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Sombras en el magnicidio

De los 9 detenidos tras el ataque, sólo él está en la cárcel

Mario Aburto, una persona con rasgos paranoides, antisociales
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Luis Donaldo Colosio es auxiliado luego de haber sido víctima del atentado, en Lomas Taurinas, Tijuana.Foto Tomada de los dictámenes periciales de la PGR
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Segundos antes de que recibiera el tiro en la cabezaFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Lunes 17 de marzo de 2014, p. 3

El 21 de noviembre de 2000 fue el último día que existió la Fiscalía Especial para el Caso Colosio. La investigación está contenida en un expediente de 68 mil fojas, con el resultado de la indagatoria en la que intervinieron más de 300 personas, entre agentes del Ministerio Público, policías investigadores, peritos y científicos.

Sus páginas describen de la siguiente manera cuando Mario Aburto Martínez asesinó a Luis Donaldo Colosio Murrieta:

Aproximadamente a las 17:05 horas una persona del sexo masculino, un sujeto joven que vestía de color negro, en el parque de la colonia Lomas Taurinas, de la ciudad de Tijuana, Baja California, accionó una pistola tipo revólver, calibre 38 especial, marca Taurus, matrícula 958400, en dos ocasiones hacia el licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta, logrando herirlo primeramente en cabeza y después en el adbomen, cuando éste se desplazaba caminando en dirección de norte a sur sobre la calle Mariano Acosta (...) La primera de las lesiones causadas generó un orificio de entrada en región suprauricular derecha de 11 milímetros de diámetro y con orificio de salida en región temporal parietal izquierda, y que fue la causa determinante de la muerte, la cual tuvo lugar a las 19:45 de ese mismo día.

La historia del tirador

Mario Aburto Martínez nació en Zamora, Michoacán, el 3 de octubre de 1970. A los 15 años comenzó a escribir un texto al que llamó Libro de actas.

En él escribió antes del atentado contra Colosio: se hablará mucho de la misión de un hijo mallor de la patria y su hecho, que cambiará el rumbo de la historia. Se abre un capítulo mas en la historia de estos estados heroicos y de la nación entera, dando paso a los ideales de un hombre que preocupado por el futuro de su País decide contribuir para seguir construllendo un país mejor cada día, acosta de su propia vida, renunciando a todo hasta su propa familia (sic).

Remataba sus escritos como un hijo de la patria. Caballero Águila. Su versión de ese nombre, según el Libro de actas, es que un viejo se lo puso un día que estaba en el campo, para que defendiera las ideas del pueblo.

Aburto es considerado una persona con un trastorno de personalidad límite (con rasgos obsesivos, hipocondriacos, histéricos, narcisistas, paranoides, depresivos y antisociales), que se fue gestando a lo largo de su vida, al ser producto de unas figuras parentales en las que la madre presenta trastornos histéricos y el padre doblemente homicida, lo que condicionó inestabilidad en su asentamiento geográfico y conflictiva laboral (sic).

Llegó a Tijuana por primera vez en marzo de 1988. En 1989 emigró un año a Estados Unidos. Trabajó en una fábrica de muebles.

Regresó a Tijuana en la segunda semana de diciembre de 1990. Su inestabilidad laboral lo llevó a trabajar y renunciar en más de 10 empresas establecidas en Tijuana.

El 7 de febrero de 1994 ingresó como auxiliar de mantenimiento en la empresa Audiomatic, en esa ciudad fronteriza, donde conoció a la que sería su novia, Graciela González Díaz, a la que le dijo que realizaría algo muy importante, que iba a arriesgar su vida por el país para cambiarlo; iba a ser famoso, salir en la televisión (...) iba a hacer algo que toda la gente lo recordaría, y ella iba a encontrar –cuando volviera–, en el Museo de Cera de Tijuana, una figura de Mario Aburto.

Cuando Aburto Martínez cumplió 20 años había aspirado a formar parte del ejército de Estados Unidos, del Ejército Mexicano, así como cursar una carrera universitaria, y hasta consideró ser misionero o sacerdote. Nada había logrado.

El atentado

Luis Donaldo Colosio llegó a Tijuana luego de haberse reunido con Manuel Camacho Solís, quien fungía como comisionado para la paz en Chiapas, cuyo nombramiento generó un sinnúmero de especulaciones que llevaron a fomentar en columnas políticas la percepción de una posible sustitución del sonorense.

Camacho Solís le habría contado que la guerra sucia la armó José Córdoba Montoya, jefe de la Oficina de la Presidencia.

En ese contexto surgieron versiones de un rompimiento de Colosio con el presidente Carlos Salinas de Gortari, porque en su discurso del 6 de marzo en el Monumento a la Revolución, cuando se celebró el 65 aniversario del PRI, el candidato había criticado veladamente al presidente, al decir que veía un México con hambre y con sed de justicia.

El mitin superó las expectativas; había entre 3 mil 500 y 4 mil personas, el doble de lo esperado.

El general Domiro García Reyes era el encargado de seguridad de Colosio, y dirigía un grupo de 14 miembros del Estado Mayor Presidencial y tres elementos de la Policía Federal de Caminos.

Antes del acto se encontraban distribuidos 17 elementos de apoyo pertenecientes al Grupo Orden, Vallas y Porras, comandados por Fernando de la Sota Rodalléguez, ex subdelegado de la Policía Judicial del Distrito Federal, que se sumó a la campaña por intervención de Roberto Lázaro Alcántara, ex presidente de la Camara Nacional de Autotransporte, con autorización del general García Reyes.

Asimismo, estaban 31 elementos de la comisión de orden y seguridad del PRI municipal, bajo el mando de Rodolfo Rivapalacio, grupo identificado como Tucan (Todos unidos contra Acción Nacional), y entre ellos su hijo, Rodolfo Rivapalacio Tinajero, Tranquilino Sánchez Venegas, Vicente Mayoral Valenzuela y Rodolfo Mayoral Esquer. Su labor era apoyar la seguridad del candidato y estar a la expectativa por si se suscitaba una riña con posibles miembros de otro partido que quisieran boicotear el acto.

Un grupo recibió al candidato priísta. Othón Cortés lo acompañó: era un simpatizante del partido. En el acto, que duró 35 minutos, participaron cinco oradores.

La salida se dificultó. Colosio avanzó lentamente, debido a que los asistentes se arremolinaban a su paso.

El sonido ambiental reproducía a todo volumen la canción La culebra.

El abanderado del tricolor había avanzado casi 14 metros en 1.58 minutos sobre el terreno de tierra y piedras, cuando Mario Aburto puso el arma cerca del oído derecho del candidato y disparó a la cabeza.

Sólo una cámara de video en manos del agente Gerardo Millán Leal, de la Policía Judicial Federal, captó ese instante.

Aburto Martínez fue llevado a la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR). Dijo que solamente quería herir en un hombro al abanderado priísta para exponer sus ideas pacifistas.

El gobierno creó una fiscalía especial. La PGR dijo tres días después que había sido un asesino solitario. Luego, el primer fiscal, Miguel Montes, señaló que se trató de una acción concertada. Al paso de los días nueve personas fueron detenidas y acusadas de complicidad, entre ellas Othón Cortés y siete elementos del grupo Tucan. Sólo Aburto sigue en prisión.