Opinión
Ver día anteriorViernes 21 de marzo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Economía Moral

Réquiem por el capitalismo

Luchemos por fundar una nueva sociedad, sin miedo y sin codicia

I

A

rrastrados por codicia insaciable, lo arrasan todo.
Destruyen el planeta azul: atmósfera, naturaleza,
al más grande milagro cósmico: la vida humana.
Cuando intenten frenar será demasiado tarde,
habrán rebasado el punto de no retorno, todo habrá acabado.
Locura encabezada por las empresas transnacionales:
Exxon, Monsanto, Iberdrola, Coca-Cola, CNN, muchas más.
Los gobiernos a sus órdenes están:
el de Obama, con su ejército, marines, CIA, FBI, NSA,
drones, portaaviones, satélites y bombas;
el de Merkel, el de Cameron, el de Putin, el de Rajoy,
y sus esbirros del tercer mundo, empezando por Peña Nieto,
que quieren como ellos ser y todo les entregan
la plata, el gas, los metales estratégicos, el oro y el oro negro
y nuestras propias vidas.
Los medios masivos de comunicación, parte del capital transnacional,
proporcionan valiosos servicios al capitalismo: venden sus productos,
sus peores latrocinios ocultan, nos hacen conformistas,
nos inoculan la creencia que vivimos en democracia,
nos hacen admirar a los codiciosos triunfantes, querer ser como ellos;
Millones de oportunistas imitan y defienden al capital.

II

El capitalismo es un enfermo terminal.
Uno de sus médicos más laureados ha reconocido
que no saben cómo curar la enfermedad aguda que padece:
la crisis económica.
Ignoran que, fruto de su propia codicia, un mal crónico maduró detrás:
el virus de la automatización, de la robotización imparable,
destruye el trabajo humano vivo
la fuente que alimenta su sed insaciable de riqueza.
Cada vez que un robot elimina un puesto de trabajo,
bajan los costos pero se eliminan compradores
impidiendo vender las cantidades ilimitadas de mercancías
que los robots pueden producir.
El mal crónico, la robotización, genera así el mal agudo,
la crisis económica de sobreproducción.
La receta del famoso Dr. Keynes,
que alguna vez al capital enfermo salvó, ya no sirve:
su medicina, la inversión, generaba empleos,
ahora sirve para fabricar, con robots,
más robots que remplazan más empleos.

III

Algunos nos damos cuenta del enorme daño
que el capitalismo causa y del apocalipsis que se avecina
y resistimos: los indignados, los #yo soy 132, los críticos,
algunos poetas, los pueblos indígenas, algunos partidos políticos.
Creímos que ante tan aguda enfermedad,
el capital se iba a auto-transformar como lo hizo
con la Gran Depresión de los años treinta.
Que la derrota moral e intelectual era tan rotunda
que Obama, y hasta Merkel y Rajoy, iban a recapacitar.
Que el neoliberalismo sepultarían, nuevos caminos trazarían.
Pero no, el dogma se va cerrando, se hace más fanático e irracional.
El capitalismo ha tirado la toalla, pues intuye que su mal es terminal.
Como el enfermo desahuciado, sólo quiere su vida prolongar;
sus patadas de ahogado pueden durar muchos decenios.
Como muy poco puede ya crear, destruirá y destruirá.

Foto
Portada de libro pionero del Ingreso Ciudadano Universal (Buenos Aires, 1968; versión original en inglés publicada en 1965)

IV

La eutanasia es la única medicina para los males del capitalismo,
tenemos que ayudarlo a bien morir para evitar siglos de horror,
la erradicación del Homo sapiens y de muchas otras especies.
La resistencia tiene que dar un salto gigantesco de conciencia:
percatarse que el capitalismo ya llegó a su fin
que la lucha que tenemos que librar es para evitar que su muerte
sea lenta agonía que la civilización destruya
debemos ayudarle a tener una muerte digna, pacífica,
que permita, sin violencia, llegar al poscapitalismo
y a la verdadera y plena democracia.

V

Luchemos por separar el ingreso del trabajo,
por convertir en derecho universal el acceso a un nivel de ingreso
que nos permita a todos una vida digna, desde la cuna hasta el sepulcro.
Luchemos por el Ingreso Ciudadano Universal, Suficiente e Incondicional,
que puede ser la semilla de la sociedad pos-capitalista
que el capital podría terminar aceptando y promoviendo para salvarse
pues le permitiría sus mercancías vender.
Sembrada en la sociedad capitalista, la semilla
del ingreso universal incondicional iría disolviendo
el miedo a la pobreza, al hambre, que nos hace obedecer, humillamos.
Este ingreso universal nos liberará
también de la jornada obligatoria de trabajo,
del trabajo forzado al que hoy hemos sido sentenciados,
que no nos deja vivir, amar, crear,
que no nos deja participar en la vida cívica y política
que no nos deja hacer lo que siempre quisimos hacer.
El trabajo pagado que siga existiendo, y que proveerá,
a quien lo elija, de ingreso adicional, será libremente elegido.
Como los ciudadanos de la Atenas de Aristóteles
seremos liberados del trabajo obligado, forzado
y dedicarnos podremos a la filosofía, la ciencia, el arte, a la política.
Podremos dejar de ser seres unidimensionales,
cultivar y expresar, en actividades múltiples, diversas y libres,
nuestra diversidad de talentos y capacidades, ser multidimensionales.
¡Seres libres, multidimensionales, sin miedo, sin codicia,
serán los arquitectos de una sociedad plenamente democrática y justa
en la cual el florecimiento humano podrá ser una realidad para todos!
¡Luchemos por germinar la sociedad pos-capitalista,
libre de codicia y de miedo, repugnantes motivaciones del capitalismo!

*Leí fragmentos de este poema en el Acto de Clausura de la Bolsa Mexicana de Valores, organizado por el Congreso Popular el 18 de marzo, día de la expropiación petrolera.

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