Política
Ver día anteriorDomingo 16 de marzo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Líder de autodefensas acalara versiones de que un jefe templario ordenó erigirla

La estatua del borrachín de Tepalcatepec ¡la levanté yo, porque es mi compadre!
Foto
Juan Cervantes, el personaje inmortalizado en la estatua del borrachín en Tepalcatepec, no está contento con el monumento, pues la gente le pide dinero a cada rato. Jura que jamás pronunció la frase inscrita en la base de la efigie (Si dejo de tomar me muero). Dice que en realidad expresó: Tome o no, igual me voy a morirFoto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Domingo 16 de marzo de 2014, p. 12

Ryszard Kapuscinski decía, con toda razón, que la primera víctima de cualquier guerra es la verdad.

El 6 de febrero se publicó en estas páginas la historia de una estatua consagrada al borrachín de Tepalcatepec, Michoacán. Se dijo entonces que el monumento fue un capricho del jefe de plaza de los templarios, Jesús Vázquez Macías, El Toro, quien ordenó erigirlo al alcalde Guillermo ­Valencia.

La versión fue escuchada en las barricadas y confirmada por una de las colaboradoras del jefe de las autodefensas Juan José Farías, El Abuelo: la profesora Beatriz Sandoval, La Ticha.

Pero es mentira.

“¡La Ticha fue la chismosa! Como si le hubiera costado a la cabrona. El monumento lo levanté yo porque Juan (Cervantes, el borrachín perpetuado en la estatua) es mi compadre!”, se indignó El Kiro, brazo derecho de El Abuelo, cuando supo de la versión publicada.

El Kiro –el apodo le viene de un villano de la historieta Kalimán– se dedica a la compraventa de ganado y es habitual verlo, cuando no anda tomando otros pueblos, a la entrada de Tepalcatepec, donde tiene unos corrales de su negocio. A veces también recorre las calles montado en uno de sus caballos finos.

Con Juana Reyes, la profesora Sandoval es operadora política de los hermanos Farías –Uriel, hermano mayor de El Abuelo, fue alcalde de Tepalcatepec– es una de las líderes de las autodefensas que más se retrata con el comisionado federal Alfredo Castillo.

Ese dato no hizo que El Kiro le bajara a su coraje: La idea de la estatua surgió en un cumpleaños de mi compadre. Ese día nos tragamos 18 mil pesos de vino y no le pedimos nada a nadie, presumió.

Para apoyar su testimonio, El Kiro –hombre de aspecto rudo, con chaleco repleto de cargadores– contó detalles de la obra. Dijo cuánto le costó la base y cuánto la figura que representa a su compadre (35 mil pesos).

Sabedor de que hay gente del pueblo que rechaza la estatua por considerar que enaltece el alcoholismo, el jefe de grupo de las autodefensas dijo también que instaló una cámara oculta por si a alguien se le ocurre tirar el monumento.

Ya en plan de chacota, El Kiro dijo que la estatua de Juanito es milagrosa: Pero hay que ponerle una veladora y una botella.

El poder de La Ticha

Según un líder priísta michoacano entrevistado en Morelia, Juana Reyes, Beatriz La Ticha Sandoval y Ramón del Val, todos ingenieros agrónomos, tienen un despacho que se dedica a elaborar proyectos para bajar recursos de la Secretaría de Agricultura; están coludidos con funcionarios de la dependencia y sólo ellos aprueban proyectos desde hace unos ocho años.

Los tres mencionados y Uriel Farías, El Paisa, son considerados en los corrillos políticos gente de Víctor Manuel Silva, delegado de la Secretaría de Desarrollo Social federal en el estado y aspirante a la candidatura del PRI al gobierno michoacano (elección que se llevará a cabo el próximo año, en la misma fecha que los comicios federales).

Sandoval era presidenta del comité municipal del PRI cuando Farías fue candidato a la alcaldía y luego directora del Instituto de la Mujer. Es además maestra del Centro de Bachillerato Técnico Agropecuario de Tepalcatepec.

En enero pasado, el director de esa escuela, Aníbal Díaz Munguía, fue cesado luego de que Sandoval y su grupo lo acusaron de estar ligado a los templarios.

La historia de la estatua ha sido usada por los enemigos de Guillermo Valencia, presidente municipal en el exilio, como prueba del vínculo del joven político priísta con los Caballeros templarios.

Valencia es enemigo político de los hermanos Farías. Como se sabe, Uriel Farías fue uno de los presidentes municipales detenidos en el episodio conocido como el michoacanazo. Liberado, regresó a concluir su mandato y quiso dejar un sucesor, pero Valencia le ganó la elección interna.

Los Farías decidieron entonces apoyar al aspirante del PRD. El respaldo no fue por debajo del agua sino abierto. A pesar de la suma de los Farías –y sus recursos económicos, se entiende– el aspirante perredista perdió porque del otro lado hubo mucho dinero e intimidación, y porque nos compraron líderes, dijo un ex dirigente del PRD local.

Juanito dijo “¡salud!

A mí la estatua esa me perjudicó. Ahora la gente me llega a pedir un montón de cosas. Por mí, túmbenla, dijo Juanito Cervantes, el borrachín perpetuado, frente a su inseparable trago de coñac.

En persona, Juan Cervantes es igualito a su estatua.

Se le encontró en un bautizo y antes de la hora del bolo recordó que la estatua se ideó el día de su santo, el 24 de junio de 2012, y que fueron sus amigos, todos autodefensas ahora, quienes decidieron rendirle el singular homenaje.

El Toro, por supuesto, no tuvo nada que ver. Aunque, claro, Juanito Cervantes lo conocía muy bien, entre otras cosas porque lo despojó de dos camionetas, una Tahoe y una Silverado, la segunda nomás porque le gustó a su señora, además de que pagaba –es productor de pepino­– una cuota de un peso por cada costal de su producto.

Orgulloso poseedor de un Willys –un jeep de 1946 que manejó en el aniversario de las autodefensas–, Juan Cervantes no se explicaba por qué Beatriz Sandoval ha divulgado la versión de que El Toro le mandó hacer un monumento y se despachó con insultos hacia la lideresa priísta. También preguntó: “La hizo mi compadre. ¿Usted cree que El Toro iba a gastar en algo así? ¡Sí nomás sabía robar!”

Juan Cervantes es apreciado en Tepalcatepec (el pueblo más seguro de Michoacán, dijo antes de apurar el trago). Todo mundo lo saluda y lo considera buena persona. No está contento con su estatua, porque ahora la gente llega a pedirle dinero a cada rato. En la charla, juró que él jamás pronunció la frase inscrita en el monumento (Si dejo de tomar me muero). Le sigue pareciendo inexacta: Tome o no tome, igual me voy a morir, dijo Juanito y posó para la foto diciendo ¡salud!