Cultura
Ver día anteriorViernes 21 de febrero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Joan Matabosch, nuevo director artístico, incluyó la ópera Muerte en Venecia de Britten

El Teatro Real formaliza el fin de la era Mortier y anuncia la temporada 2014-15

Por primera vez montarán en versión operística El público, obra inconclusa de García Lorca

Foto
Escena de Vida y muerte de Marina Abramovic, propuesta de cuatro horas de duración, montada en el recinto madrileño de la ópera, en 2012, durante la era del director artístico belga Gerard MortierFoto Javier del Real/ Teatro Real
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 21 de febrero de 2014, p. 6

Madrid, 20 de febrero.

Con la presentación de la temporada 2014-2015, el Teatro Real formaliza el final de la era Mortier, que ha supuesto la etapa más brillante, sugerente, polémica y heterodoxa en la historia reciente del coliseo de la ópera madrileño, reinaugurado en 1997.

El promotor cultural belga actualmente funge como consejero musical, aunque en realidad está dedicado al tratamiento del cáncer que padece.

El legado de Mortier lo asumió el actual director artístico, el catalán Joan Matabosch, quien hizo suyos algunos proyectos en marcha, pero al mismo tiempo elaboró su propuesta estética.

Mortier tuvo que dejar su cargo el año pasado por urgencias médicas, al permanecer la mayor parte del tiempo en Bruselas; allí viven los médicos que lo atienden y está el centro de oncología donde recibe el tratamiento.

Transición tersa

A pesar de la polémica inicial tras el anuncio de que Mortier dejaba la dirección artística del Teatro Real –él mismo aludió algunas presiones políticas por su visión abierta y vanguardista de la ópera–, limó asperezas con los representantes del patronato y de la institución y logró firmar la paz para llevar a cabo una transición templada en la ejecución de los proyectos en puerta y en la preparación de la nueva temporada.

La programación que presentó Matabosch y el presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón, tiene todavía una huella notoria de la era Mortier; es el caso de uno los proyectos estelares del año, la puesta en escena por primera vez, al menos en versión operística, de El público, obra de teatro inconclusa de Federico García Lorca.

También persiste la intención de fondo de Mortier, que comparte casi en su integridad Matabosch, de utilizar el Teatro Real para actualizar los grandes huecos sobre autores contemporá-neos o del siglo XX, que siguen siendo prácticamente desconocidos para el público madrileño.

En este país hubo una larga dictadura de 40 años y eso provocó que España viviera aislada del resto del mundo, también en lo que se refiere a la música. Pero esto no siempre fue así. Antes de la Guerra Civil en España estábamos a la vanguardia y era un centro importantísimo de lo que ocurría en la música. Por ejemplo, en el Liceo de Barcelona era habitual que Stravinski dirigiera o escuchar a Pau Casals, que entonces era primer chelo de la Orquesta Sinfónica. O ver pasear por las calles de la ciudad a Schoenberg, aseguró Matabosch.

Contra esas carencias y huecos heredados de la dictadura franquista también luchó con denuedo Mortier, quien por su empeño en descubrir nuevas obras, por muy polémicas o heterodoxas que fueran, se granjeó la animadversión de una parte del público habitual del Teatro Real, sobre todo el más clasicista y conservador.

Ahora, el actual director artística elaboró una programación con una buena dosis de vanguardia y descubrimientos, como la ópera de Benjamin Britten, Muerte en Venecia, basada en la novela del escritor alemán Thomas Mann, así como dos encargos a compositores españoles, Elena Mendoza y Mauricio Sotelo, con la idea de que el teatro tenga proyección de futuro al mismo tiempo que memoria.

“La temporada propone un amplio recorrido por 300 años de historia de la ópera. Del siglo XXI hay que señalar los dos estrenos absolutos, La ciudad de las mentiras, basada en el libro de cuentos Historias de Santa María, de Juan Carlos Onetti, y El público, de García Lorca”, explicó Matabosch, quien se comprometió a insistir en la internacionalización cada vez más el Teatro Real.