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A los grandes escritores los amarraron al mástil de la biología, dice en la FILPM

Poniatowska evoca la proclividad de los autores mexicanos por los bestiarios

La narradora presentó Zoología fantástica, en honor del creado por Jorge Luis Borges en 1957, con ilustraciones de Francisco Toledo

El libro festeja 50 años del FCE y 44 de la galería Arvil

 
Periódico La Jornada
Lunes 3 de marzo de 2014, p. a11

A muchos grandes escritores mexicanos los amarraron al mástil de la zoología, la química y la biología, expresó la periodista y escritora Elena Poniatowska en la presentación ayer de Zoología fantástica en la 35 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM).

El libro recoge las acuarelas que el artista juchiteco Francisco Toledo realizó para ilustrar el Manuel de zoología fantástica escrito por Jorge Luis Borges en 1957, a medio siglo de la fundación del Fondo de Cultura Económica (FCE), en 1984.

El volumen, el más completo de las imágenes de Toledo, también sirvió para festejar los 44 años de la galería Arvil, los 25 de la nueva época de la revista Artes de México y las tres décadas de la Zoología fantástica. Incluye un texto de Carlos Monsiváis y un poema del recién fallecido José Emilio Pacheco dedicado al cronista muerto en 2010.

Lobos, escorpiones y hormigas

Poniatowska en su intervención apuntó que “desde joven, nuestro bien amado José Emilio Pacheco hizo su propio bestiario y Jorge Esquinca recogió ‘el largo aullido del lobo al fondo del jardín’ en su Álbum de zoología, en el que José Emilio también nos habla de escorpiones y hormigas, y se deshace en angustia por el llanto del cerdo a la hora en que el carnicero le encaja el cuchillo”.

Al abordar el trabajo artístico de Toledo, la Premio Cervantes 2013 aseguró que éste “lo sabe todo del reino animal, el que tiene su vientre lleno de cantártidas, el que ha visto copular a las hormigas y las ha imitado, el que ama al amor de las parejas pares como no se atrevió a hacerlo López Velarde, el que atrae a su pareja como el escorpión levantando su dardo, el que duerme en el caparazón de una tortuga, el que se alimenta de chapulines y sabe que todos somos monos, como muy bien lo dijo José Emilio Pacheco al escribir: ‘Cuando el mono te clava la mirada/ estremece pensar si no seremos/ su espejito irrisorio/ y sus bufones’”.

Ya que a todos los niños nos fascina dibujar animales, Poniatowska recordó que hasta los 10 años de edad, los animales de mi bestiario infantil fueron los perros y los gatos, los pájaros y las catarinas que descubría en las rosas al sur de Francia. También me resultaron familiares los grifos de piedra en los muros de las catedrales góticas, como la de Chartres, y nunca sentí miedo de los dragones con cola de pavorreal que desde lo alto me sacaban una lengua puntiaguda.

En México, en 1943, descubrí a las serpientes que estrangulan a los campesinos, para después deglutirlos penosamente como blandos conejos, y a las tarántulas políticas, que tragan a la multitud de incautos que se detienen a escucharlas. A los 21 años, soñaba con encontrar un unicornio que me cerrara el paso en el Paseo de la Reforma, pero nunca lo he visto más que en sueños, blanco como un rayo de luna y tan falso en su protección de la doncella como un merolico en la avenida Juárez.

Zoología fantástica, señaló la autora de múltiples libros, no sólo completa la educación botánica, biológica y sicológica de sus lectores, sino que nos ofrece los trazos de estilete que calan hondo de Francisco Toledo, ése adorador del sol y de los prodigiosos miligramos que de él emanan.

Para la especialista en lenguas inglesas, Raquel Serur, lo que pareciera imposible se da en este libro. Por separado, nada más distante de Borges que Toledo y de Toledo que Borges. Sin embargo, el libro nos demuestra lo contrario. La fusión entre uno y otro autor los deja intocados y, al mismo tiempo, los potencia para siempre.

En el juego de espejos que ofrece el volumen, nosotros, los lectores-espectadores, salimos del mundo borgiano para sumergirnos en el de Toledo en una afortunada y gozosa correspondencia. Serur agregó que “a manera de contrapunto, diría que Zoología fantástica es, por su parte visual, una plena invención tolediana resultado del instinto selectivo de un gran escudriñador del universo mitológico indígena. La prosa perfecta de Borges sigue al pie de la letra sus elaboraciones en la búsqueda de la finitud de lo humano”.

También intervinieron Armando Colina, codirector de Víctor Acuña de la galería Arvil, quien habló de la historia de la colección de acuarelas de Toledo, y Gabriela Olmos y Alberto Ruy Sánchez, de la revista Artes de México.