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En esa nación, el segundo mercado detrás de EU, las personas prefieren los cedés

Japón, culpable del derrumbe de la industria musical en el mundo

Su producción y gusto se concentran en artistas locales, que pocas veces se internacionalizan

El país había quedado como una isla del consumo tradicional, que ahora comienza a desinflarse

The Independent
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de marzo de 2014, p. 9

Ahora que se vuelve a hablar de la muerte de la industria musical, no debe ser gran sorpresa la caída de 3.9 por ciento en las ventas mundiales de música, anunciada la semana pasada.

Quizá sea más interesante la razón detrás de este derrumbe: los comentaristas de la industria apuntan a Japón. Ese país, cuyo mercado musical es el segundo del planeta detrás del estadunidense, sufrió un descenso de 16.7 en las utilidades.

Pero, ¿por qué el súbito deslizamiento? Robert Poole, de la compañía promotora y organizadora de eventos Something Drastic, señala que Japón se considera un país único en el mundo desarrollado por su apego a los discos compactos y la falta de servicios accesibles a los usuarios para descargar música en teléfonos inteligentes.

“El resto del mundo –escribe Poole– ha visto un enorme descenso en las ventas de música en la década pasada debido a la muy accidentada transición hacia las descargas digitales. Ante la caída vertical de las ventas de discos y la piratería rampante, Japón ha llevado desde hace tiempo la carga de sostener las ventas mundiales. Los mercados internacionales aumentan en forma natural, al encontrar formas de recuperarse de años de declive y mejores vías legales para descargar y difundir música continua vía streaming. Entre tanto, la burbuja del mercado japonés comienza apenas a desinflarse hacia los niveles que serían de esperar”.

Treinta dólares por cedé

En Japón los cedés se venden con un sistema de precios fijos (a unos 30 dólares la pieza), y Poole destaca la popularidad de ídolos japoneses del pop como los grupos AKB48 y HKT48, que animan a sus fans a comprar múltiples copias del mismo sencillo, con lo cual se elevan artificialmente las cifras de ventas por encima de las de años pasados.

Cada venta permite al fan votar en elecciones en las que puede proponer qué miembro del grupo estará al frente o entonará la siguiente canción. Esos grupos venden por lo regular más de un millón de copias de cada sencillo. Es un mercado excepcional.

Podría parecer curioso que un país afamado por su amor a los adelantos tecnológicos aún compre cedés. Poole sugiere que ello podría deberse a que los japoneses tienen menos probabilidades de participar en piratería musical. Es un rasgo de una sociedad única, en la que el robo se considera inmoral incluso a ese nivel. Como el mercado de los discos se mantuvo fuerte, los principales sellos se vieron menos presionados que los de otros países para desarrollar un sistema de ventas digitales.

Mientras los primeros servicios digitales en Occidente eran ilegales, como Napster, los principales sellos grabadores en Japón crearon su propio sistema, llamado Rekochoku. Sin embargo, fue creado antes de los teléfonos inteligentes, de modo que los usuarios podían descargar una canción, pero no transferirla cuando adquirían un teléfono nuevo.

De entonces a la fecha se han desarrollado numerosos sistemas para transmisión continua y descarga, pero ninguno se ha afianzado en el mercado, observa Poole. Y ninguno, incluido iTunes, tiene un catálogo lo bastante grande de todas las disqueras para ser considerado la opción a elegir. Parece haber un hueco en el mercado, que afecta las ventas.

Junto con Corea del Sur, Japón es el único país que en 2013 tiene exclusivamente artistas locales en los 10 primeros lugares de ventas de álbumes. Unos cuantos grupos y solistas occidentales, como One Direction y Taylor Swift, venden bien, pero en realidad la industria se nutre dentro del país.

Industria hacia el interior

A menudo se llama a Japón la isla Galápagos de la tecnología y el entretenimiento, debido a su industria, volcada hacia el interior y centrada en artistas nacionales, anota Poole.

La música local no se desarrolla para los mercados internacionales. Como las ganancias internas son mucho más altas, las disqueras no le ven caso a invertir en grupos nacionales que pudieran tener atractivo internacional. De la misma manera, los artistas internacionales por lo regular descubren que su música no tiene resonancia en el país.

Eso no quiere decir que los artistas japoneses nunca hagan olas en Occidente. El que más recientemente mostró atractivo fuera de sus fronteras es Babymetal, trío de chicas adolescentes que combina dos de los géneros favoritos en Japón: J-pop y metal. Su primer álbum, epónimo, ha entrado en el top 10 de iTunes en siete países, entre ellos Gran Bretaña. En cambio Ayumi Hamasaki, la solista japonesa que más discos ha vendido en todos los tiempos, es poco conocida fuera del país.

Lo mismo ocurre con B’z, dúo de rock que ha vendido 80 millones de discos, pero no tiene fama mundial. Sin embargo, con un mercado musical del tamaño del japonés, probablemente eso no le molesta mucho.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya