Editorial
Ver día anteriorDomingo 20 de abril de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ucrania: equilibrios precarios
E

l Ministerio de Relaciones Exteriores ruso anunció ayer la disposición de Moscú a aportar ayuda sustancial a Ucrania para que ese país de la antigua Unión Soviética pueda superar la crisis en la que se encuentra, aunque manifestó que la responsabilidad principal para aliviar las tensiones es de los propios ucranios. El comunicado se presentó dos días después del esperanzador encuentro cuatripartito del jueves pasado en Ginebra, en el que representantes de Rusia, la Unión Europea, Estados Unidos y la propia Ucrania alcanzaron un principio de acuerdo mediante el cual la primera se comprometió a contribuir al desarme de las milicias pro rusas que han tomado edificios públicos en el oriente y el sur del territorio –en las provincias de Donetsk, Lugansk, Járkov y Hersón– y el gobierno provisional de Kiev aceptó emprender una reorganización política con sentido federalista y respetar los derechos de las minorías nacionales dentro de Ucrania, particularmente las de habla rusa.

Son auspiciosas, también, la tregua de Pascua decretada por las autoridades de Ucrania en el oriente del país, así como el viaje a esa región de Yulia Timoshenko, occidentalista, antirrusa, ex primera ministra y candidata presidencial, la cual se entrevistó ayer en Donetsk con representantes de la autoproclamada República Popular de Donbás (RPD) en un intento por conocer de primera mano las revindicaciones de los regionalistas, los cuales rechazan los acuerdos de Ginebra, porque no fueron invitados al encuentro en Suiza.

El complicado ajedrez sigue desarrollándose, pues, en tres pistas distintas: la interna propiamente dicha, en la que los pro rusos del Don consideran ilegítimo al gobierno provisional de Kiev y exigen un estatuto federado que garantice sus derechos como minoría; la de la relación bilateral entre Rusia y Ucrania, y la de los desafíos geoestratégicos que enfrentan a Estados Unidos y la Unión Europea, por una parte, y a Rusia, por la otra.

En esta última, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha realizado un gesto hostil que no sólo complica el escenario, sino que introduce tensiones indeseables en todo el territorio europeo: el inopinado despliegue de tropas y los ejercicios militares anunciados a mediados de esta semana en Bruselas por el secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, así como el emplazamiento de soldados estadunidenses en Polonia y los países bálticos –Estonia, Lituania y Letonia, todos ellos fronterizos con Rusia–, del que informó un día después el jefe del Pentágono, Chuck Hagel.

De esta forma, mientras la diplomacia realiza avances significativos y esperanzadores para estabilizar la situación en Ucrania, los mandos militares occidentales echan más leña al fuego con desplantes bélicos, a todas luces impertinentes, que ponen más presión sobre el flanco occidental de Rusia y alimentan la desconfianza de Moscú ante la OTAN, incluso si con ello torpedean los frágiles y precarios acuerdos para Ucrania alcanzados en Ginebra el jueves e inducen una regresión de Europa a los escenarios de la guerra fría.

Cabe esperar, por último, que las incipientes vías de solución para la desestabilizada Ucrania no resulten demolidos por la imprudencia occidental, y que sus ciudadanos logren, con la colaboración auspiciosa de la comunidad internacional, alcanzar acuerdos internos que les permitan matener la unidad nacional y encontrar formas de convivencia entre todos los grupos y minorías que conforman su población.