Política
Ver día anteriorViernes 18 de abril de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Divide opiniones en Tierra Caliente la aprehensión del munícipe de Apatzingán

‘‘Quién sabe que hizo Uriel Chávez para que lo detuvieran; él les puso a El Chayo’’
Foto
El alcalde de Apatzingán y su esposa, durante un mitin de apoyo en ese municipio el 3 de marzoFoto Víctor Camacho
Enviado
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 25

Tierra Caliente, Mich., 17 de abril.

‘‘Ya se habían tardado’’, dicen unos en estos lares sobre la detención del alcalde de Apatzingán, Uriel Chávez Mendoza. Pero otros más –que piden no dar sus nombres con todo y ‘‘vuelta a la normalidad’’– no se explican por qué detuvieron, y ahora, al edil señalado por las autodefensas como pieza clave de la estructura criminal de Los caballeros templarios.

Un político calentano lo expresa así: ‘‘Uriel presumía su amistad con el comisionado (Alfredo Castillo) y quién sabe qué hizo para que lo detuvieran, porque le deben mucho’’.

–¿Qué le deben?

–Pues nomás que él puso (delató) al difunto.

El difunto no es otro sino el resucitado y vuelto a morir Nazario Moreno, El Chayo o El Más Loco, ‘‘primo directo’’ del alcalde, según el vicario de la diócesis de Apatzingán, Gregorio López, o sobrino, según otras versiones.

–¿Cómo que él lo puso?

–Muy pocas personas eran invitadas a la fiesta de cumpleaños de El Chayo; por ahí averígüele.

Con ese parentesco o sin él, se creyeran las acusaciones en su contra o se desestimaran, Uriel Chávez recibió más de una vez el respaldo de autoridades estatales y federales.

‘‘Le gustaba ponerle apodo a los muertitos’’

En enero, luego de que varios negocios de Apatzingán fueron atacados y el palacio municipal incendiado parcialmente por ‘‘grupos de encapuchados’’, el gobernador Fausto Vallejo acudió a dar, literalmente, un espaldarazo al alcalde: a cada paso, mientras supervisaban los daños, le daba afectuosas palmaditas en la espalda.

‘‘Él sigue siendo presidente municipal’’, dijo el comisionado Castillo a mediados de marzo, luego de que Uriel Chávez saliera del palacio municipal con la protección de la Policía Federal, debido a una manifestación encabezada por Gregorio López, más conocido como Padre Goyo.

Hasta el momento, la acusación más sólida contra Chávez –o al menos la que ha divulgado la procuraduría michoacana, en la que manda un subordinado de Castillo– es que el alcalde descontaba 20 mil pesos mensuales a cada regidor.

Si eso es todo, la procuraduría michoamexiquense es lenta, puesto que hace más de un mes varios regidores panistas hicieron el reclamo en público, de cara al alcalde, en una sesión de cabildo. El video de esa reunión circuló profusamente en las redes sociales.

¿Por qué ahora? Porque el comisionado Castillo necesitaba ofrecer un paquete ‘‘convincente’’ a los líderes de las autodefensas, y la cabeza de Uriel Chávez había sido una de sus exigencias más reiteradas. Las acusaciones públicas, que no necesariamente judiciales, que pesan sobre el alcalde, podrían llenar un ropero.

El ex presidente Felipe Calderón, por ejemplo, llegó a sugerir la probable responsabilidad de Chávez en el asesinato de Octavio Contreras Solórzano, ex secretario general del PAN en la entidad. Contreras era cercano a la familia de Calderón. Su cadáver fue arrojado el 16 de octubre del año pasado cerca del palacio municipal de Apatzingán, con huellas de tortura y un letrero: ‘‘A ver si te quedan ganas de andar de sancho’’.

La mañana de ese día, Contreras había salido de la presidencia municipal luego de un encuentro con el alcalde, en el cual le reclamó el destino de varios millones de pesos que serían utilizados en la construcción de una alberca municipal. En Apatzingán se cuenta que era muy activo con sus denuncias en las redes sociales.

El ex presidente Calderón tuiteó en Harvard: ‘‘A Octavio Contreras lo habían amenazado en la propia alcaldía para que dejara de publicar en redes sociales lo que pasa en Apatzingán’’.

Uriel ‘‘ordenaba las ejecuciones y también le gustaba ponerle apodos a los muertitos’’, dice un autodefensa de Apatzingán, quien asegura que los levantones eran ejecutados por la policía municipal.

‘‘Se compró la carreta y también los bueyes’’

En los tiempos recientes, el enemigo público número uno del alcalde Chávez fue el Padre Goyo. El protagonismo del sacerdote le costó que lo mandaran a ‘‘estudiar’’ fuera. Unos días antes de su retiro temporal, en una reunión con los principales dirigentes de un incipiente ‘‘concejo ciudadano’’, Goyo habló de las presiones que sobre él ejercía la estructura de la diócesis: ‘‘Le tengo más miedo al cártel de dentro que al de afuera’’, dijo, no tan en broma. En entrevista con este diario, publicada el pasado 27 de febrero, el sacerdote Gregorio López se refirió en extenso al alcalde:

‘‘Chávez compró la elección. No hubo oposición. El candidato del PRD tuvo que salir dos meses antes de la elección, y el del PAN era encargado de logística del propio candidato priísta, un pelele. Aquí se compró la carreta y también los bueyes.

‘‘Él sabe dónde están los 300 desparecidos, porque a él le pedían permiso. Aquí la presidencia es una pantalla, un hazmerreír. Los policías eran los secuestradores y el presidente municipal era el que mandaba asesinar.

‘‘Queremos alguien que trabaje para la sociedad, no para un grupo criminal. No alguien que permita que haya diez patrullas clonadas y que esté levantando a la gente que viene de fuera.’’

Dos días antes de la entrevista con el sacerdote, la procuraduría y la secretaría de seguridad pública locales habían informado de la aprehensión de cuatro policías municipales de Apatzingán como presuntos responsables del asesinato de Octavio Contreras.

Las indagaciones no alcanzaron al edil. Los detenidos fueron Carlos Rojas Ziranhua y los hermanos Francisco Javier, Alfredo e Iván Israel Chávez Montes.

¿Eficacia policial? En realidad, los cuatro policías regresaban de Tlaxcala, adonde fueron enviados ‘‘a capacitarse’’, y fueron detenidos cuando volvían a Apatzingán, pero por las autodefensas, que ya los esperaban en el retén de la entrada de la ciudad.

El abogado multiusos

Aunque en Michoacán muchas personas informadas dicen nunca haberlo oído nombrar, el abogado Eduardo Quintero se ha hecho famoso en un breve lapso por las personas a las que defiende: al fundador de las autodefensas, Hipólito Mora; al líder transportista José Martínez Pasalagua (acusado de nexos con el crimen organizado); a los autodefensas de Yurécuaro, encabezadas por Enrique Hernández Salcido, a quienes señalan como presuntos responsables del asesinato del alcalde de Tanhuato, Gustavo Garibay.

Por supuesto, Quintero también es el abogado defensor de Uriel Chávez.

La ley es la ley, se diría, de no ser por datos como el que sigue:

La diputada local Selene Vázquez visitó a Hipólito Mora en la cárcel. Durante su encuentro con él, siempre estuvo vigilada por personal que veía y escuchaba todo.

–¿Quién le puso el abogado? –le preguntó a Mora.

–De allá muy arriba.

–¿Castillo?

–Sí.

–¿Lo meten a la cárcel y le ponen el abogado, don Hipólito?

Mora lo pensó un poco y repreguntó: ‘‘¿Soy muy pendejo, licenciada?’’