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El siglo del poeta
Contradecir al poder, labor de la poesía, diría a La Jornada
 
Periódico La Jornada
Martes 1º de abril de 2014, p. 5

En las épocas de guerra, la gente lee más poesía. Cuando la gente se enamora, lee poemas; cuando hay peligro, cuando se enfrenta a la muerte; la gente lee poesía. En esto consiste la utilidad de la poesía, expresó Octavio Paz a La Jornada en octubre de 1990.

El autor de El laberinto de la soledad de quien se conmemora su centenario, en una entrevista publicada por este diario, habló sobre los estados de ánimo del lector luego de leer poemas así como de su obra, de política, del realismo socialista, de su generación y de los autores.

En esa ocasión, el literato dijo que la cualidad esencial de los matemáticos y los poetas es la intuición.

Lo que distingue al poeta del filósofo y del hombre de ciencia –prosiguió– es que en el poema el pensamiento y el sentimiento están juntos.

El pensamiento encarna en una frase, en una metáfora, en una imagen teatral o plástica. Y cuando digo poeta, también hablo de los novelistas y de los dramaturgos que, en realidad, son a su manera poetas.

De hecho, enfatizó el escritor, la utilidad de la poesía consiste en recordarnos la suprema utilidad de las cosas inútiles.

Por ejemplo, añadió el Nobel, la pasión erótica, la libertad, la capacidad de decir No a los poderosos, la contemplación. Todo lo que llamamos el mundo pasional, incluyendo lo más negro, es la materia prima de la poesía, sin faltar la alegría, la alegría de existir. Y la contemplación desinteresada.

El Narciso que rompe el espejo

A propósito de la pregunta sobre si un poeta es un inútil, Octavio Paz respondió: Es un ser que nos está diciendo que lo que cuenta verdaderamente no se puede medir. La poesía expresa ciertas experiencias que no son utilizables.

Es ese sentido, añadió, sucede lo mismo con “la fascinación ante la muerte. O bien, la fascinación ante la vida, que es igualmente poderosa e inútil.

–Cómo se contempla Octavio Paz a sí mismo? –se le preguntó.

–Le contestaré solamente que tengo admiración por aquellos poetas que desaparecen detrás de su propia obra. Son los verdaderos maestros. Es cierto, que en toda obra hay narcisismo. Lo interesante no es solamente el Narciso que está en cada uno de nosotros, sino el Narciso que rompe el espejo.