienes lo hemos sido en todos estos años.

Estoy consciente de que se trata de un proceso difícil, en cuanto que serán muchos los intereses que se opongan y traten de detener o desviar el proyecto; sin embargo, no tengo duda de que siendo la UNAM el sitio de discusión de los grandes temas e ideas en torno a la nación, la comunidad universitaria tiene la capacidad y la inteligencia para comprender la importancia de un proceso de esta naturaleza, por lo que el tiempo que se dedique a la organización del referendo, lejos de constituir un tiempo inútil, se convertirá en una experiencia singular de discusión de los principios de soberanía, de libertad, de justicia social y de progreso que hoy están en riesgo, colocando a la universidad y seguramente también al IPN, y a todo el sistema educativo, en el centro de la atención nacional.

Reiterando mi admiración por su trabajo, su visión y su liderazgo, solicito a usted una audiencia para tratar este tema y humildemente invito a la comunidad intelectual, tanto universitaria como de otras instituciones, a expresar libremente su posición respecto del tema que aquí abordo.

Atentamente,

Enrique Calderón Alzati, ex investigador del Instituto de Investigación en Matemáticas Aplicadas y Sistemas.

Twitter: @ecalderonalzat1

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