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Ver día anteriorSábado 15 de marzo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Barrios, delincuencia y prevención
A

lgunos medios de comunicación, algunas legisladoras panistas, algunos columnistas conocidos como intelectuales orgánicos, todos al servicio del sistema, llevan cuenta escrupulosa de crímenes y rastrean la violencia que se da en la capital del país y mal disimulan su regocijo cuando creen que la ciudad de México va en camino de convertirse en una entidad peligrosa y violenta como lo han sido en diversos momentos Chihuahua, Sinaloa o Tamaulipas, y recientemente Michoacán y el estado de México.

Sin duda, el gobierno de la ciudad ha caído por inexperiencia, por contagio del autoritario gobierno federal, por imitación extralógica, en algunos excesos en esta materia; sin embargo, no ha perdido las características de administraciones anteriores, que llevan la marca de la justicia social como presupuesto necesario de la justicia conmutativa y que respetan los derechos humanos sin descuido de los derechos sociales.

Afortunadamente para el DF y con disimulado desengaño para sus malquerientes, la sangre no ha llegado al río y se ha contenido la delincuencia dentro de límites razonables. Una razón es que frente a la absurda guerra declarada por Calderón y frente a la errática política de fuerza del actual gobierno federal, la capital ha privilegiado el combate a la pobreza extrema con programas sociales eficaces y con actividades culturales que recuperan calles, plazas y barrios enteros para la gente.

En la capital se han identificado como zonas delincuenciales algunos barrios y zonas urbanas específicas, sobre los que se exagera y a los que se sataniza de muy peligrosos; llevan este sambenito el barrio de Tepito en la delegación Cuauh­témoc, varios parajes de Iztapalapa y algunos otros, pero para bien de la ciudad y sus habitantes, las propuestas y acciones de cultura, arte, deporte y recreación han proliferado, y la atención de las autoridades mediante programas sociales produce sus efectos.

Aquí destaca la Secretaría de Desarrollo Social con campañas como la de cambio de armas por objetos utilitarios y despensas, y han servido mucho las acciones prácticas de justicia distributiva como las tarjetas de adultos mayores y ahora la denominada Capital Social, pero también contribuye la ciudadanía organizada de diversas maneras. Es notable la actividad encabezada por el actor Daniel Giménez Cacho, documentada por el reportero Carlos Paul, precisamente en Tepito, con recorridos, teatro callejero y charlas.

Tepito tiene rasgos especiales; su historia de barrio extramuros de la ciudad española, poblado por artesanos y comerciantes de objetos diversos, ropa usada y herramientas, a finales del siglo XIX y bien entrado el XX, le creó una fama dudosa que se agravó con la llegada del comercio de contrabando y mercadería llamada pirata por los grandes monopolios acaparadores de marcas.

Tengo especial aprecio por ese Tepito popular, lleno de vida, barrio bravo sin duda, pero también pleno de solidaridad, cultura y refugio de un arte marginal no carente de valores. Nací cerca del rumbo, por el mercado de Mixcalco, y hace ya muchos años frecuenté unas tardeadas inolvidables en la Segunda Cerrada de Rivero; en mi adolescencia un pasajero interés por la numismática me llevó a recorrer puestos callejeros del rumbo en busca de monedas raras o antiguas.

Cuando fui procurador, combatí sin excesos la delincuencia del lugar, pero también aclaré la falsedad de leyendas urbanas como la de los túneles de Tepito o la de la mafia coreana.

Puedo concluir que la ciudad, incluidos lugares como Tepito, la colonia de La Bolsa, El Hoyo de Iztapalapa y otros rumbos de no buena fama, sigue manteniendo fuera a las grandes mafias del crimen organizado, básicamente porque se da prioridad al combate a las causas del delito: pobreza, ignorancia, marginación, y no a la represión. Es de esperar que el gobierno capitalino mantenga este camino y no se deje arrastrar por la respuesta de fuerza.

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