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Festeja 50 años de actor con la obra del dramaturgo Alejandro Licona, que se estrena hoy

Los monólogos, un ejercicio excesivo de vanidad, dice Patricio Castillo

Rueda mi mente..., su segunda puesta en escena de este tipo, le pareció interesante por el tema

Podría ser una forma de tragarse lo terrible del Alzheimer, expresa en entrevista

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De los parlamentos de repente se me van algunas palabras, comenta el actor, quien se alegra de que la memoria no le ha fallado hasta ahoraFoto cortesía de la producción
 
Periódico La Jornada
Lunes 14 de abril de 2014, p. a12

¿Olvida dónde dejó las llaves? ¿Le cuesta trabajo recordar datos que antes podía citar, como nombres y direcciones? ¿Busca sus lentes y revuelve la casa para a final de cuentas percatarse de que los trae en la cabeza, atorados en las sienes? Si tiene usted menos de 30 años, preocúpese, pues pueden ser indicios de Alzheimer, advirtió en entrevista Patricio Castillo, quien para festejar sus 50 años de actor hoy lunes estrenará en el Teatro Central Chopin la obra Rueda mi mente..., monólogo escrito por Alejandro Licona, que dirige Alfonso Rigel.

En el ensayo general, el pasado jueves, la obra mostró un inicio simbólico y metafórico: era Patricio cantando Rueda mi mente, otrora éxito de Sasha Sökol, cuyo comienzo es el siguiente: Casi no te conozco/ y no te dejo de pensar/ estás tú en mis palabras/ rueda mi mente donde estás/ casi no te conozco/ y no te dejo de pensar/ Dicen tus ojos algo/ muero de curiosidad/ ¿cómo seguirte el paso?/ ¿cómo saber adónde vas?/ casi no te conozco/ y no te dejo de pensar/ Rueda mi mente, no se detiene...

Detrás del escenario, Castillo habló con La Jornada minutos antes del ensayo: Este es mi segundo monólogo, en 50 años. El primero fue y es, sigue siendo, después de 21 años, el monólogo sobre la vida de Alberto Einstein. Sigue siendo un monólogo vivo, porque sigo presentándolo en colegios y universidades, así como al público en general. He leído algunas biografías sobre el físco, además de que estamos hablando de una obra con una historia, en mi caso, de más de dos décadas, y yo no era muy partidario de los monólogos, porque los encuentro como un ejercicio excesivo de vanidad, como actor... solito en el escenario. ¡Mírenme, soy yo! Sin embargo, el monólogo sobre Einstein me pareció muy interesante e importante que la gente se enterara, que me arriesgué y lo hice de todas maneras.

Es para lo que me alcanza el dinero; me invento mi trabajo

Agregó: Ahora hago este otro, que es para lo que me alcanza el dinero, y me invento mi trabajo. Por eso estoy haciendo esta obra, que también me encanta, que es sobre un dramaturgo mexicano Alejandro Licona y el tema es el Alzheimer. Se me hace interesante porque esto puede ocurrir en todos lados. Aparte, es una obra muy divertida y simpática, con momentos de reflexión. Es una enfermedad terrible. Sí lo es. Destruye al individuo y a la familia, al entorno; sin embargo, Alejandro ha vuelto esta obra tan simpática para que todos los que la vean podamos tragarnos esa pastilla, de lo terrible de ese mal.

–Usted, ¿cómo está de memoria?

–¡Bien! De los parlamentos de repente se me van algunas palabras. Entonces digo que no tengo Alzheimer, pero jalzheimer, sí. Lo último que se nos va es lo que vivimos hace mucho tiempo. Es una enfermedad genética; es decir, si en tu familia hay alguien que la tuvo, tú tienes posibilidades de padecerla. También se ha descubierto que difícilmente vas a tenerla si a los 30 años no se han producido los primeros síntomas. La memoria corta se puede perder por envejecimiento y esa nos da a todos, o casi.

–Si durante la obra se le olvida algo ni cuenta se dará el público.

–Creo que no. He tratado de aprender muy bien la letra. Esta obra es para todos, aunque tiene unas malas palabras por ahí, pero es un tema que nos interesa a todos. De 18 años para adelante está bien, e incluso menos, si se arriesga alguno. A mí me tocó vivir de cerca con alguien que tuvo no Alzheimer, pero sí otra cosa: con Manolo Fábregas, después de su infarto cerebral, fui observando todo su proceso de deterioro, y he visto a otras personas cómo se van deteriorando. Por supuesto, he visto películas en las que se trata el tema.

Hay quienes en programas de televisión toman el tema en broma. Creo que el mexicano se ríe de todo... tal vez como un síntoma de defensa. Está bien que seamos capaces de reírnos de nosotros mismos. Es muy importante el humor en la vida de todo ser humano. A veces somos cáusticos.

Con cierto descanso dijo que hasta ahora la memoria no le ha fallado. “Hace poco, con unos amigos, me acordé de un soliloquio que hice en 2005, El espejo encantado, de Salvador Novo”.

Por su parte, el director Alfonso Rigel, mientras se oía la segunda llamada, dijo: He dirigido bastantes obras, desde 1985, y particularmente de este autor, Alejandro Licona. Hace más de 20 años iniciamos el Foro Dramaturgia, con la idea de llevar a escena obras de autores principalmente mexicanos. Ahí conocimos a Alejandro. Hace 15 años comenzó el proyecto de llamar al actor Patricio Castillo para montarla. Hasta ahora fue posible, 16 años después. El teatro de Licona tiende a denunciar cosas de manera tajante a través del humor. Esa es el arma más importante que usa. En esta pieza juega con el humor y la emotividad, al grado de llevar al espectador de la risa a un nudo en la garganta. La reflexión cierra con una parte conmovedora, sin llegar a la lágrima.

Experiencia de vida

Agregó: En Patricio veo una experiencia de vida fundamental para hacer este personaje. La obra plantea cómo los demás estamos fuera de la circunstancia del personaje, quien se ha defendido y ha salido adelante. Tiene un ánimo de vivir a pesar de sus obstáculos físicos, pero los demás queremos aislarlo y encerrarlo. El punto de partida de Licona es la pérdida de memoria del personaje. Creo que la escribió por miedo. He conocido a un par de personas con Alzheimer y es impresionante. Incluso, la obra la podríamos trasladar a cualquier otra circunstancia. A la misma vejez, por ejemplo, que implica ciertos impedimentos. El problema no es para el viejo, porque hasta cierto punto somos adaptables, sino para los otros, que son los que se desesperan y exigen que el viejo escuche como antes, que camine como antes, etcétera. El de fuera es el problema.

En hora y 10 minutos, Castillo hace que cada quien se ubique en un personaje. Lo que al enfermo de Alzheimer no se le olvida en la obra es de quién se debe cuidar y proteger, en este caso, de sus hijos, que quieren llevarlo a un manicomio. La ingratitud no se olvida. Tampoco que lo mejor es alejarse de los familiares que lo único que pretenden es quitarse de la responsabilidad de cuidar a un viejo.

La cita para el estreno de Rueda mi mente... es hoy, 14 de abril, en Central Chopin, a las 20:30 horas. Ubicación: Álvaro Obregón 302, colonia Roma. Taquilla: desde una hora antes de cada función. Todos los lunes. Teléfono 5211-9202.