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La compañera del filósofo narra: fue con el zapatismo que comenzó el romance

Fui muy afortunada de terminar nuestros días juntos, señala Fernanda Navarro
 
Periódico La Jornada
Viernes 7 de marzo de 2014, p. 3

Compañera de Luis Villoro (1922-2014), durante los últimos ocho años de su vida, la también filósofa Fernanda Navarro comparte con La Jornada que la justicia fue para el maestro uno de sus mayores temas.

“Luis era de una lucidez y de una congruencia extraordinarias, entre la palabra y la acción, como pocos intelectuales. Nunca dudó de su camino, tampoco buscó protagonismo. Tuvo siempre una enorme dignidad que no hacía falta hablar de más ni de menos.

“En su trabajo era un hombre muy metódico. Cuando se dedicaba a algo, lo cumplía siempre.

Luis dirigió mi primera tesis sobre Bertrand Russel, recuerda su viuda. Ahora que su hijo Juan (Villoro) ingresó a El Colegio Nacional, estaba muy orgulloso.

Era un hombre de pocas palabras, porque cada palabra que decía tenía un significado. Jamás dijo una al aire para impresionar a alguien. Luis Villoro fue un ser entrañable por su generosidad y de notable pulcritud.

Fernanda Navarro comparte que aun cuando se rencontraron en distintos momentos y países, fue con el zapatismo que comenzó el romance. Dentro de mi dolor, siento que fui muy afortunada de terminar nuestros días juntos.

Respecto del tejido social que representa La Escuelita zapatista, en Chiapas, Navarro consideró que “es un trabajo que no se hace de un día para otro ni lo hace un solo hombre. Es un tejido social invencible y el gobierno no sabe por dónde, porque no está acostumbrado a lidiar con una realidad distinta.

La cosmovisión de los zapatistas se convierte en una cosmovivencia a través de la hermandad y la escucha. Ellos saben escuchar y eso es lo que más falta nos hace hoy, en medio de la crisis que vivimos.

Uno de sus libros inéditos llevará por título La alternativa, en el que aborda otro tipo de democracia directa, no la representativa e inexistente... como dicen los zapatistas: nosotros no luchamos por cambiar de amo cada cuatro años.

Navarro destaca que si tuviéramos 10 Villoros, nuestro país sería distinto pero, añade, “no se trata de personalidades, se necesita organización ciudadana, es lo que nos falta. No necesitamos jefes ni mesías. La gente de cada rincón del país conoce mejor que nadie su propia lucha y eso nos decían los zapatistas y Luis decía: ‘mira cuánta razón tienen’”.

Él insistía mucho en la pluriculturalidad, la multiculturalidad y la interculturalidad, como salida para que los indígenas recobren lo que merecen, además de lo mucho que nos tienen que enseñar respecto de la dignidad y concebir el mundo de otra manera, como sostenía Villoro.