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Todo debe pasar a mil por hora y con kilos de balas, afirma Eduardo Gallegos

La tv impone una estética que no da tiempo a la reflexión

Al cine muchas veces vamos engañados, porque los tráileres anuncian una película que no es; estamos acostumbrados a comprar basura, a que nos mientan, y somos acríticos, señala

El crítico y docente presentó el libro El top 10 del cine, guía con más de mil filmes

Foto
Antonio Tiro Escobosa, Silvestre López Portillo, Eduardo Gallegos (sentado) y Edmundo Bastarrachea durante la presentación del libro, que se realizó en el contexto de la Muestra Internacional de CineFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Domingo 13 de abril de 2014, p. 7

Toda valoración estética es subjetiva, por más que se trate de ser objetivo, por lo que el cine no escapa a ese canon, aunque se recurra a una axiología y a una estadística, expresó en entrevista Eduardo Gallegos Ramírez, crítico y docente de cinematografía, durante la presentación del libro El top 10 del cine, guía que incluye más de mil películas, el pasado viernes, en el contexto de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.

El volumen es publicado por el sello Algarabía Editorial, dentro de su colección Cinefilia, que parte de una pasión compartida por expertos y amantes del cine, y que devino en una invitación para disfrutar de las películas desde una perspectiva crítica y divertida, donde además de encontrar los títulos consagrados –que aparecen continuamente en varias de las llamadas listas de imprescindibles–, se incluyen películas que de otra forma no tendrían oportunidad de aparecer.

Arduas discusiones

Durante nueve meses, los integrantes del consejo editorial se reunieron para discutir el contenido del libro. Desde las categorías hasta las películas incluidas en cada una de éstas, los colaboradores propusieron su selección para compartirla, comentarla y, así, acordar entre todos las elegidas para ese top 10. Los integrantes del consejo: María del Pilar Montes de Oca Sicilia, Eduardo Gallegos, Silvestre López Portillo, Claudia Martínez, Antonio Tiro Escobosa, Francisco Masse, Ilse Lyssen Pérez, Edmundo Bastarrachea y Emilio Rodríguez participaron de esta ardua tarea siempre con el gusto de convivir y hablar de cine.

Esa es la razón de que en estas páginas se encuentren categorías tan diversas como Para glotones y gourmets; De mentes y dementes; One Hit Wonders; Buenas, bonitas y baratas; Sobre matrimonios bostonianos; Retratos de la pobreza; Churros de culto; Los que ocurren en el cinco letras, y Las de lágrima traidora. Con sus amigos, cada quien puede crear sus categorías.

A la muestra de la Cineteca acuden sobre todo jóvenes que quieren saber más sobre lo que han visto en la pantalla. En la Sala 4, donde fue la presentación de El top 10... hubo muchachos que rieron con algunos comentarios de los integrantes del panel.

Gallegos agregó que en el proceso de elaboración del libro algunos se inclinaron por ciertas películas y otros por otras. “Hubo muchas víctimas, cosas que se quedaron afuera y, en ese sentido, sí puedo decir que aunque extrañe algunas obras que no están, puedo apoyar a la mayoría que se citan. La apreciación cinematográfica depende de la historia individual, por lo que todas las historias son válidas. Podríamos estar de acuerdo o no con las listas, pero no puedo afirmar qué experiencia es la mejor, en relación con alguien que no haya visto lo mismo. Son experiencias distintas, nada más. Un caso, en la categoría de Finales ridículos, es el final de Los hijos que yo soñé, donde Libertad Lamarque canta El ratón vaquero. Y después corre detrás de su hija. Es una madre amorosa que ha adoptado muchos niños y le quitan a la que es su favorita. Va corriendo para que se la devuelvan... Ese es un final con el que seguramente mucha gente lloró. Es válido, pero es completamente demencial.”

Los finales

Estuvo de acuerdo en que por eso algunos directores hacen más de un final. “Y hay algunos impuestos, que es lo más terrible del asunto. El de Mujer bonita, que hizo famosa a Julia Roberts, en el guión original, en el primer tratamiento, Richard Gere dejaba a Julia donde la había recogido: en la calle, pero ese final no era de taquilla, no era de Cenicienta. Pero hay cosas más trágicas. A Orson Welles lo mandan de vacaciones para cambiarle el final a Los magníficos Anderson, porque les pareció una película demasiado crítica, y los productores le cambiaron el final, que no tiene nada que ver con el original. Regresó y se halló con que ya la habían estrenado la película con un final distinto. Eso sí es trágico”.

Sobre la duración de una cinta, para Gallegos “mientras más dure, mejor. Eso es más diversión. Claro, cuando son buenas, porque cuando son malas ya no hallas la salida. A veces hay películas que duran mucho y uno se pregunta por qué no le cortaron media hora. También depende de lo que entendamos por cine. Recuerdo que en mi debut dando clases de cine, una niña, hoy famosa, me decía: maestro, si la película es en blanco y negro o anterior a 1980, ¡olvídese! Yo lo que trataba de decirles es que una escena sin palabras nos podía poner chinita la piel, y ahora los públicos nuevos, acostumbrados al mil por hora, si en los primeros 10 minutos de película no ven tres persecusiones, cuatro acuchillamientos y dos kilos de casquillos percutidos, se aburren. Esa es la mecánica en la que nos han metido los medios de comunicación y la televisión, que imponen una estética en donde todo tiene que pasar a mil por hora y no le damos tiempo a la reflexión. ¿Una escena sin palabras? Bergman entraría ahora en la categoría de aburrido. ¡Es una barbaridad!

El reino del revés

Estamos en el reino del revés. Los tráileres anuncian una película que no es. Estamos acostumbrados a comprar basura, a que nos mientan, y somos acríticos, esto es un problema. Muchas veces vamos engañados a ver algo que no es.

Fue reacio a decir cuál es su director favorito. “No sé... tengo muchos. En lo personal, películas que me han cambiado la vida... ¡François Truffaut! La noche americana. La vi en un programa doble en un cine de Guadalajara. Iba con una de James Bond y la gente presionaba para que ya acabara. Cuando la vi me dije: ¡esto es lo mío! La noche americana es un homenaje sentidísimo al cine. La visión de Truffaut sobre el amor adolescente, sobre la infancia como ese callejón sin salida... ¡Godard, igual! Me quedaría corto... Bergman, Visconti. Soy de esa generación setentera que fue muy influida por el cine europeo de los años 50 y 60. Y está el cine estadunidense, de Kubrik, por ejemplo”

La conferencia dejó en claro que los participantes en el libro tienen una experiencia diversa en el consumo cinematográfico. ¿Cómo se pusieron de acuerdo? Simplemente el libro debía salir. Fue un ejercicio lúdico, lo cual se siente al leer la obra. De tres meses, tiempo fijado para discutir, se alargó a nueve, pero igual hubieran podido discurrir más meses. Al final son 272 páginas en las que el lector hallará una guía para ver clásicos.

En la mesa estuvieron también Silvestre López Portillo, Edmundo Bastarrachea y Antonio Tiro Escobosa.