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Se prepara para el serial de este año por siete países

Un clavado de altura es francamente alucinante, dice Jonathan Paredes
 
Periódico La Jornada
Martes 15 de abril de 2014, p. a15

Jonathan Paredes aprendió que tenerle miedo a las alturas es sinónimo de respeto, por lo que cuando se tira clavados desde los 27 metros de altura –el equivalente a un edificio de siete pisos– sabe que es un asunto muy serio, por lo que siempre lo hago con mucho respeto.

Medallista de bronce en el Mundial de Natación de Barcelona del año pasado, es el único mexicano que ha subido al podio en esta disciplina, recientemente aprobada como oficial por la Federación Internacional de Natación de Aficionados (FINA). Es una ejecución que francamente me parece alucinante, un vuelo que apenas dura 3.5 segundos antes de sumergirse en el agua.

De 1.66 metros de estatura y pasado cinco kilogramos de los 60 que debe pesar –porque me encanta la comida chatarra–, platica de ese parpadeo que dura su viaje desde la plataforma hasta el agua. Los especialistas del high diving se encargan de hacer piruetas en el aire, giros de derecha a izquierda y vueltas de pies a cabeza, para a unos metros del agua recuperar el barani –movimiento para regresar a la posición de firme y entrar con los pies en el agua–, porque de otra forma los dedos, manos, codos y brazos estarían permanentemente lesionados.

Asiduo tirador desde el trampolín de los 3 metros, en 2005 recibió la invitación para participar en un show de clavados de altura en La Feria de Chapultepec. Reconoce que se puso nervioso cuando escaló a las alturas, pero algo tiene este deporte que pronto se volvió una adicción.

En un principio se lanzaba por mero entretenimiento y para darse algunos caprichos, que ahora califica de infantiles, como ir a comer hamburguesas, comprarse un helado y, por supuesto, invitar a las muchachas, aunque igualmente para sentirse con un poco de dinero extra, ya que su paga por día laborado era de 370 pesos.

Sueño olímpico

Paredes recibió con agrado que los clavados de altura hayan sido adoptados por la FINA como una disciplina oficial, porque eso le brindará la oportunidad de cumplir con uno de los sueños más anhelados de cualquier deportista, que es ganar una medalla olímpica, aunque por ahora se siente realizado por haber obtenido un metal de tercer sitio en Barcelona, de entre una no muy amplia lista de exponentes extremos.

Arropado con premios y patrocinios de la iniciativa privada, el competidor tiene una vida desahogada, aunque no de lujos, como a veces la gente piensa. Sí, conozco muchos países, tengo amigos de varias partes del mundo, convivo con grandes personajes; en eso sí soy privilegiado, pero no millonario, aunque me la paso bien.

El miedo y la preocupación se han convertido en sus principales aliados al momento de lanzarse, aunque sabe que la concentración y no hacer locuras lo mantendrá a salvo, como eso de tirarse, antes de la entrevista, desde la parte alta de la fosa de clavados del Centro Deportivo Olímpico Mexicano, adonde escaló por la estructura metálica.

No fue muy bueno (el clavado), porque está muy incómodo allá arriba, pero la preparación no debe parar para buscar subir al podio en el serial Red Bull de Cuba (9-10 de mayo), luego Texas, Irlanda, Noruega, Portugal, Bilbao y Brasil, aunque quiere disfrutar otro metal en el Mundial FINA de Rusia (2015) y, por supuesto, en Río 2016.